.3 Reforzamiento de
la Sociedad Civil.Reflexiones de ayer y de hoy "Radicalidad democrática"
La polémica sobre la definición de la Sociedad Civil ocupa
un lugar importante, hablar de ella, es hablar de autonomía organizada de lo
social frente al poder público, del peso de la colectividad, de su voluntad en
cada espacio de la vida social.
Una sociedad civil, la forman ciudadanos que se constituyen
en actor colectivo para relacionarse con el Estado. Las organizaciones
tradicionales de la sociedad civil como los sindicatos, están perdiendo la
relevancia que tenían en la vida política, donde es imposible avanzar en la
democracia debilitando el sistema de partidos a costa o en aras de un
fortalecimiento de la sociedad civil.
Carlos Pereyra (1981) dice que la sociedad civil es el
conjunto de instituciones creadas por distintos sectores sociales para organizar
su participación en la vida política. Por tanto, la sociedad civil son
instituciones cuyo origen está en la sociedad y no en su gobierno. El objetivo
de esas organizaciones, que podemos ubicar como sociedad civil, es orientar la
cosa pública, conseguir objetivos específicos y concretos y defender derechos
también específicos y concretos. Por estas razones, la sociedad civil reúne a
instituciones creadas para la defensa de intereses particulares y específicos,
así como para intervenir en la conformación de la opinión pública. Asimismo,
Gilberto Rincón Gallardo (1995:38) afirma que los partidos son la expresión más
desarrollada de la sociedad civil, también afirmó que si México no avanza
sensiblemente en la formación de un auténtico sistema de partidos puede
presentarse una ruptura entre la sociedad civil y el Estado. Al respecto,
también el profesor Segovia dice bien, que hay una abrumadora tendencia al
individualismo en el mundo, y naturalmente también en nuestro país. En efecto,
hay una creciente desconfianza de la sociedad hacia los partidos políticos y
tiene razón el profesor Segovia cuando dice que ésta puede ser una de las
razones para el surgimiento de centenas -como ocurre en Tlaxcala- o miles de
organizaciones que buscan conseguir propósitos y objetivos muy concretos.
Es cierto que en los últimos años, se ha invocado la idea de
sociedad civil a tal punto de que comienza a sesgarse el significado del
concepto (si es que hay un significado preciso, situación que no compartimos).
Por ello es importante explicar seis contextos en que se invoca la sociedad
civil, que describe Norbert Lechner (1981) y son:
1.- En América Latina, el llamado al fortalecimiento de la
sociedad civil surge a mediados de los años setenta, a raíz de los golpes
militares en Sudamérica. Se recurre entonces al término con intención polémica
para explicitar una antinomia básica: sociedad civil es Estado autoritario.
Invocar la idea de sociedad civil tiene una connotación claramente
antiautoritaria; se trata de denunciar a un Estado que viola los derechos
humanos, reprime la participación ciudadana y desarticula a las organizaciones
sociales. La referencia a la sociedad civil expresa una autodefensa que da voz
a un cuerpo social violentado, y al margen de las banderas ideológico-partidistas,
traza una línea divisoria entre las fuerzas democráticas y los grupos
autoritarios. Sin invocar la democracia, desacreditada por los desaciertos de
los gobiernos anteriores, el fortalecimiento de la sociedad civil alude a la
construcción de una nueva mayoría social.
2.- Un segundo contexto remite a una lectura crítica de la
nueva estructura social. Aunque en el concepto de sociedad civil se refiere
básicamente a la relación Sociedad-Estado, también puede significar una crítica
a la estructura social que emerge en América Latina a raíz del ajuste
estructural de los años setenta y ochenta. La liberación de los mercados, la
apertura del comercio exterior, la reducción del gasto fiscal y la
privatización de empresas públicas provocan entonces una drástica degradación
de la vida social que, junto a la acelerada globalización de los circuitos
comerciales y financieros, producen procesos de desintegración al interior de
cada sociedad. Las dinámicas de la economía capitalista de mercado se imponen
brutalmente, apenas amortiguadas por mecanismos compensatorios y sistemas de
seguridad social, destruyendo los lazos de solidaridad y comunidad. En este
contexto, el llamado al fortalecimiento de la sociedad civil se contrapone a la
desintegración del tejido social. Alude no sólo a los derechos políticos
cercenados por el autoritarismo; alude igualmente a los derechos sociales y
económicos, vulnerados por las políticas de modernización.
3.- Un tercer contexto que invoca a la sociedad civil,
significa una interpelación de los nuevos actores sociales. Podemos distinguir
dos perspectivas; un enfoque liberal que festeja la modernización como una
revolución silenciosa que libera la iniciativa privada de la tutela estatal y
que abre a la actividad económica que es vista como un potencial de desarrollo.
Fortalecer la sociedad civil significa, según esta interpretación, hacer de la
iniciativa privada el motor del desarrollo social.
Desde otro punto de vista que podríamos denominar
comunitarista, la invocación a la sociedad civil apunta a los nuevos
movimientos sociales. La reorganización de la sociedad es interpretada en
función del surgimiento de formas renovadas de acción colectiva, que incorporan
nuevos intereses y demandas. En lugar de identificar a la sociedad civil con la
sociedad de mercado; se destaca por el contrario, el desarrollo de relaciones
de solidaridad que contrarrestan las fuerzas del mercado.
4.- Lo anterior adquiere notoriedad política por su
inserción en un cuarto contexto: la reorientación estratégica de la izquierda.
El fracaso de la concepción revolucionaria de la acción política, evidente en
los años setenta, obliga a las izquierdas latinoamericanas a repensar la
esquiva noción de lo popular y a buscar otra relación entre lo político y lo
social. Los partidos de izquierda encuentran dificultades en dar cuentas de las
grandes transformaciones sociales en los últimos años y en aprovechar el
confuso proceso social de democratización. De modo desequilibrado, los procesos
de modernización revolucionan el orden heredado y van generando un país
diferente. Al invocar a la sociedad civil, las izquierdas pretenden ajustar sus
discursos a las tendencias de reestructuración social y a sintonizar sus
estrategias con las nuevas reivindicaciones populares. En esta perspectiva, el
término sociedad civil alude a la integración y articulación de las fuerzas
sociales en contraposición a una sociedad mercantil y fragmentada.
5.- El quinto contexto es que la referencia a la sociedad
civil solamente logra resonancia mundial a raíz del colapso de los estados
comunistas en Europa central. A más de 200 años de la Revolución Francesa, un
pueblo desarmado vuelve a derrocar a un régimen anquilosado. Tanto el
movimiento de Solidaridad en Polonia, como después la Revolución de terciopelo
en Praga o en Alemania Democrática, o finalmente la misma victoria de Boris
Yeltzin resaltan el poder de la civilidad frente a una burocracia autoritaria y
parasitaria. En 1989 la sociedad civil es vista como un gigante amordazado que
despierta y, en un mismo movimiento, se libera de las cadenas de la opresión
estatal y construye un nuevo orden social. Los procesos posteriores desmienten
esta visión heroica e ingenua. La democracia representativa supone un sistema
de partidos y la sociedad civil no puede reemplazar al sistema político.
6.- Después del colapso de los Estados comunistas surge un
sexto contexto destacable. El fin de la antinomia capitalismo-socialismo da un
nuevo impulso a la sociedad civil, entendida como recordatorio de las promesas
incumplidas de la democracia liberal. Se trata de actualizar la legitimación de
la democracia en ausencia de un adversario externo. En la medida en que el
régimen socialista deja de ser una alternativa viable, la democracia liberal ha
de legitimarse por sí sola. Problemas y defectos (corrupción, clientelismo y un
estilo elitista de hacer política) que también existían antes; son hoy vicios
intolerables. El malestar nos dirige en contra de la democracia, ni siquiera en
contra de los partidos; es más bien un reclamo por su calidad, la calidad de la
democracia y de la política. Cuando una política cada vez más autorreferida
deja de ser plausible a los ojos de la ciudadanía, la invocación de la sociedad
civil reclama de la democracia las promesas de participación ciudadana y de
transparencia de los asuntos públicos. En el fondo, el llamado a la sociedad
civil nos recuerda que la democracia se funda en una comunidad de ciudadanos.
Ya se mencionaron los 6 contextos del fortalecimiento de la
sociedad civil, sin embargo, algunos otros autores como Ángel Flisfisch
(1982:7), se refieren al reforzamiento de la misma y lo explica haciendo uso de
fundamentos de la teoría política que a continuación se expresa:
La idea de un reforzamiento de la sociedad civil tiende a
evocar múltiples resonancias. No parece entonces, que se trata de una noción
que implique una importante y fuerte univocidad. En efecto, por lo menos se
podrían identificar los siguientes significados sin pretender que la
enumeración sea exhaustiva, pues probablemente se pueden encontrar otros:
A). La idea de un reforzamiento de la sociedad civil puede
interpretarse en términos de la noción clásica avanzada en Tocqueville. Esa
acepción, heredada posteriormente por la sicología anglosajona, apunta al grado
o nivel de sociabilidad voluntaria secundaria existente en una sociedad. Desde
esta interpretación, reforzar la sociedad civil significa aumentar y
diversificar las capacidades de asociarse voluntariamente en el interior de la
sociedad.
B). La noción también puede adquirir el significado de un
reforzamiento de la vida corporativa y de los intereses corporativos. Provista
de este sentido, la idea se vincula a un diagnóstico de politización excesiva
de la sociedad, y a la correspondiente necesidad de conferir una mayor
autonomía a instancias específicamente sociales.
C). Un tercer sentido posible de la idea es el de un proceso
general de democratización. Podría sostenerse que los problemas que se
enfrentan, tienen relación con la necesidad o con el imperativo de expandir las
posibilidades de intervención y control de las mayorías en los más diversos
ámbitos de la vida colectiva. Desde este punto de vista, reforzar la sociedad
civil significa crear y garantizar nuevas opciones de participación en los
diversos planos de la realidad: en la economía y en la vida política.
D). Un sentido diferente resulta de hacer sinónima la idea
con la noción de un desarrollo de una determinada clase social, o de dos o más
clases sociales. Así, se podría recuperar la distinción que hace Marx entre
clase en sí y clase para sí, y admitir que el reforzamiento de la sociedad
civil no es otra cosa que el tránsito de una a otra situación. En este punto,
habría que admitir matices o ciertas opciones teóricas. Por una parte, podría
restringirse el significado a la idea de un desarrollo unilateral de una sola
clase, desarrollo que culminaría en la capacidad de esa clase de reordenar el
conjunto del orden social. Aquí, la noción gramsciana de hegemonía estaría
bastante cercana de la idea del reforzamiento de la sociedad civil.
E). Una quinta acepción es la idea de implantación en una
sociedad capitalista de formas de organización productiva, provistas de un
sentido anticapitalista, o potencialmente anticapitalista: congestión,
participación en la gestión de la empresa, cooperativas, etc. Teóricamente, el
desarrollo de estas formas organizativas podría en el largo plazo, culminar en
procesos globales de transformación social.
F). En vinculación con lo anterior, la idea de un
reforzamiento de la sociedad civil puede utilizarse simplemente en el sentido
de un robustecimiento de aquellas organizaciones populares distintas de los
partidos políticos, o por referencia a la creación de nuevos tipos de
organización popular distintos de los partidos políticos. Posiblemente hay
varias razones que pueden llevar a sostener que ello es necesario o deseable.
Así, se puede ver en ese proceso de robustecimiento y de fomento organizacional
una estrategia complementaria y sustitutiva en los casos donde la acción
específicamente política se ve sometida a serias restricciones; o bien, se
puede postular que ese robustecimiento y fomento organizacionales son condición
de una mayor democratización de la vida social en general.
G). Otro significado que se tiende a atribuir a la idea, es
el de un robustecimiento de los procesos de descentralización política y
administrativa y con ello, el de un reforzamiento de las instancias regionales
y locales de decisión, control y participación. Aquí habría de incluir también
el surgimiento de nuevas formas de organización, de naturaleza regional o
local, de composición pluriclasista, que reivindican una mayor autonomía frente
a los centros nacionales, o que enfatizan problemas regionales o locales que
desde la perspectiva del centro aparecen como secundarios.
H). Finalmente, la idea de un reforzamiento de la sociedad
civil adquiere muchas veces el significado difuso de una referencia genérica a
una capacidad general de resistencia local frente a los procesos o intentos de
penetración e intervención estatal. En este caso el reforzamiento de la
sociedad civil significa robustecimiento de ciertos sectores sociales, para
oponerse a la acción estatal. Se trata simplemente del poder de la sociedad
frente al poder del Estado.
De lo que se trata entonces, es de identificar ese problema
común y de caracterizarlo. Supuesta esa caracterización, cabe luego preguntar
por el sentido que tiene hoy en el seno de la actual crisis, la idea del
reforzamiento de la sociedad civil. Cuando se plantea el reforzamiento de la
sociedad civil como problema, conviene distinguir desde un comienzo tres planos
diferentes de la realidad: sociedad civil, sociedad política y Estado. Es en
términos de esta distinción que el problema adquiere sentido.
En su acepción clásica, la noción de sociedad civil apunta a
una distribución de las personas en clases, según relaciones de producción o,
más en general, según relaciones económicas y relaciones sociales privadas. A
la vez, a asta distribución se asocian lealtades sociales específicas,
contenidos subjetivos específicos, posibilidades de poder y organización
también específico. Frente a la sociedad civil, emerge la sociedad política,
como plano distinto de la realidad. Su elemento esencial o constitutivo, por lo
menos en la historia política occidental, es la figura del ciudadano. Al igual
que en el caso de la sociedad civil, cabe identificar en la sociedad política:
a). Opciones específicas de organización donde la opción
típica de organización en este ámbito es el partido político.
b). Lealtades específicas, que no se confunden con lealtades
sociales por ejemplo, la lealtad hacia un partido.
c). Una división social que no es ni del trabajo ni de la
administración, es fundamentalmente una división política, que se basa en la
distinción entre representantes y representados.
d). Contenidos subjetivos específicos, que se corresponden
con esas opciones organizacionales, con esas lealtades y con esa división
social.
Finalmente, se tiene
el Estado como plano de la realidad donde lo constitutivo es la oposición entre
autoridades y súbditos, entre soberano y súbdito. En el plano estatal hay una
lealtad básica, expresada en la obligación genérica de obediencia al soberano,
enunciada con toda claridad por Hobbes. En ese mismo plano estatal cabe
distinguir también, un rango históricamente muy acotado de posibilidades de
organización y la posibilidad de acceso a un recurso de poder esencial: la
pretensión del monopolio del uso, y de la amenaza del uso legítimo de la
fuerza.
Por tanto; es en el
seno de esa historia que adquiere sentido la idea de reforzamiento de la
sociedad civil. En definitiva, el reforzamiento es una respuesta más a ese
problema de la articulación contradictoria. No obstante, la idea del reforzamiento
de la sociedad civil aparece hoy como una respuesta privilegiada, y ese
privilegio parece derivar del carácter insatisfactorio que se atribuye a las
otras respuestas que han tenido y tienen vigencia histórica.
En el plano de la
reflexión, el carácter contradictorio de la articulación entre sociedad civil,
sociedad política y Estado, ha sido resuelto mediante elaboraciones
conceptuales provistas de un fuerte contenido utópico. Se trata de auténticos
modelos del hombre o modelos de la sociedad, entendiendo sociedad en términos
amplios.
Si bien la
enumeración que se presenta obedece a cierta lógica cronológica, todos estos
intentos de llevar al límite la articulación contradictoria entre sociedad
civil, sociedad política y Estado, tienen vigencia y se encuentran operando
actualmente; donde como lo establece Norbert Lechner (1987):
i). Hay un momento o principio regulador Hobbesiano que,
como bien se sabe, es expresión de los procesos de constitución del Estado absolutista.
Aquí, sociedad civil y sociedad política se subordinan radicalmente al Estado.
En definitiva, la obligación de obediencia al soberano disuelve toda división
social, toda lealtad distinta de esa obligación.
ii). Está también la utopía Jacobina, históricamente una
reacción contra el fenómeno absolutista. Aquí, la sociedad civil se disuelve en
la sociedad política. Toda diferencia social se anula en la figura del
ciudadano. Hay un común denominador que equipara a campesinos, burgueses,
pequeños burgueses, etc., antes que nada, y primordialmente, todos son
ciudadanos. A la vez, el Estado se subordina a la sociedad política. El Estado
no es más que la encarnación de la soberanía popular, de la voluntad general
del conjunto de los ciudadanos.
iii). En tercer
lugar, cabría destacar un momento utópico liberal. Desde la perspectiva de este
principio regulador, la sociedad política se disuelve en la sociedad civil. En
definitiva, la figura del ciudadano se disuelve en la del propietario. A la
vez, el Estado se subordina estrictamente al cometido de poner en obra ciertas
condiciones de posibilidad básicas de la sociedad civil.
iv). Para la utopía marxista clásica, el Estado es un
fenómeno sospechoso, capaz de desarrollos perversos. Adicionalmente, la
sociedad política se reduce a una realidad efectiva de la sociedad civil, donde
las relaciones políticas expresan o reflejan relaciones de clase. En la utopía
de la asociación de hombres libres que producen colectivamente Estado y
sociedad política se disuelven en la sociedad civil.
v). Hay un principio
regulador del marxismo post-clásico, como también lo hay del capitalismo
contemporáneo. El primero es distinto del clásico, y se asocia a la elaboración
ideológica vinculada con el desarrollo de los así llamados socialismos reales.
El segundo no se confunde con el liberalismo clásico y se asocia quizás con la
experiencia del Welfare State. Para el marxismo post-clásico la figura social
rectora es el hombre necesitado, a la vez, a esa necesidad se subordina el Estado,
como medio de superar el reino de la necesidad y transitar hacia el reino de la
abundancia.
Para el principio regulador propio del capitalismo de este
siglo, la figura social rectora es el maximizador de utilidad, el homo
economicus de la economía neoclásica, que en el fondo asume el consumidor. Así,
Estado, sociedad y política y toda diferenciación social se disuelven en el
consumo.
vi). Finalmente, hay que mencionar que frente a estos
principios reguladores emergen, reiteradamente, respuestas de corte conservador
o liberal-conservador. Lo característico de estas respuestas es reaccionar a
las proposiciones, o intentos objetivos, de disolver uno o más de los planos de
la realidad considerados en uno específico de ellos, postulando la autonomía o
irreductibilidad necesaria de aquellos planos amenazados. Por lo general, estas
reacciones suponen que esa disolución, efectiva o potencial, no puede sino
distorsionar gravemente la realidad social al negar una parte de ella que
necesariamente existe.
Dando por supuesto que los principios reguladores que
históricamente se han ofrecido como respuestas al problema de la articulación
entre sociedad civil, sociedad política y Estado se muestran hoy
insatisfactorios, cabe dejar la idea acerca de qué es lo que se perfila hoy
como respuesta opcional.
De manera preliminar,
podría decirse que en el horizonte inmediato comienzan a adquirir forma tres
figuras sociales rectoras –tres “modelos de hombre”- como establece Ángel
Flisfisch (1982:23), que están vinculados entre sí y se postulan como
candidatos para sustituir o trascender al súbdito, al ciudadano, al
propietario, al hombre necesitado y al consumidor: 1). El hombre liberado,
cuyas raíces especulativas y sociales de esta figura son múltiples, que no
ampliaremos aquí. 2). El disidente, del cual hay antecedentes liberales claros,
pero es innegable que tanto el problema de la libertad personal como el del
abuso y contención del poder han pasado a ser, durante la última década, una
preocupación efectiva de la izquierda marxista o no marxista y de las
tendencias progresistas en general. 3). El hombre como sujeto de derechos
humanos, tras Intentar una síntesis apretada de las raíces especulativas y
sociales efectivas de la noción de derechos humanos resultaría imposible. Es contra
el trasfondo de estas ideas rectoras u otras similares, que hay que entender la
pluralidad de significados que trae consigo la idea de un reforzamiento de la
sociedad civil.
En un comienzo, esa multivocidad puede incluso provocar la
impresión de que se está frente a puntos de vista contradictorios entre sí; y
lo reconocemos por su dificultad teórica y no debemos apartar incluso la
posibilidad de que efectivamente estén aquí en juego, visiones y puntos de
vista que no guarden entre sí un grado importante de armonía.
Después de todo,
frente a la diversidad de situaciones e intereses, la alegre y superficial
imputación de un consenso constituye un expediente demasiado fácil, que puede
ser particularmente estéril en sus consecuencias. No obstante, más relevante
que esa posibilidad de iluminar contradicciones, es la de mostrar la existencia
de un trasfondo de ideas rectoras, que puedan llegar a constituir un marco de
referencia común para pensar el problema del reforzamiento de la sociedad
civil.
El objetivo de estas
notas no era otro que el de estimular la reflexión acerca de esas posibles
ideas rectoras, que permitieran ampliar la noción y marco de las ONG’s forma de
expresión de la sociedad civil.