jueves, 7 de febrero de 2019

Un problema catalán y español

El viejo conflicto entre España y Catalunya solo puede abordarse con un gran pacto
Lo más normal es que ante un problema muy de fondo, apasionado y radicalizado como es el conflicto catalán, se intenten buscar salidas para encontrar puntos de encuentro. No para resolver los litigios políticos, emocionales y económicos en cuestión de horas o días sino para ver qué intereses se pueden compartir.
Pedro Sánchez ha movido ficha y ha ofrecido diálogo con los independentistas, con los que llevan hablando desde hace meses. La enmienda a la totalidad de los presupuestos presentada por ERC ha precipitado los acontecimientos.
La vicepresidenta Carmen Calvo ha salido dos veces para explicar que no es un diálogo entre Gobierno y Generalitat sino entre los partidos catalanes. Y que para conducirlo se pretende nombrar un notario o relator que dejaría constancia de lo hablado o pactado.
Las chispas saltaron en las filas del socialismo y muy especialmente en el PP de Pablo Casado y los Ciudadanos de Albert Rivera. El presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, se despachó muy de mañana diciendo que “no se puede ceder a los chantajes de los independentistas, cáncer de la democracia, con los cuales hay que acabar”. Y sólo era por haber hablado de un relator entre partidos catalanes.
Las reacciones de Casado y Rivera han sido desproporcionadas y nada pedagógicas. Quieren echar a Sánchez, “el mayor felón de la historia democrática de España”, le soltó Casado, y provocar la convocatoria de elecciones. No en una moción de censura en el Congreso sino en las calles de Madrid que el domingo se teñirán de banderas al viento en favor de la unidad de España.
El gobierno Rajoy no quiso hablar con los independentistas y entregó el conflicto a los jueces que la semana que viene van a empezar el juicio oral de la causa del procés.
El Gobierno no se ha inmiscuido en la judicatura sino que busca alternativas que despejen el callejón sin salida en el que se encuentra la vida política española. Trasladar el conflicto a las calles es un grave error y un desprecio a las instituciones. Lo ha sido cuando en Catalunya se pensaba que la política nacía y se desarrollaba en las manifestaciones y también ahora que PP, Ciudadanos y Vox quieren trasladar el debate el griterío callejero. Al ver el acaloramiento ambiental en el día de ayer pensé en aquella expresión de Talleyrand: “No tienen razón, gritan demasiado”.
Pedro Sánchez tiene varios problemas. El primero y principal es que sólo dispone de 84 diputados. El segundo es que el independentismo de Puigdemont y Torra no quiere ningún pacto y prosigue en su ficción de presentar a España como un Estado no democrático. Hay división en las izquierdas y en el independentismo. Los que no están fracturados son los tres partidos de la derecha que quieren hacer saltar por los aires cualquier iniciativa conciliadora y aprovechar el conflicto con Catalunya para ganar votos en las próximas elecciones. Qué pena da tanto cinismo y tanta irresponsabilidad.
Publicado en La Vanguardia el 7 de febrero de 2019