ARTÍCULO
QUE EN SU DÍA PUBLIQUÉ ,REFERENTE A
XAVIER DOMENECH, COMO PROFESOR DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE
BARCELONA, CRITICANDO LAS TESIS DE JORDI
SOLÉ TURA Y SU POSTERIORES LIBROS, ANTES DE ENTRAR EN POLÍTICA ACTIVA.
Xavier Domènech ,por su parte en un
artículo publicado en el pasado año, hacia algunas reflexiones dedicadas a la publicación del
libro de Jordi Solé Tura “Catalanisme i revolució burguesa” y al movimiento
denominado “lerrouxisme” en Cataluña.Que nos pueden ayudar a entender con lo
escrito anterior del espíritu del Peronismo hacia donde puede encaminarse el
nuevo Partido Político de Ada Colau, actualizando las premisas y adecuando a la
actualidad la ideología.
Xavier ,comenta que, se cuenta que cuando
J.B. Cendrós i Carbonell, prohombre del catalanismo cultural ligado a Òmnium,
al Institut d’Estudis Catalans y a la Enciclopèdia Catalana, se encontró en la
librería de la que era propietario con la publicación de Jordi Solé Tura
Catalanisme i revolució burgesa, se produjo un breve y preciso interludio.
Corría el año 1967 y lo que leyó Cendrós al abrir el libro por su primera
pagina fue que esta "es la historia de una revolución burguesa
frustrada". La respuesta, hecha en voz alta, no podía ser más significativa:
"Frustrado, yo? De qué?". Probablemente esta es la mejor crítica que
se puede hacer, entre muchas otras, al libro de Solé Tura que ha dado por ríos
de tinta e incluso para acuñar una categoría política: "soleturismo".
Cabe decir, además, que es una crítica fundada, no sólo por ser verdadera
históricamente, y en su caso incluso personalmente, sino en el sentido de que
por lo menos antes de realizarla Cendrós había leído la primera página. Muchos
de los que han convertido este libro en categoría política, no todos
ciertamente, parecen no haber realizado ni ese esfuerzo.
Al fin y al cabo cuando se afirma que el
"soleturismo" es el principio según el cual las clases populares en
Cataluña están divididas por razón de lengua, una versión intelectualizada así
del "lerrouxismo", o bien que el nacionalismo sólo tiene una base
posible exclusivamente burguesa, en realidad se está haciendo una afirmación
absolutamente gratuita, por mucho que se haya reiterado hasta la saciedad que
era así. El "pecado" de Solé Tura fue otro. Al fin y al cabo el
mensaje final de su libro, de un tono claramente maurinista, era que la clase
obrera debía convertirse en la puntera y
renovadora de la lucha por la emancipación nacional. Pero en el camino hacia
esta conclusión señaló que Prat de la Riba, considerado por muchos como el
primer padre de la patria, era fundamentalmente un reaccionario. Un brillante
reaccionario, si se quiere, que estaba en contra del sufragio universal y a
favor del sufragio corporativo, ya que según él "las clases obreras tienen
más asegurados sus derechos por un sistema que les otorga un número de
representantes proporcional a su importancia". Era también el hombre que
impedía que el artículo de Joan Margall, pidiendo que no se ajusticiara a
Ferrer i Guardia tras la Semana Trágica, fuera publicado antes de su
fusilamiento. En una época donde Jordi Pujol se reflejaba en la figura de Prat,
mientras otros consideraban que el análisis de Solé Tura podía romper la
posible unidad futura del antifranquismo, este fue el verdadero delito de su
libro.
Sin embargo el término
"soleturismo" es de uso para iniciados. El concepto que corre como
moneda más común es el de lerrouxismo. Un término con una capacidad innegable
de resurgimiento en los momentos críticos, como el actual, donde los
movimientos políticos emergentes parecen no querer obedecer a las categorías
disciplinadoras de todo un mundo hecho de sobreentendidos Así a raíz de la
aparición de Podemos, y en algún momento incluso con la de Guanyem, se ha
utilizado de nuevo intensamente el mito del lerrouxismo y el soleturismo. Hay
en este uso una cuestión de fondo: la pérdida de una tradición republicana y
popular en el marco de las izquierdas catalanas, al dejar que el relato del
catalanismo se construya sobre categorías de origen conservador. Esto afecta al
olvido sobre la tradición republicana y obrera del XIX, a la lectura a veces
sesgada del anarquismo, y en ella de Salvador Seguí, y en la incomprensión
final de un catalanismo popular y de izquierdas, si no es subordinado a las
categorías generadas por la derecha. El lerrouxismo, para bien o para mal,
también forma parte de esta historia más allá de los mitos.
Lerrouxismo y lerrouxistas
Lerrouxismo sería en este marco
interpretativo aquel movimiento político que a partir de la utilización de la
demagogia habría hábilmente conseguido separar la clase obrera catalana a
partir de su origen. Realmente tiene mérito que el lerrouxismo lograra esto
precisamente cuando en Cataluña, así como en Barcelona, ??prácticamente toda su
clase obrera era de origen y habla catalana, ya que faltaba todavía una década
para que se iniciara intensamente la migración de fuera de Cataluña. Más mérito
tenía hacer esto con el apoyo de Valentí Almirall, padre del catalanismo de
izquierdas, durante las elecciones de 1903. Apoyo dado contra la "ridícula
teoría del 'catalanismo político" y en defensa del autonomismo democrático
frente lo que llamaban catalanismo reaccionario encarnado por la Lliga
Regionalista. De hecho, fue este mismo año en el que las candidaturas
"lerrouxistas" llegarán a agrupar 35.000 votos en Barcelona, ??en una
victoria inapelable frente la Lliga. La cifra de votos más alta que obtuvo
nunca un partido de izquierdas en la ciudad hasta en 1931. Fue también
precisamente en ese mismo momento en el que nació la idea, desde la publicista
lligaire, de que en realidad sus votantes eran "forasteros que odian la
tierra que los mantiene y los enriquece”, para acabar concluyendo, ante las
derrotas sucesivas que llevarán al control por parte del "lerrouxismo"
del Ayuntamiento de Barcelona, ??incluyendo en sus candidaturas a un joven
Francesc Layret, que en realidad "La mayoría obrera de Cataluña no es
catalana, sino fruto de la inmigración".
Lerroux llegó a Cataluña de la mano de
Federico Urales (Juan Montseny), fundador de la Revista Blanca y padre de
Federica Montseny, compartiendo mítines con Teresa Claramunt o Josep Prats, en
la medida en que se había destacado como casi única voz pública contraria a los
procesos de Montjuïc, producidos tras la detención y tortura de 400 anarquistas
en 1896, y de ahí su popularidad entre la clase obrera. Pero su éxito político
provino de otro lado. Con él como catalizador el republicanismo catalán se
modernizó entrando de lleno en la era de la política de masas y se articuló
como una propuesta que iba más allá de las prácticas mesocráticas, para
adentrarse dentro del obrerismo. Se convirtió en una propuesta de corte
populista de articulación política y social. Un verdadero partido-sociedad, con
la expansión de las cuarenta y dos fraternidades republicanas y de una
treintena de escuelas laicas por los barrios de Barcelona y en poblaciones como
la Bisbal del Penedès, Molins de Rei, Cornellà o Terrassa. Red que tenía su
centro en la Casa del Pueblo inaugurada en 1906 en el Eixample barcelonés de
2.500 metros cuadrados. Este centro, aparte de servir como espacio de
asambleas, biblioteca o representaciones teatrales, actuaba como núcleo del
cooperativismo de consumo, servicios médicos, jurídicos y de recursos
culturales, corales, grupos de teatro popular, cajas de resistencia para los
presos y de las escuelas republicanas que seguían los métodos de Ferrer i
Guardia.
El "lerrouxismo" en este
sentido se articuló a partir de un discurso obrerista -a pesar de no ser una
propuesta de clase-, anticlerical y laicista, agrupando en el camino desde los
grupos feministas, como la Sociedad Progresiva Femenina de Ángeles López de
Ayala, hasta las entidades librepensadoras. También se articuló desde el
discurso anticatalanista, pero en este caso era un anticatalanismo entendido
como antilliga. Marco en el que se entienden por ejemplo los apoyos de un
Valentí Almirall, de un Jaume Mir -veterano de la revista de corte libertario
íntegramente en catalán La Tramuntana- dentro de la prensa lerrouxista, o de
Ignasi Clara antiguo director de Huelga General y dirigente anarquista de la
huelga general de 1902. Era un anticatalanismo dirigido hacia la Lliga, pero no
anticatalanidad. Los ataques más viscerales contra lo que representaba el
nacionalismo conservador podían ir acompañados en el propio Lerroux por una
defensa del catalán como lengua y no como dialecto en las Cortes españolas, de
la reivindicación de la autonomía de Cataluña o de las afirmaciones del líder
radical sobre una Cataluña que "es un pueblo que tiene historia propia,
vida propia, lengua propia, literatura y arte propios, personalidad propia con
todos los caracteres étnicos de una raza aparte".
Este anticatalanismo no es sólo propio
del lerrouxismo, se puede encontrar en el republicanismo catalán anterior a su
emergencia, así como posteriormente en la portada de 1907 del primer número de
la cabecera anarcosindicalista Solidaridad Obrera, llamada así por oposición a
la Solidaritat Catalana, o años después en el mismo dirigente sindical Salvador
Seguí. En este último sentido, en el discurso realizado en 1919 en Madrid, que
en su reconstrucción hecha décadas después ha sido utilizado para presentar un
Noi del Sucre protoindependentista, afirma en el original de 1919 cosas como la
siguiente: "En Cataluña no hay problema catalán, Porque allí solamente
siente ese problema la burguesía organizada, que está bajo los auspicios de la
Lliga Regionalista (...) un problema que realmente era nada más que una
lucubración mental".
Ejemplos que, no obstante, no nos hablan
de una escisión planteada en términos de españolismo versus catalanismo, sino
en términos de clase donde se entiende el catalanismo político dominante como
algo propio de la burguesía. Esta escisión no se cerrará realmente, y esto no
afecta sólo al lerrouxismo, hasta los años 30, momento en el que el propio
Josep Termes, el gran crítico de Solé Tura, señala como el de "la
incorporación del obrerismo al catalanismo, culminando en él todo un juego de
clases sociales". No sería hasta entonces que se podría hablar de la
"nacionalización" de una parte importante de las clases populares
catalanas. Proceso, que en todo caso, evidentemente no protagonizó la Lliga y
por ello miembros destacados de ésta acabaron apoyando al franquismo: en realidad
eran dos concepciones nacionales claramente diferenciadas Ahora bien hay una
parte de esta pulsión “nacionalizadora” hacia las clases populares que presenta
como reverso siempre el peligro "lerrouxista". Así el lerrouxismo se
convierte en un mito útil, un espejo deformado donde se presentan los caminos
que nunca se deben seguir, estigmatizando, alienando y haciendo incomprensible
en el proceso una parte de la historia de los de abajo en y de Cataluña.
El color de la libertad...
Hubo un lerrouxismo españolista? Sí. Esta
afirmación no puede englobar la explicación de este fenómeno, como se hace
habitualmente, pero sí un momento particular del mismo. Este se dio con la
emergencia de la Solidaridad Catalana, como frente patriótico propiciado
inicialmente por el republicano español Nicolás Salmerón, dirigente máximo de
la Unión Republicana, que era al fin y al cabo el partido de Lerroux, desde las
Cortes españolas y aceptado por Cambó. Para Salmerón, y para una parte de la
Unión Republicana catalana, se trataba de recuperar la alianza tradicional con
las clases medias, que eran su base en España y que en Cataluña habían
basculado en parte hacia la Lliga, y superar así, en sus propias palabras,
"la representación reducida de los elementos populares". La escisión entre
un republicanismo pequeño burgués y menestral y lo que representaba el
lerrouxismo en Cataluña estaba servida. Para compensar esa perdida, en las
elecciones de 1907 el lerrouxismo catalán buscó en el españolismo la
posibilidad de atraer electoralmente al funcionariado ligado al Estado y a la
pequeña burguesía españolista, más allá de su voto de clase obrera. Operación
que se saldó con un fracaso absoluto, a pesar de que retuvo una importante
bolsa de votantes entre las clases populares barcelonesas, y con la victoria de
la Solidaritat Catalana. Lerroux mismo tuvo que exiliarse poco después,
condenado a prisión por un artículo donde se defendía a Mateu Morral, y se
iniciaron los años del lerrouxismo sin Lerroux, mostrando claramente que el
fenómeno iba mucho más allá de su líder. Años donde éste abandonó el discurso
españolista. Años también de creación de nuevas organizaciones, como las Damas
Rojas o varias entidades juveniles, de penetración en el sindicalismo y de
movilización de la base social republicana con concentraciones que, como el
Encuentro de la Libertad de Sabadell, reunían a decenas de miles de personas.
Fue en este camino en el que consiguió
una nueva victoria electoral en las elecciones generales de 1908, donde agrupó
en Barcelona unos 30.000 votos, y la derrota de una Solidaritat Catalana cada
vez más claramente identificada con la supervivencia política de la Lliga. Como
analizaba uno de los dirigentes más lúcidos del primer nacionalismo político de
izquierdas, y de hecho el primero que sintetizó claramente la lucha por el
socialismo con la lucha por la emancipación nacional, Gabriel Alomar, "la
derrota solidaria vino. ¿Por qué? Porque el color de la libertad en aquella
hora fue... antisolidario."
El dominio electoral lerrouxista se
mantuvo en Barcelona, ??al tiempo que se extendió por Cataluña incluso después
de la Semana Trágica. Su declive no provino tampoco de aquí, como no lo hizo
con anterioridad de la movilización patriótica, sino del momento en el que
quiso convertirse en una sólida opción electoral española. El lerrouxismo era
un fenómeno de modernización política que tenía como base las clases populares
en clave claramente catalana. El camino hacia España, era un camino hacia otra
configuración de clases, el camino hacia un discurso más moderado. En el
proceso descubrió, como descubriría toda opción de izquierdas en Cataluña
posteriormente, que no era posible con el mismo discurso intentar reinar en
España y ser príncipe de Cataluña. Fue entonces el momento de la consolidación
del anarquismo, en este caso claramente ya a partir de una propuesta de clase,
como principal opción de la clase obrera catalana. No tenía, además,
competencia posible en la forma de consolidación de un partido socialista al
que el lerrouxismo había cortado todos los caminos. El lerrouxismo propiamente
catalán como tal desapareció convirtiéndose ya durante los años treinta en una
opción española republicana de derechas, con Lerroux como Presidente del
gobierno de la República, momento en el que la Lliga ya no tendrá ningún
problema para pactar con él, con los carlistas y la CEDA para articular el
Front Català d’Ordre en las elecciones de febrero de 1936.
El primer lerrouxismo pervivió de todos
modos en forma de mito. Un mito que sirve para disciplinar y negar parte de la
historia de las clases populares catalanas hasta convertirla en extraña a ellas
mismas, caso del lerrouxismo, o que hace parte de su historia sólo relevante en
la medida en que confirma su carácter "nacional", caso de Seguí o de
la lectura de sólo una parte de la historia del anarquismo. Como juego de
espejos y contraespejos funciona, para comprender las dinámicas sociales y
políticas encubre, más que descubre. Finalmente hasta el propio catalanismo se
convierte incomprensible, si no es de forma puramente autorreferencial, y
subordinando su articulación en proyectos de emancipación social y nacional a
pulsiones que vienen de otras latitudes que poco que ver tienen con el color de
la libertad de Alomar..
Salvador Pastor Blasco
Periodista
www.convivenciaysolidaridad.blogspot.com
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