CÓMO SACAR LO MEJOR
DE LOS DEMÁS. CONSECUENCIAS DE TENER UN LÍDER CARISMÁTICO.
Las ocho cualidades que definen el verdadero carisma
Las ocho cualidades que definen el verdadero carisma La
confianza es un factor esencial. (Corbis)
Héctor G. Barnés 03/09/2012
Todos conocemos a alguna de esas personas que consiguen ser
el centro de atención en cualquier reunión social, sin grandes alardes ni
aspavientos, simplemente a través de su mera presencia. Muchos de ellos son
estrellas del cine o a la televisión (lamentablemente cada vez encontramos
menos de estos personajes en la política), pero también nos habremos cruzado
con alguno de ellos en nuestra vida laboral –el jefe inspirador, el comercial
encantador– o su fascinante encanto habrá interferido en nuestros propósitos
amorosos. Pero ¿se trata de algo innato o es el producto de un largo proceso de
aprendizaje y desarrollo de habilidades sociales? La persona carismática, ¿lo
es porque se comporta de una manera especial o puede comportarse como quiera
debido a que su hechizo ha embrujado a todos sus compañeros? Más bien lo
segundo, señalan los investigadores.
Diversos estudios se han destinado a averiguar qué rasgos
definen a las personas carismáticas, que no deben ser confundidas con los
ególatras inaguantables que, todo sea dicho, suelen causar más rechazo que
aceptación. Como señalaba John T. Marcus hace ya medio siglo, el líder
carismático no es el que empequeñece a los demás, sino el que consigue inspirar
a los que le rodean con el objetivo de sacar lo mejor de ellos, lo que
explicaba el éxito que habían conocido figuras históricas como Adolf Hitler,
Winston Churchill o Charles DeGaulle. Aunque discutibles, todos tenían algo en
común: una visión y la capacidad de que sus seguidores se sintiesen
identificados con ella.
Los líderes prestan atención a los demás y no los
criticanSin embargo, investigaciones recientes han detallado de manera más
clara qué es lo que define a una persona carismática. No se trata tan sólo de
una cuestión de serlo, sino también de comportarse como tal, como señala Jay A.
Conger, uno de los científicos sociales que más se han dedicado al tema. En su
libro El líder carismático (McGraw Hill), Conger añade que es en la intensidad
de sus acciones donde se encuentra el factor decisivo para ser un líder, así
como una credibilidad a prueba de bombas. Pero ¿cuáles son las acciones que
distinguen a estos irreprochables líderes? A continuación presentamos algunas
de las que Conger y otros compañeros han definido en el transcurso de los años.
–Escuchan. Para
que quienes lo rodean se sientan apreciados, es necesario que el líder
carismático los escuche detenidamente, se detenga a reflexionar en sus ideas y
no considere que sus ideas son mejores que las de los demás. Ninguna persona
con carisma recibe la confianza de los demás si estos perciben que su superior
ignora continuamente las propuestas ajenas y considera maravillosas las suyas
propias. Además, son buenos comunicadores, ya que hacen que los demás sientan
que sus ideas son apreciadas (aunque resulten finalmente rechazadas), y para
ello, hacen falta habilidades comunicativas.
–Crean confianza e
inspiran. Algo que se obtiene a través de la experiencia y la acción
ejemplar, principalmente a través de la capacidad de reconocer y enmendar los
propios errores y de hacer comprender a los demás sus aciertos y equivocaciones
en la justa medida. Un líder que ha perdido su credibilidad difícilmente
volverá a ser considerado referencia entre sus seguidores. Además, a través de
esa confianza que sus compañeros depositan en ellos, son capaces de servir de
inspiración, potenciando las virtudes de los mismos y relativizando los
defectos que todos tenemos.
–No son conformistas.
Las personas más valoradas son aquellas que perciben algún error o injusticia
en su entorno y son capaces de poner en marcha el proceso necesario para poner
solución a tal problema. Para una persona carismática, siempre existe algo
susceptible de ser mejorado, y que por lo tanto, requiere de su protagonismo.
Su descontento conduce a la acción, y ésta, al cambio.
–Son visionarios.
Ya no se trata simplemente de ser capaz de tener una buena idea, ser hábil en
determinados campos o ser muy productivo, sino de ser capaz de elaborar un
proyecto personal e intransferible que les distinga de sus iguales. Si son
capaces de configurar esta visión de manera acertada, atraer a sus seguidores
sin manipularlos y granjearse su confianza a través de los medios indicados, el
líder podrá enfrentarse a cualquier empresa por ambiciosa que sea. Al fin y al
cabo, el carisma está relacionado de manera íntima con la altura de miras.
Las personas carismáticas predican con el ejemplo y están
dispuestas a sacrificarse–Toman riesgos y se sacrifican. Para ser capaces de
alcanzar esa visión personal, los líderes deben predicar con el ejemplo. Y, por
lo tanto, han de actuar en consonancia con las ideas que propugnan. No se puede
pedir a los demás algo que uno no está dispuesto a dar y pretender que se siga
confiando. Ser el primero en prestar ayuda, en reconocer la posibilidad del
fallo y en aceptar las consecuencias de una decisión equivocada es la
diferencia entre el líder que da la cara y el que se esconde o el que, peor
aún, deposita siempre la responsabilidad de los errores en sus compañeros.
–Son creativos.
El ingenio y la capacidad para abandonar las concepciones predeterminadas
distinguen a una persona carismática de otra simplemente competente. Sus
aspiraciones son diferentes a las del resto de (conformistas) mortales, que
requieren una serie de habilidades diferentes que les ayuden a encabezar
proyectos. Si se encuentran en permanente lucha con el statu quo impuesto, sus
herramientas para el cambio no pueden ser las mismas, y si quieren llegar a un
público acostumbrado a determinados mensajes, habrán de emplear una forma
alternativa de expresión que los distinga de lo convencional. Ya se sabe: si
quieres resultados diferentes, uno debe seguir métodos distintos.
–No critican a los
demás. Aunque hayan cometido errores, cotillear a espaldas de los
compañeros sólo conduce a la pérdida de confianza de estos, que sospechan que
pueden ser objetivos de los comentarios malintencionados del “listillo” en
ocasiones sucesivas. En el fondo, las personas más carismáticas lo son por
mostrarse humanos, aunque pueda sonar paradójico: reconocen que un error lo
puede tener cualquiera –aunque ellos sepan ocultarlo bien– y recuerdan que lo
importante no es volver a repetirlo. Eso sí, es importante no caer en la
condescendencia del que considera que los errores de los demás son tan frecuentes
que es mejor acostumbrarse a ellos.
–Hablan de
“nosotros”, no de “yo”. El egocentrismo no es precisamente una cualidad
frecuente entre las personas carismáticas; sí lo es implicar a los demás en el
proyecto que uno ha comenzado. Es importante que todos los miembros de la
empresa se sientan parte del mismo barco, no que son meros acompañantes del
líder en la realización de su empresa personal. Lo importante es el objetivo
común y que cada uno adopte el papel que la empresa necesita, no la realización
personal del líder.
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