1.988.
Federalismo y Estado de las Autonomías(Editorial Planeta)Varios Autores.
Jaume Lorés ,
escribe”””La propuesta federalista del PSC busca alentar una nueva concepción
de España a través de una nueva concepción del Estado. Si el autonomismo
considera irresoluble el problema de España, el centralismo actual considera irresoluble el problema de Ctaluña.
La opción federalista juega la baza de resolver de una vez por todas este
problema secular. Porque una nueva concepción
de España traería como consecuencia inmediata una nueva concepción de
Cataluña. La desactivación del nacionalismo catalán. Siempre quedarían las
tensiones entre poderes diversos, pero desparecerían las tensiones entre
pueblos. Esta nueva concepción del Estado, a través de la llamada lectura
federal de la Constitución , traería a la larga como consecuencia de la unidad
de España no, tuviera como eje la concentración de poderes en el Estado central
y el uniformismo político emanado de dicho Estado. Como haría innecesariamente
la constante autoafirmación de Cataluña ante el Estado central y la política de
éste. Al arrastrar la idea del Estado
central como fruto de un consenso activo, participativo y arraigado entre los
diversos pueblos hispanos, conllevaría como consecuencia una concepción de España como fruto de un
pacto leal y siempre renovado desde la lealtad. La unidad de España nacería de
la libertad de sus pueblos y no de la fuerza del Estado.La solidaridad
sustituiría al uniformismo.
Pero se trata de
un proceso largo. Que sólo puede nacer del convencimiento de que el actual
litigio constante entre Cataluña y España no es beneficioso para ninguno de los
dos polos. Requiere visión de Estado más que visión de partido. Aunque
legalmente consistiría en una redistribución nueva de poderes a partir del poder central, anímicamente
simbolizaría a la vez una emanación del
poder central nacida del consenso entre poderes. Y quizás más que de poderes se
tendría que hablar de pueblos. Porque en el entresijo entre niveles
ideológicos, emotivos, jurídicos, administrativos y políticos deben tenerse en cuenta
todas las variantes combinatorias posibles. Por eso sería inválido el actual
federalismo solidario que generó el espíritu de la LOAPA. Se trata de buscar
una concepción federalista abierta que sepa valorar y potenciar la riqueza del
hecho de que las diferencias colaboren en lealtad sin perder la diversidad.
Queda en pie el
actual problema de la validez de la Constitución y de los Estatutos. Todo
depende de que se considere la constitución como hija de un pacto o como hija
de una imposición. La ambigüedad del texto
constitucional muestra a las claras su origen en un pacto difícil. El
hecho de que se haya encardinado en la democracia y asentado suficientemente no
es ninguna excusa legítima para enterrar el espíritu de pacto. La transición
fue un pacto no sólo entre un sector del tardofranquismo y las fuerzas
democráticas, sino a la vez entre éstas. Y
eb aquel momento, las fuerzas democráticas catalanas eran acogidas en
tanto que democráticas y en tanto que se reconocía su especificidad como
catalanas. La Constitución fue a la vez
fruto de un pacto entre partidos y un pacto entre pueblos. El hecho de que un
partido democrático y de nivel estatal
ocupe hoy el poder en España no es ningún argumento para convertir ese pacto en
papel mojado e interpretar la Constitución, sobre todo lo que se refiere al
tema autonómico, con lectura desde el espíritu de pacto. Éste es el
resquicio que permitirá ir introduciendo
una interpretación federal de la misma convirtiendo sus ambigüedades en
potencial riqueza. Tres cuartos de lo mismo sucede con el Estatuto Catalán. Que
debería leerse no sólo como pacto de Cataluña con el Estado, sino como pacto de las fuerzas catalanas entre sí.
Y que se aplica, a causa de la actual mayoría absoluta, de forma análoga como
la mayoría absoluta española aplica la Constitución en el Estado.
Este espíritu de
pacto obliga en buena lógica a que la lectura federalizante de la Constitución
no se pueda hacer por imposición mayoritaria de una fuerza política, sino por
pactos consensuados de las diversas fuerzas políticas del Estado y, en el caso
de Cataluña, de su actual abanico político. Aquí no se trata de vencer sino de convencer.
Resumen de:
Salvador Pastor
Blasco
Periodista
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