domingo, 3 de mayo de 2020


sábado, 25 de abril de 2020


UNAS REFLEXIONES SOBRE EL FEDERALISMO. REALIZADAS HACE ALGUNOS MESES.
AHORA EL INDEPENDENTISMO CATALÁN, SUS DIRIGENTES E INTELECTUALES APROVECHANDO LA PANDEMIA DE CORONAVIRUS ,INTENTAN CONFUNDIR A LA CIUDADANÍA DICIENDO QUE EL ESTADO ESPAÑOL LES QUITA COMPETENCIAS Y LES IMPONE UN 155 SANITARIO.CUANDO SU OBJETIVO ES NO DEFENDER QUE ACTUAL ESTADO ESPAÑOL,SUS AUTONOMÍAS TIEN COMPETENCIAS COMO LOS ESTADOS QUE SON FEDERALES, PUES ELLOS ASPIRAN A UN ESTADO CONFEDERADO CON ESPAÑA.NO SERÍA MEJOR QUE ESPAÑA  FUERA UN ESTADO FEDERAL Y CONFEDERADO CON PORTUGAL?
.La importancia del nuevo federalismo para una posible salida a la situación actual de Cataluña, visto por diferentes vertientes:
… Carme Valls, escribe en un artículo titulado “Federalismo Unión de la Diversidad
“Las personas como los pueblos son plurales sólo los totalitarismos creen que son idénticos”. Hannah Arendt
“El federalismo no es solo un diseño jurídico-constitucional; es una cultura política necesaria para la vida y el desarrollo de las federaciones” Miquel Caminal
.El federalismo es un modelo de organización política e institucional y una cultura que permite la convivencia de la diversidad. Como sistema de gobierno y modelo de organización territorial e institucional se adecua especialmente a la gestión de las diferencias que existen en la sociedad, tanto entre grupos constituidos, como entre la ciudadanía, lenguas, culturas, etnias y territorios que la componen. Combina la fuerza de la unión con el respeto a la diversidad. Frente a la política conservadora basada en la autoridad jerárquica y la disciplina vertical, el federalismo se basa en el Faedus (Pacto) y en el  Fides (Confianza).
Frente a la Unidad de la Uniformidad, el federalismo defiende la unión de los diferentes y consolida los derechos a las diferencias. Su fórmula política es UNION EN LA DIVERSIDAD, que es también el lema de la Unión Europea. El federalismo no es una estructura cerrada sino un proceso que se desarrolla en función de las características de cada federación, y que pone en práctica un pacto libre entre iguales. Como forma de organización política evita la opresión y la dominación  de una parte de la sociedad, etnia o grupo social sobre otros y respeta las diferencias. El federalismo no es tan solo una forma de organizar el gobierno territorial, sino que constituye un sistema social entero que se extiende a todos los ámbitos de la cultura, la economía y la sociedad.
Como sistema político no jerarquizado y que pone en práctica el principio de subsidiariedad permite resolver con mayor eficiencia los problemas locales, sociales y territoriales y luchas con más eficacia contra todo tipo de corrupción.
El federalismo gestiona la diversidad de la sociedad desde el pacto, el respeto mutuo, la transparencia de gestión, la racionalidad, la solidaridad, y el principio de confianza, lealtad y respeto mutuo. La mayor parte de la ciudadanía que vive en democracia lo hace en federaciones, lo que constituye más de un 40% de la población mundial. Las federaciones constituyen una fórmula de gobierno innovadora que permite beneficiarse de las ganancias de la diversidad sin caer en los inconvenientes de la fragmentación.
Como dice Victoria Camps : “La solución federal responde a la necesidad de los pueblos y comunidades diversas de mantenerse juntos para conseguir un fin común al tiempo que se preserva la identidad de cada uno de ellos. Es el proceso por el que un conjunto de pueblos decide construir instituciones comunes para fortalecerse mutuamente y respetarse en lo que les distingue. Un modelo federal puede adoptar  formas variadas, siempre con un denominador común: el encaje del autogobierno  de las partes en un gobierno compartido por todas ellas”.
El federalismo conjuga el autogobierno y el cogobierno y, por ello, es la mejor manera de organizar el espacio público en un mundo de interdependencias crecientes y soberanías compartidas.
Federar es compartir
Frente al ejercicio del gobierno de los estados por medio de jerarquías, que provienen de las épocas en que gobernaban los reyes poseedores de la soberanía absoluta, traspasada al ejercicio del poder de los estados con formas jerárquicas y absolutas, el federalismo permite el ejercicio de gobierno compartido a todos los niveles. El federalismo supera el enfrentamiento entre soberanías abriendo pasos a soberanías compartidas, precisamente para acceder a la solución de problemas que superan el estrecho marco de las naciones. La federación permite la gobernanza con la máxima calidad democrática.
Como hemos visto en el proceso de constitución de la Unión Europea, la complejidad de las necesidades y problemas de la ciudadanía, desde las económicas, las estructurales o las medio ambientales, ponen de manifiesto que existen crecientes interdependencias en el mundo en que vivimos. No se pueden encontrar soluciones a problemas globales con formas organizativas que sólo sean locales. La complejidad de la gobernanza exige soluciones federales, porque sólo estas soluciones permiten resolver las necesidades locales, provinciales, nacionales y probablemente a largo plazo mundiales.  Los acuerdos sobre el cambio climático conseguidos en la cumbre de Paris por más de 183 países, para rebajar dos grados el calentamiento mundial ha si do un proceso laborioso no concluido pero que demuestra una voluntad para tomar medidas de gobierno compartido a escala mundial, a la máxima escala conseguida hasta la actualidad.
Cuáles son las características principales de una federación:
Existencia de distintos niveles de gobierno, Gobernanza multinivel, todos ellos rindiendo cuentas directamente a la ciudadanía, de forma que los problemas sean gestionados en el nivel más apropiado posible en cada caso..
Fortalecimiento del autogobierno mediante una definición clara de las competencias en cada nivel con objeto de evitar duplicidades y promoviendo la distribución de competencias en red. Permite acabar con la soberanía jerárquica de un estado sobre los demás.
Gobierno compartido para aquellas cuestiones que afectan al conjunto, a través de instituciones de soberanía compartida donde las entidades federadas pueden participar decisivamente en todo aquello que les afecta. Es la coordinación no jerarquizada de la gobernanza. Para ello precisa del ejercicio de una colaboración generosa y leal entre las partes federadas, y la constitución de una verdadero Senado que represente las necesidades y diversidades de lenguas y territorios y permita resolver sus conflictos. Las conferencias sectoriales, y las conferencias de presidentes, permiten priorizar las políticas públicas, establecer los niveles de financiación y establecer las bases de la solidaridad interterritorial y la prevención de ayuda frente a catástrofes
La federación permite también el reconocimiento oficial de la diversidad lingüística y cultural en todos los territorios
Federar exige pactar y negociar con lealtad.
Para poder federar se ha de ejercer una nueva metodología en la forma de encontrar soluciones eficaces a problemas complejos. Frente a la imposición desde un gobierno central, a través de sus ministerios o departamentos, el proceso federal empieza a caminar por la negociación y el pacto. Frente a la idea única o a la suposición de que no hay solución frente a los conflictos, se abre el camino institucionalizado del debate y el diálogo, con claridad en los términos, y con la intención de llegar a un acuerdo.
“La aceptación de la diversidad requiere una aproximación equilibrada de building- out i building-in. El concepto de building out implica acomodar las demandas del poder regional. El concepto de building-in implica asegurar que las minorías clave son integradas en los símbolos, las instituciones y las políticas del gobierno central, así como en otras previsiones constitucionales” dice George Anderson que desde el año 2005 es presidente del Forum de las Federaciones, organización no gubernamental canadiense que promueve el estudio y el perfeccionamiento del federalismo en todo el mundo. El difícil equilibrio de la construcción de cada parte de la federación hacia dentro en sus propias naciones o estados federados y hacia fuera, exige el constante ejercicio de la cultura federal en todos los pactos que deban realizar. Además, acomodar la construcción de un estado federal teniendo en cuenta las necesidades regionales, nacionales y las del estado federado, exige el ejercicio de la lealtad federal por triplicado.
El Ethos y la cultura federal.
La existencia de una federación exige no sólo cambios en las instituciones y las formas de gobierno, sino que se desarrollen nuevas formas de convivencia y relación entre la diversidad de la ciudadanía. Partiendo de la base que denominamos ethos al conjunto de conductas y actitudes de una persona o de una colectividad, es necesario reflexionar como construimos la “urdimbre cultural axiológica y actitudinal”, que permita crear las condiciones que socialicen a la ciudadanía, para que en lugar de retroceder y volver a la tribu, se sienta integrada en un Ethos federal, como nos pedía Ramon Màiz.
La cultura federal debería permitir entender, reconocer y gestionar la diversidad. En lugar de la violencia con la que habían mal vivido muchos pueblos y estados en el pasado, la cultura federal debería facilitar el respeto y la convivencia entre las y los diferentes, y estimular la participación ciudadana en la vida de la comunidad. La cultura nacionalista se ha construido siempre contra enemigos externos para lograr una cohesión interna, mientras se mantiene una ambigüedad en cuanto a los objetivos a conseguir en el interior de “su nación”, incluso puede llegar a decir que no tiene ideología. En términos más claros, que no es ni de izquierdas ni de derechas.
Federar permite la unión en la diversidad.
Ya nos advirtió Hannah Arendt que sólo los totalitarismos pueden pensar que las personas y los pueblos son idénticos, cuando en realidad son plurales. Plurales en sus identidades, en sus deseos y en su creatividad, y ninguna identidad es superior a las demás. La federación es la organización política que da categoría a las diferencias y la diversidad. Se enfrenta al totalitarismo, a la uniformidad y a la exclusión de los diferentes. Respeta a las minorías, a las diferencias por etnia, opción sexual, lengua o religión, incluyendo sus reivindicaciones como derechos de ciudadanía dentro de una sociedad plural.
La diversidad y las diferencias son una riqueza, pero muchos gobernantes están estimulando el miedo al otro, al diferente, al emigrante, a los refugiados, como si de ellos fuese la culpa y la causa de la crisis económica y del empobrecimiento que viven las clases medias y bajas. La diversidad genera riqueza tanto para la vida humana como incluso la vegetal. Los pueblos en que se ha cultivado el mestizaje, y se han cruzado con otras etnias diferentes han mejorado su supervivencia por incremento de su inmunidad, y por la disminución de las enfermedades congénitas y hereditarias. En cambio los pueblos que han permanecido encerrados en sí mismos y sólo se han cruzado entre ellos mismos, tiene el índice mayor de enfermedades congénitas. Incluso los bosques con mayor biodiversidad son los más productivos según un estudio realizado por la plataforma Global Forest Biodiversity Initiative, que además contradice la idea de que los monocultivos forestales son más rentables. Incluso en este caso la pérdida continuada de la diversidad contribuye a grandes pérdidas económicas, que ahora se han podido calcular.
Para el añorado Miquel Caminal incluso la calidad de la democracia que a veces se ha querido sustituir sólo por el gobierno de las mayorías, tiene como base el respeto a la pluralidad en todos los ámbitos de las relaciones: “Nos hemos acostumbrado a identificar democracia y regla de la mayoría cuando lo previo y fundamental es la identificación entre democracia y pluralismo. El pluralismo antecede a la regla de la mayoría y está por encima de ésta. La democracia necesita para vivir del pluralismo en la libre circulación de ideas y de los valores; del pluralismo en el reconocimiento de las distintas identidades comunitarias culturales y lingüísticas; del pluralismo en los medios de comunicación que constituyen la ágora o plaza pública de la democracia deliberativa; del pluralismo en la organización y composición de los poderes públicos; del pluralismo asociativo como motor de la vida democrática en la sociedad civil; del pluralismo territorial  como reconocimiento de la plurinacionalidad del demos.”
Federar permite el respeto a las diferencias y la participación de las y los diferentes.
La acción sin pensamiento ha vaciado el discurso, es el vacío del discurso. La carrera electoral sin límites, a provecho de la perpetuación de los mismos partidos, el terrorismo, o el pensamiento único que sustenta la hegemonía neoconservadora no tiene discurso. En realidad, es el pensamiento único, el que lleva al terrorismo. Quien actúa sin comprender la diversidad y la complejidad de las sociedades humanas y sólo con planteamientos hegemónicos basados en la guerra y en la destrucción del adversario, crea las condiciones para el terrorismo de la desesperación. El discurso de la guerra es simple, el discurso de la negociación y de la mediación es complejo. Para construirlo se necesitan un nuevo tipo de habitantes de la polis, capaces de dar contenido a un discurso político de la complejidad. Reducir la política a lo “que preocupa a la gente” cuando hemos reducido la gente a nada, es reducir la política a preocuparse de la nada. La política reducida a las miras pequeñas acaba exaltando sentimientos nacionalistas, excluyentes y separadores.
Federar contribuye a la construcción social de la confianza y la fraternidad.
La construcción del fides, de la confianza en el Otro, es una de las bases de la cultura federal, frente al afianzamiento del egoísmo del grupo cercano, del miedo al otro y de la desconfianza sobre el diferente. El federalismo permite la construcción del espacio común de la convivencia, la mesa en que entablamos las negociaciones, en visión de Hanna Arendt. Es la mejor fórmula para la construcción política y social de la confianza.  Confidere, fiarse del otro i construir con la otredad.
Frente a las actitudes  políticas excluyentes de la diferencia, competitivas, generadoras de odio, desconfianza, y cálculos económicos interesados, el federalismo se acerca en sus raíces culturales a los valores y actitudes que habían defendido los primeros socialistas y los movimientos obreros de emancipación. Crea condiciones materiales, organizativas e institucionales, para ejercer la solidaridad y la fraternidad de forma organizada, con un federalismo fiscal justo; está abierto al respeto mutuo y acepta las lenguas y las identidades diversas, porque considera la uniformidad como un retroceso y la diversidad como una riqueza humana,
La fraternidad humana líquida en parte el concepto de soberanía cuando se utiliza para enfrentarse a otros pueblos y naciones, separando lo que en realidad la misma naturaleza ha unido. Por la misma razón es vano el intento de levantar muros y fronteras, para contener la emigración, o para contener a un posible adversario. El continuo levantamiento de muros (Israel, Austria,,) o sus propuestas (Trump), es la máxima representación física de que se quiera valer el estado-nación obsoleto, en lugar de abrazar abiertamente la formula política federal que le permitiría superar conflictos sin levantar barreras.
Tal como propone el economista federal Francisco Trillas: “ Las propuestas del federalismo no crean incertidumbre, sino que satisfacen de forma sólida un deseo muy compartido de cambio, respeto por el autogobierno y reforma, y pueden servir para que las políticas públicas en el terreno económico se adapten a su ámbito geográfico óptimo, permitiendo un grado amplio de cooperación, solidaridad, flexibilidad, innovación institucional, experimentación limitada y control democrático.
¿Podría mejorar el federalismo la convivencia en España y en Europa?
España es casi el único país en que federar se hace sinónimo de Separar. El obús en la línea de flotación que provocó el cantonalismo y el levantamiento de Cartagena , a la novísima Constitución redactada por Pi i Margall y su partido durante la brevísima Primera República, dejaron un regusto amargo, y fue aprovechado por los recentralizadores y los representantes de la derecha política, para hacer sinónimo el federalismo como separación. Pero la redacción de la Constitución vigente después de la recuperación de la democracia constituyó un acuerdo entre unidad y diversidad como no se había alcanzado nunca en la historia de España: “La acreditada ecuación entre autonomía y gobierno compartido abrió por fin la senda de la negociación política. Es precisamente la voluntad de convenir y pactar la inductora de la estabilidad institucional del denominado Estado de las Autonomías”.
Pero en la medida en que el estado de las Autonomías no se ha convertido realmente en un estado federal, y partiendo de la base de la pluralidad del estado, con naciones y regiones que no han sido plenamente reconocidas, el conflicto territorial se ha desarrollado, ante el silencio del gobierno imperante. España necesita un cambio de las actitudes y de las formas en hacer política y debe desarrollar la forma de llegar a acuerdos.
“Lo que la izquierda no puede hacer es defender el Estado de las Autonomías, propugnar su desarrollo y su plenitud en sentido federal y mantener al mismo tiempo un concepto – el derecho de autodeterminación- que cambia este modelo político y puede llegar a destruirlo. O una vía o la otra, pero no las dos al mismo tiempo. Si los que se proclaman nacionalistas pueden mantener la ambigüedad en este tema es porque saben que ellos no tienen la responsabilidad principal ni definitiva en la construcción del Estado de las Autonomías como un sistema general. Pero las fuerzas de izquierda sí la tienen y por eso no pueden permitirse la más mínima ambigüedad al respecto.”
.Un breve añadido, después de las elecciones generales del 10N 2019,  cargo de Angel Muñárriz, comenta: “Estas comunidades, se refiere a una serie de Comunidades Autónomas, en las que se produce el desequilibrio a favor de las opciones progresistas, son sobre todo aquellas con una identidad nacional híbrida. Los datos lo indican así: la España plurinacional ha salvado a la izquierda en las urnas..
.Pero  algunos autores vuelven a plantear  la salida de la “Vía Canadiense”. Como válvula de escape para Cataluña
En el periódico El  Español, de noviembre de 2019. Francisco Javier González es un empresario español afincado en Fráncfort. Hago una reproducción de los textos más importantes de su planteamiento:
Soy un empresario vallisoletano residente en Alemania que siempre ha admirado el espíritu empresarial, la creatividad y (hasta recientemente) el seny catalanes. Deseo de todo corazón que Cataluña decida seguir construyendo un futuro conjunto con España, de beneficiarse de su pertenencia a España, de hacer a España cada día algo más catalana, de ponerse a la cabeza de España en lugar de darle la espalda.
El órdago independentista corona un proceso de desafección que aflora al principio de la democracia, agravado desde entonces por un sistema educativo catalán alérgico a los sentimientos identitarios múltiples y por una narrativa de agravio constante por parte de políticos y medios de comunicación nacionalistas, pero también por la falta de una defensa consistente del proyecto estatal por parte de PP y PSOE.
En los últimos dos años ha quedado probado que el independentismo unilateral no tiene recorrido. Pero, ¿cómo reconciliar emocionalmente con la idea de España a esos dos millones de votantes independentistas, incluyendo a una parte de la comunidad emigrante que ha asumido consignas parecidas a las tradicionalmente defendidas por la burguesía nacionalista? ¿Cómo ganar el apego hacia nuestro país de los niños catalanes que crecen en la ignorancia de España en el mejor de los casos, y en su desprecio u odio con triste frecuencia?
Lejos de un reeditado fatalismo noventayochista, el reto soberanista puede reconducirse hacia una oportunidad de catarsis histórica: la refundación de España como un Estado que, en vez de conformarse con el cortoplacista intento de acomodar al independentismo, desarrolle estructuras sólidas, perennes y a la altura de los grandes retos del siglo: integración europea equilibrada, ascenso geoestratégico y económico de Asia, oneroso envejecimiento de la población, instauración de un sistema político mucho más ético y responsable.
Propongo un nuevo contrato constitucional basado en los principios de eficiencia y lealtad institucional, respeto cultural y solidaridad. Se le llame sistema autonómico o federal es cuestión secundaria, no en vano el vigente modelo territorial en muchos aspectos alcanza mayores cotas de descentralización que el alemán, considerado como una sólida referencia en organización de formato federalista.
La nueva Constitución debería contemplar el derecho de referéndum para las comunidades históricas
Si no queremos el riesgo de ulsterización, con dos comunidades irreconciliables en Cataluña; si no queremos que una crisis enquistada acabe salpicando la estabilidad y el prestigio políticos, económicos y culturales de España en su conjunto; si no queremos, un día quizás no tan lejano, enfrentarnos a preguntas sobre si un 55% de la población votando a partidos independentistas no es quizás base suficiente para separarse; entonces ha llegado el momento de salir de nuestra zona de confort y de adoptar hoy decisiones valientes, que pueden dar vértigo, pero que son necesarias.
Para empezar, debemos asumir que Cataluña y el País Vasco solo participarán en este proceso re-constituyente si cuentan con una válvula de escape: la capacidad de decidir si quieren o no apearse de una visión de futuro compartido
Tal ruptura, traumática para ambos cónyuges, después de un matrimonio de 500 años, no puede depender de un voto, de ahí que la aprobación por mayoría amplia se considere principio universal, fijado por la legislación y jurisprudencia de Canadá respecto al Quebec. La independencia eslovena, tan admirada por el independentismo catalán, se aprobó por el 96% de los votos (con una participación del 91%). La independencia kosovar con el 99% de los votos (con una participación del 87%).
Decisiones tan unánimes, éstas sí de un sol poble, nunca se alcanzarán el Cataluña. En mi propuesta de reforma constitucional, propongo beber de las fuentes del mismísimo Estatuto de Autonomía de Cataluña, que exige mayorías reforzadas de 67% (dos tercios) para las decisiones importantes, y adoptar este porcentaje en la Constitución Española para aprobar la independencia de una comunidad histórica en referéndum.
De igual forma que el nacionalismo reclama el derecho a decidir su propio destino en un determinado ámbito geográfico, las subdivisiones administrativas de ese territorio tienen el derecho de esgrimir con coherencia argumentos similares. En tal caso, el Estado no podría empujar hacia la independencia a un territorio, por ejemplo una provincia, tal vez una comarca o un municipio de un cierto tamaño, que no se exprese a favor y con mayoría suficiente aunque la Autonomía lo haga en su conjunto. Éstos tendrían el derecho de desgajarse de la Autonomía antes de su independencia y de quedarse en España.
Tal referéndum de independencia debería convocarse a lo sumo una vez por generación, cada 25-50 años, a diferencia de la historia quebequesa y de los deseos escoceses de consultas que pueden reiterarse hasta la victoria final (el llamado "never-endum", o referéndum de nunca acabar), con su inevitable peaje de inestabilidad sistémica. El primer referéndum sería posible no antes de 25 años tras la aprobación de la reforma constitucional.
Asimismo, para implementar una hipotética secesión con la menor disrupción posible para las dos partes, y tras la experiencia del brexit, sería necesario un modelo de doble referéndum: tras la consulta inicial, los gobiernos central y autonómico negociarían las condiciones de la separación, incluidos los derechos de las minorías y la repartición del activo (propiedad del Estado) y del pasivo (el correspondiente porcentaje de la deuda). Después de un plazo razonable de tres años, ese acuerdo se sometería a un segundo referéndum en los territorios con suficiente quórum pro-independencia.
Por último, la convocatoria de un referéndum de semejante calado no puede celebrarse en tiempos convulsos. En las crisis económicas la angustia se reafirma en su papel de pésima consejera.
Una vez asumida la dolorosa necesidad de aceptar que las fronteras españolas quizás no son eternas, pero que el listón para cambiarlas está muy alto, se abren grandes posibilidades de reformas, en las que todos los españoles trabajen codo con codo para posibilitar un futuro mejor para las siguientes generaciones.
Con la doble dimensión territorial e institucional de la crisis actual española, más la crisis económica que se avecina, no podemos esperar sino un progresivo distanciamiento, a no ser que entendamos la refundación del Estado como cimiento de la reconciliación.
No perdamos esta segunda y quizás última oportunidad para España y para Cataluña de redescubrir el afecto y el provecho mutuo de esta relación histórica. Aceptemos el referéndum como válvula de escape con la esperanza de que, como en Canadá, la mera existencia de la puerta de salida ayude a Cataluña a quedarse.
.Pero además del Federalismo inclusivo que antes relataba, hay autores progresistas que discrepan y como ejemplo, lo que escribe, Joaquín Romero”  Pero, ojo, que no se trata de una respuesta a la cerrazón del Estado, sino que forma parte de la esencia de la ideología totalitaria del nacionalismo. Habrá tantos referéndums como haga falta hasta que triunfe de verdad el sí a la separación, no como en las parodias búlgaras de 2014 y 2017. Es lo mismo que ocurrió en Canadá y lo que sucede en Escocia. Si los separatistas de Quebec hubieran triunfado en 1980, la reivindicación se habría acabado, como habría ocurrido en Edimburgo en 2014. Y sin que los canadienses ni los británicos tuvieran oportunidad de defender la unión en una nueva consulta.
..La Historia a veces hay que recordarla y hay escritos sobre el federalismo que no hace muchos años debemos recordar. Traigo a colación un resumen, de un desaparecido político e intelectual, que ya nos dejó, y entre sus libros hay uno que nos interesa recordar. Me estoy refiriendo a  Jordi Solé Tura en 1974 .en su libro editado por EDICUSA” Catalanismo y revolución burguesa” escribía (haré un resumen de lo principal)“
”Pi i Maragall, situado en la encrucijada de una burguesía fuertemente influida por los valores artesanos y a punto de diferenciarse interiormente en una alta burguesía y en unos extractos medios, es el intérprete más avanzado de una voluntad de transformación capitalista del viejo Estado español, prisionero de la nueva oligarquía agraria y financiera .Es consciente del conflicto entre el trabajo y el capital, pero también de la imposibilidad de superarlo con la violencia: debe reconocerse a los trabajadores su personalidad ,integrarlos colectivamente en el sistema como un elemento dinámico y no como un adversarios en plena contienda; deben reformarse las viejas estructuras agrarias, abrir el camino al desarrollo industrial y urbano.””……”Este pensador reformista, utópico, pero al mismo tiempo realista y avanzado- demasiado avanzado para la realidad económica y social de la España en que vivió-, tuvo el mérito  de trazar las grandes líneas teóricas de lo que podía haber sido la verdadera revolución democrático-burguesa en España. Y en el centro de su concepción política y social de España: el problema regional..
Su federalismo es, al principio, una teoría individualista y anarquizante, contradictoriamente ligada, sin embargo, a una visión orgánica y. en cierto modo tradicionalista de la historia de España. Los  sujetos del pacto no son sólo los individuos, sino también las colectividades. Ahora bien, cuando quiere precisar estas colectividades ha de recurrir a las regiones, a los reinos tradicionales, al municipio. ..Y la realidad es la de una España atrasada, con profundas diferencias estructurales, sometida al dominio de una oligarquía agraria, con islotes industriales y modernos incapaces de transformar el país, a su imagen y semejanza. Pi comprende esta dualidad, esta transformación, pero sólo la resuelve en el plano teórico y cree en la virtud regeneradora de la ilustración, de la propaganda, de la teoría, en una palabra...El siguiente paso lógico debería ser, pues, la admisión de la realidad del país y la vinculación de sus fórmulas teóricas con la verdadera savia orgánica de las regiones. Esto es, en definitiva, lo que pide Valentí Almirall, Pi se niega, sin embargo a dar este paso. Perfecciona, profundiza la teoría jurídica de su federalismo, pero se aísla cada vez más de la realidad política del país. Y cuando, en este panorama, surge el movimiento catalanista, su actitud es de reticencia y de esperanza al mismo tiempo. A través de Almirall el federalismo se ha integrado ya en la corriente catalanista y ésta puede permitirse el lujo de ignorar las ofertas de alianza de Pi patriarca, pero políticamente impotente. El catalanismo aprovecha a Pi como figura aislada, pero, de hecho, se desarrolla sin él. Prat ya habla de nacionalismo, identifica a la nación con Cataluña  y ve en España la simple entidad artificial Estado. La concepción regionalista, federalista de Pi, su voluntad de transformación del Estado, de modernización de las estructuras, han sido asimiladas por la burguesía nacionalista. Pero su opción política es otra: es una clase hegemónica de Cataluña, pasa a la acción independiente como intérprete y representante de una voluntad colectiva y, por consiguiente, su federalismo es instrumental; la voluntad democrática de Pi ha sido sustituida por el clamor de la tierra, por la savia orgánica de la comunidad histórica.
.Lo que ocurría, sin embargo, en que Pi y Almirall tenían puntos de vista  muy diferentes sobre el contenido social, el contenido de clase de la transformación federal de España. Concretamente: Almirall creía que la gran burguesía había de ser la fuerza hegemónica no sólo en Cataluña, sino en toda España. Cuando critica la decadencia de los catalanes, critica la Cataluña pequeño-burguesa, rural y artesana, aspira a una Cataluña europea, de capitalismo dinámico, expansionista y emprendedor. No cree que la transformación de España pueda ser obra de unas masas populares socialmente subordinadas.
Esta oposión política se convirtió en seguida en una oposición doctrinal, cuya esencia sólo podía ser una; el acercamiento del federalismo a las fuerzas vivas, el paso del federalismo al nacionalismo, la sustitución del pacto sinalagmático y conmutativo por la organización federal de las comunidades orgánicas. Rovira y Virgili lo explica a su modo, pero con claridad suficiente para marcar las diferencias””Pi y Maragll era, por encima de todo un federalista, Almirall, un catalán. En el primero  había más doctrina, más verdad doctrinal; en el segundo, más vida, más verdad real. El federalismo de Pi era principalmente una idea, un sistema. El particularismo de Almirall, pese s su amplitud generalizadora, era una expresión del problema vivo y concreto de Cataluña”.
¿Qué es, pues, Cataluña para Almirall?. Es la Cataluña capitalista, encabezada por una burguesía urbana dispuesta a derrocar el burocratismo centralista. Una Cataluña- sin duda- -más ideal que real .Almirall es extremadamente lúcido cuando analiza los defectos de la burguesía de la época cuando denuncia el conservadurismo, su timidez, su tendencia a pactar con el poder central, su exclusivismo clasista, que él quisiera ver sustituido por una clara voluntad hegemónica e integradora. Cataluña es un país de contrastes, una mezcla incoherente de progreso y atraso, de egoísmo estrecho y de altruismo.
El carácter catalán –dice- no es armónico, sino desequilibrado, como el castellano, pero por el lado opuesto. Predominan en él facultades reflexivas, poco brillantes en la forma. Le repugna ensalzar los hombres y tiende, en cambio, a hacer arraigar instituciones. Esto hace que  Cataluña sea la tierra de la medianía: ni grandes personalidades brillantes ni nadie absolutamente inepto. Las causas de la decadencia catalana no son sólo externas (presión castellana), sino también internas. La historia contemporánea da ejemplos bien claros de este espíritu decadente, de esa desnaturalización. La Reinaxença, por ejemplo, nacida por el impacto de las ideas liberales, se ha convertido en un movimiento conservador y retrógrado
La Renaixença chocó en seguida  con dos obstáculos: los adversarios naturales y los que tenían que ser sus decididos partidarios. Estos- es decir, la burguesía y la intelectualidad historicista y conservadora-son los peores. La revolución de 1868 fue el gran momento de aquella intelectualidad y de aquella burguesía. La idea del federalismo se había apoderado de todos: por un momento reinaba unanimidad en Cataluña
Almirall  hablaba , pues, de la necesidad de respetar y fomentar la manera de ser y las costumbres tradicionales de las comarcas forales, reivindica las provincias naturales contra las provincias artificiales creadas por el unitarismo, denuncia con violencia el centralismo y el uniformismo jacobinos, acusándolos de haber reemplazado la tiranía del antiguo régimen por la nueva tiranía del radicalismo igualitario y del uniformismo artificial, critica el sistema de partidos políticos vigentes en la España de la Restauración, critica justa en sí misma pero que le llevará a oponerse al sistema mismo, y acaba dando el paso decisivo..
Rovira y Virgili resume la posición de Almirall diciendo que…””sostenía la tesis de que en Cataluña los partidos deben ser catalanes por su ideario y por su organización y que los ciudadanos de nuestro pueblo no deben encuadrarse en los partidos generales españoles. Quería sustituir la política española en Cataluña por la política catalana.””
Este afán de integrar todas las fuerzas del país, obliga a Almirall, naturalmente, a subordinar las diferencias internas y la superior condición de catalanidad:…”no debe de haber diferencias de partidos ni de opiniones. La reivindicación de los que constituye nuestra manera de ser está muy por encima de todas estas diferencias….ninguna solución particularista vendrá ni se solidificará por el esfuerzo de un solo partido, por poderoso que se le suponga. Sólo puede traerla una explosión de sentimientos de todo el pueblo, un movimiento general de la opinión. Por este motivo estamos en el campo catalanista todos los que más distinta amanera pensamos en otras materias…
El objetivo de esta movilización colectiva del pueblo catalán bajo la dirección hegemónica de la burguesía industrial y urbana es claro y explícito:¿Cuán distinta sería nuestra suerte si así como las circunstancias nos llevarán a la unificación por la absorción y dominio del centro sobre los extremos forales, hubiéramos llegado a la unidad por la influencia mucho más saludable y legítima de los extremos forales sobre el centro….
La burguesía  catalana ha intentado, una y otra vez penetrar en la política de Madrid. A costa de mucho trabajo y mucha constancia ha conseguido algún puesto de segunda o tercera fila, pero nunca se ha impuesto del todo porque no ha participado en el gobierno con personalidad propia, es decir, como clase diferenciada.
Rechaza pues el separatismo (…el catalanismo regionalista aspira, sí, a romper la unidad uniformadora que nos ahoga, pero con la misma fuerza desea la unión que ha de darnos salud y fortaleza. No queremos vivir amarrados y atados, pero sí enlazados con las demás regiones.
En definitiva el catalanismo  aspira a una transformación total de la organización política española, a una participación de la burguesía industrial en el poder, adecuada a su peso económico y social; a un desarrollo capitalista sin trabas , y a una expansión imperial Desmintiendo aquel  recurso propagandístico del” no miremos más que a nuestra región.”
.El federalismo…””La figura de Almirall me parece, pues, capital en la trayectoria del federalismo al nacionalismo. Hemos visto en el federalismo de Pi i Maragall una posible teoría de la revolución democrático-burguesa, demasiado avanzada quizás para las condiciones sociales en que tenía que apoyarse. A mitad de camino entre una burguesía todavía no claramente diferenciada interiormente y una clase obrera con fuertes reminiscencias artesanales. Pi, se negó a dar el paso doctrinal lógico después de la comprobación en la práctica de la falta de verdadera base social de su federalismo. El paso tenía que ser o el acercamiento claro y definido a un movimiento obrero que ya empezaba a participar en la vida política con peso y organización propios , o la  proximidad a una alta burguesía ya hegemónica en Cataluña, para convertirla en el motor de la revolución democrática….””Almirall se equivocaba, sin embargo, en un punto fundamental: en la apreciación de la capacidad renovadora del impulso revolucionario de la alta burguesía catalana, sobrestimaba su potencial económico y social. No debemos olvidar que la burguesía catalana era estructuralmente incapaz de llevar  a cabo una gran expansión moderna, le faltaban las bases económicas e institucionales. Atemorizada por la presencia de la clase obrera en la contienda política se había lanzado en brazos de la oligarquía agraria”…Cuando, finalmente, se lanzó a la aventura catalanista, lo hizo impulsado por la desesperación ente el desastre de 1898, pero no sin intentar el último compromiso del polaviejismo.  José Pla ha definido la continuidad Almirall-Prat con una frase elemental y lapidaria:””la filosofía política es siempre la misma: es el particularismo de Almirall, puesto por Prat al alcance del sentimentalismo medio””..”La frase  contiene, en el fondo, una verdad profunda: Prat de la Riba puso el impulso regeneracionista, integrador y nacionalista de Almirall al alcance de una burguesía mucho más conservadora y tradicionalista que la clase hegemónica ideal que éste último quería poner al frente del pueblo catalán.
.”El oportunismo de Prat de la Riba era, en definitiva, la formulación teórica del gran problema insoluble de la burguesía catalana, de su gran drama político: la necesidad de luchar contra un Estado del que no podía prescindir ni un solo momento, la necesidad de movilizar en esta lucha a masas que podían llegar a imponerse por ´sí mismas, la necesidad de iniciar un proceso revolucionario, pero limitado, ab initio, sus posibles efectos. Aquella burguesía, dividida entre el deseo y la posibilidad, entre la exigencia y el temor, sólo podía ser oportunista y pragmática, avanzar poco apoco, combinar el avance con el retroceso, huir por principio de los radicalismos en la práctica, esto es lo que Prat intentó explicar y sintetizar con su oportunismo teórico y doctrinal”.
...El federalismo es, para Prat una especie de solución de compromiso, la mejor fórmula posible en el contexto español, la única capaz de conciliar la contradicción entre la rotunda afirmación teórica de la aspiración a un Estado propio y el deseo concreto de conquistar el Estado Español, de no separarse del mercado español. Por otro lado. Él mismo señala, al analizar los grandes ejemplos históricos de organización federal. Que….el federalismo aparece así como una especie de puente que lleva al Estado unitario, como una especie de andamio de las formaciones políticas unitarias. Pero nunca entró en grandes precisiones sobre la organización federal del Estado español, ni hizo en este terreno obra original….Por medio de la organización regionalista, que consiste en la unión federativa de las antiguas nacionalidades españolas…En cuanto a las formas concretas de esta organización, atribuye al poder central de la federación todas las facultades “”referentes a las relaciones de España con los demás Estados y, en general, a intereses que sean comunes a todas las regiones españolas, como el ejército, las aduanas, los ferrocarriles generales etc. El poder nacional catalán tendrá todas las demás….Para Prat , la vía del triunfo pasaba, por la movilización del pueblo catalán, por la disciplina y la educación política de éste bajo la dirección de la burguesía, por la eliminación del caciquismo, por la propaganda hacia fuera, por la penetración lenta en las estructuras del Estado Español, por la presión sobre éste, no sólo desde Cataluña sino, en la medida de lo posible, desde otras zonas periféricas, y, finalmente, por la entrada en el gobierno en las mejores condiciones posibles…Cierto que con los años Prat volvió a hablar de integración, creó instrumentos modernos para propiciar y pudo pasar por reformista social. Fomentó la enseñanza técnica, creó el Museo Social e incluso llamó a socialistas- como Rafel Campalans-para dirigir las escuelas técnicas e industriales. Cierto que con el tiempo dejó de hablar públicamente de sus primeras elucubraciones teocráticas-corporativistas. Pero el esquema de base nunca varió: la subordinación social de los obreros como clase, la supremacía de los patronos como clase en el marco de la nación común. Lo único que cabe discutir es si la burguesía era un freno para los dirigentes nacionalistas o si estos dirigentes llegaron a serlo, precisamente, porque nunca superaron los límites de lo que aquella burguesía deseaba. Personalmente me inclino( escribe Jordi solé Tura) por las segunda hipótesis, es decir, creo que Prat de la Riba se convirtió en el dirigente político de la burguesía catalana porque le dio el programa y la visión del mundo que ésta esperaba, el programa y la visión que más cuadraban con su realidad social. En esto radica su fuerza y su debilidad. Su fuerza porque edificó una doctrina sobre la roca viva de una clase social hegemónica; su debilidad porque siempre  estuvo prisionero de los límites que esta clase se había trazado a sí misma de las contradicciones que la reducían a la impotencia. En definitiva un sector importante de la burguesía y clases  medias e intelectuales de la época impulsaron los cambios en Cataluña y una nueva visión de su Catalanismo ,igual que ahora con la Independencia.
Nota final de última hora en relación a la reivindicación de las areas Sanitarias de Cataluña: Tierras del Ebro,,Tarragona, Barcelona Ciudad,Metropolitana Norte, Meropolitana Sur, Cataluña Cemtral,  LLeida,Alt Pirineo y Aran y Girona.....de Extremadura,: (Provincia de Cáceres)Cáceres, Plasencia, Coria,Navaldomral de la Mata, (Provincia de Badajoz)Badajoz, Mérida,Villanueva Don Benito, y  Zafra,