martes, 4 de septiembre de 2018



ARTÍCULO QUE EN SU DÍA PUBLIQUÉ  ,REFERENTE A XAVIER DOMENECH, COMO PROFESOR DE HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DE BARCELONA, CRITICANDO  LAS TESIS DE JORDI SOLÉ TURA Y SU POSTERIORES LIBROS, ANTES DE ENTRAR EN POLÍTICA ACTIVA.
Xavier Domènech ,por su parte en un artículo publicado en el pasado año, hacia algunas  reflexiones dedicadas a la publicación del libro de Jordi Solé Tura “Catalanisme i revolució burguesa” y al movimiento denominado “lerrouxisme” en Cataluña.Que nos pueden ayudar a entender con lo escrito anterior del espíritu del Peronismo hacia donde puede encaminarse el nuevo Partido Político de Ada Colau, actualizando las premisas y adecuando a la actualidad la ideología.
Xavier ,comenta que, se cuenta que cuando J.B. Cendrós i Carbonell, prohombre del catalanismo cultural ligado a Òmnium, al Institut d’Estudis Catalans y a la Enciclopèdia Catalana, se encontró en la librería de la que era propietario con la publicación de Jordi Solé Tura Catalanisme i revolució burgesa, se produjo un breve y preciso interludio. Corría el año 1967 y lo que leyó Cendrós al abrir el libro por su primera pagina fue que esta "es la historia de una revolución burguesa frustrada". La respuesta, hecha en voz alta, no podía ser más significativa: "Frustrado, yo? De qué?". Probablemente esta es la mejor crítica que se puede hacer, entre muchas otras, al libro de Solé Tura que ha dado por ríos de tinta e incluso para acuñar una categoría política: "soleturismo". Cabe decir, además, que es una crítica fundada, no sólo por ser verdadera históricamente, y en su caso incluso personalmente, sino en el sentido de que por lo menos antes de realizarla Cendrós había leído la primera página. Muchos de los que han convertido este libro en categoría política, no todos ciertamente, parecen no haber realizado ni ese esfuerzo.
Al fin y al cabo cuando se afirma que el "soleturismo" es el principio según el cual las clases populares en Cataluña están divididas por razón de lengua, una versión intelectualizada así del "lerrouxismo", o bien que el nacionalismo sólo tiene una base posible exclusivamente burguesa, en realidad se está haciendo una afirmación absolutamente gratuita, por mucho que se haya reiterado hasta la saciedad que era así. El "pecado" de Solé Tura fue otro. Al fin y al cabo el mensaje final de su libro, de un tono claramente maurinista, era que la clase obrera debía  convertirse en la puntera y renovadora de la lucha por la emancipación nacional. Pero en el camino hacia esta conclusión señaló que Prat de la Riba, considerado por muchos como el primer padre de la patria, era fundamentalmente un reaccionario. Un brillante reaccionario, si se quiere, que estaba en contra del sufragio universal y a favor del sufragio corporativo, ya que según él "las clases obreras tienen más asegurados sus derechos por un sistema que les otorga un número de representantes proporcional a su importancia". Era también el hombre que impedía que el artículo de Joan Margall, pidiendo que no se ajusticiara a Ferrer i Guardia tras la Semana Trágica, fuera publicado antes de su fusilamiento. En una época donde Jordi Pujol se reflejaba en la figura de Prat, mientras otros consideraban que el análisis de Solé Tura podía romper la posible unidad futura del antifranquismo, este fue el verdadero delito de su libro.
Sin embargo el término "soleturismo" es de uso para iniciados. El concepto que corre como moneda más común es el de lerrouxismo. Un término con una capacidad innegable de resurgimiento en los momentos críticos, como el actual, donde los movimientos políticos emergentes parecen no querer obedecer a las categorías disciplinadoras de todo un mundo hecho de sobreentendidos Así a raíz de la aparición de Podemos, y en algún momento incluso con la de Guanyem, se ha utilizado de nuevo intensamente el mito del lerrouxismo y el soleturismo. Hay en este uso una cuestión de fondo: la pérdida de una tradición republicana y popular en el marco de las izquierdas catalanas, al dejar que el relato del catalanismo se construya sobre categorías de origen conservador. Esto afecta al olvido sobre la tradición republicana y obrera del XIX, a la lectura a veces sesgada del anarquismo, y en ella de Salvador Seguí, y en la incomprensión final de un catalanismo popular y de izquierdas, si no es subordinado a las categorías generadas por la derecha. El lerrouxismo, para bien o para mal, también forma parte de esta historia más allá de los mitos.
Lerrouxismo y lerrouxistas
Lerrouxismo sería en este marco interpretativo aquel movimiento político que a partir de la utilización de la demagogia habría hábilmente conseguido separar la clase obrera catalana a partir de su origen. Realmente tiene mérito que el lerrouxismo lograra esto precisamente cuando en Cataluña, así como en Barcelona, ??prácticamente toda su clase obrera era de origen y habla catalana, ya que faltaba todavía una década para que se iniciara intensamente la migración de fuera de Cataluña. Más mérito tenía hacer esto con el apoyo de Valentí Almirall, padre del catalanismo de izquierdas, durante las elecciones de 1903. Apoyo dado contra la "ridícula teoría del 'catalanismo político" y en defensa del autonomismo democrático frente lo que llamaban catalanismo reaccionario encarnado por la Lliga Regionalista. De hecho, fue este mismo año en el que las candidaturas "lerrouxistas" llegarán a agrupar 35.000 votos en Barcelona, ??en una victoria inapelable frente la Lliga. La cifra de votos más alta que obtuvo nunca un partido de izquierdas en la ciudad hasta en 1931. Fue también precisamente en ese mismo momento en el que nació la idea, desde la publicista lligaire, de que en realidad sus votantes eran "forasteros que odian la tierra que los mantiene y los enriquece”, para acabar concluyendo, ante las derrotas sucesivas que llevarán al control por parte del "lerrouxismo" del Ayuntamiento de Barcelona, ??incluyendo en sus candidaturas a un joven Francesc Layret, que en realidad "La mayoría obrera de Cataluña no es catalana, sino fruto de la inmigración".
Lerroux llegó a Cataluña de la mano de Federico Urales (Juan Montseny), fundador de la Revista Blanca y padre de Federica Montseny, compartiendo mítines con Teresa Claramunt o Josep Prats, en la medida en que se había destacado como casi única voz pública contraria a los procesos de Montjuïc, producidos tras la detención y tortura de 400 anarquistas en 1896, y de ahí su popularidad entre la clase obrera. Pero su éxito político provino de otro lado. Con él como catalizador el republicanismo catalán se modernizó entrando de lleno en la era de la política de masas y se articuló como una propuesta que iba más allá de las prácticas mesocráticas, para adentrarse dentro del obrerismo. Se convirtió en una propuesta de corte populista de articulación política y social. Un verdadero partido-sociedad, con la expansión de las cuarenta y dos fraternidades republicanas y de una treintena de escuelas laicas por los barrios de Barcelona y en poblaciones como la Bisbal del Penedès, Molins de Rei, Cornellà o Terrassa. Red que tenía su centro en la Casa del Pueblo inaugurada en 1906 en el Eixample barcelonés de 2.500 metros cuadrados. Este centro, aparte de servir como espacio de asambleas, biblioteca o representaciones teatrales, actuaba como núcleo del cooperativismo de consumo, servicios médicos, jurídicos y de recursos culturales, corales, grupos de teatro popular, cajas de resistencia para los presos y de las escuelas republicanas que seguían los métodos de Ferrer i Guardia.
El "lerrouxismo" en este sentido se articuló a partir de un discurso obrerista -a pesar de no ser una propuesta de clase-, anticlerical y laicista, agrupando en el camino desde los grupos feministas, como la Sociedad Progresiva Femenina de Ángeles López de Ayala, hasta las entidades librepensadoras. También se articuló desde el discurso anticatalanista, pero en este caso era un anticatalanismo entendido como antilliga. Marco en el que se entienden por ejemplo los apoyos de un Valentí Almirall, de un Jaume Mir -veterano de la revista de corte libertario íntegramente en catalán La Tramuntana- dentro de la prensa lerrouxista, o de Ignasi Clara antiguo director de Huelga General y dirigente anarquista de la huelga general de 1902. Era un anticatalanismo dirigido hacia la Lliga, pero no anticatalanidad. Los ataques más viscerales contra lo que representaba el nacionalismo conservador podían ir acompañados en el propio Lerroux por una defensa del catalán como lengua y no como dialecto en las Cortes españolas, de la reivindicación de la autonomía de Cataluña o de las afirmaciones del líder radical sobre una Cataluña que "es un pueblo que tiene historia propia, vida propia, lengua propia, literatura y arte propios, personalidad propia con todos los caracteres étnicos de una raza aparte".
Este anticatalanismo no es sólo propio del lerrouxismo, se puede encontrar en el republicanismo catalán anterior a su emergencia, así como posteriormente en la portada de 1907 del primer número de la cabecera anarcosindicalista Solidaridad Obrera, llamada así por oposición a la Solidaritat Catalana, o años después en el mismo dirigente sindical Salvador Seguí. En este último sentido, en el discurso realizado en 1919 en Madrid, que en su reconstrucción hecha décadas después ha sido utilizado para presentar un Noi del Sucre protoindependentista, afirma en el original de 1919 cosas como la siguiente: "En Cataluña no hay problema catalán, Porque allí solamente siente ese problema la burguesía organizada, que está bajo los auspicios de la Lliga Regionalista (...) un problema que realmente era nada más que una lucubración mental".
Ejemplos que, no obstante, no nos hablan de una escisión planteada en términos de españolismo versus catalanismo, sino en términos de clase donde se entiende el catalanismo político dominante como algo propio de la burguesía. Esta escisión no se cerrará realmente, y esto no afecta sólo al lerrouxismo, hasta los años 30, momento en el que el propio Josep Termes, el gran crítico de Solé Tura, señala como el de "la incorporación del obrerismo al catalanismo, culminando en él todo un juego de clases sociales". No sería hasta entonces que se podría hablar de la "nacionalización" de una parte importante de las clases populares catalanas. Proceso, que en todo caso, evidentemente no protagonizó la Lliga y por ello miembros destacados de ésta acabaron apoyando al franquismo: en realidad eran dos concepciones nacionales claramente diferenciadas Ahora bien hay una parte de esta pulsión “nacionalizadora” hacia las clases populares que presenta como reverso siempre el peligro "lerrouxista". Así el lerrouxismo se convierte en un mito útil, un espejo deformado donde se presentan los caminos que nunca se deben seguir, estigmatizando, alienando y haciendo incomprensible en el proceso una parte de la historia de los de abajo en y de Cataluña.
El color de la libertad...
Hubo un lerrouxismo españolista? Sí. Esta afirmación no puede englobar la explicación de este fenómeno, como se hace habitualmente, pero sí un momento particular del mismo. Este se dio con la emergencia de la Solidaridad Catalana, como frente patriótico propiciado inicialmente por el republicano español Nicolás Salmerón, dirigente máximo de la Unión Republicana, que era al fin y al cabo el partido de Lerroux, desde las Cortes españolas y aceptado por Cambó. Para Salmerón, y para una parte de la Unión Republicana catalana, se trataba de recuperar la alianza tradicional con las clases medias, que eran su base en España y que en Cataluña habían basculado en parte hacia la Lliga, y superar así, en sus propias palabras, "la representación reducida de los elementos populares". La escisión entre un republicanismo pequeño burgués y menestral y lo que representaba el lerrouxismo en Cataluña estaba servida. Para compensar esa perdida, en las elecciones de 1907 el lerrouxismo catalán buscó en el españolismo la posibilidad de atraer electoralmente al funcionariado ligado al Estado y a la pequeña burguesía españolista, más allá de su voto de clase obrera. Operación que se saldó con un fracaso absoluto, a pesar de que retuvo una importante bolsa de votantes entre las clases populares barcelonesas, y con la victoria de la Solidaritat Catalana. Lerroux mismo tuvo que exiliarse poco después, condenado a prisión por un artículo donde se defendía a Mateu Morral, y se iniciaron los años del lerrouxismo sin Lerroux, mostrando claramente que el fenómeno iba mucho más allá de su líder. Años donde éste abandonó el discurso españolista. Años también de creación de nuevas organizaciones, como las Damas Rojas o varias entidades juveniles, de penetración en el sindicalismo y de movilización de la base social republicana con concentraciones que, como el Encuentro de la Libertad de Sabadell, reunían a decenas de miles de personas.
Fue en este camino en el que consiguió una nueva victoria electoral en las elecciones generales de 1908, donde agrupó en Barcelona unos 30.000 votos, y la derrota de una Solidaritat Catalana cada vez más claramente identificada con la supervivencia política de la Lliga. Como analizaba uno de los dirigentes más lúcidos del primer nacionalismo político de izquierdas, y de hecho el primero que sintetizó claramente la lucha por el socialismo con la lucha por la emancipación nacional, Gabriel Alomar, "la derrota solidaria vino. ¿Por qué? Porque el color de la libertad en aquella hora fue... antisolidario."
El dominio electoral lerrouxista se mantuvo en Barcelona, ??al tiempo que se extendió por Cataluña incluso después de la Semana Trágica. Su declive no provino tampoco de aquí, como no lo hizo con anterioridad de la movilización patriótica, sino del momento en el que quiso convertirse en una sólida opción electoral española. El lerrouxismo era un fenómeno de modernización política que tenía como base las clases populares en clave claramente catalana. El camino hacia España, era un camino hacia otra configuración de clases, el camino hacia un discurso más moderado. En el proceso descubrió, como descubriría toda opción de izquierdas en Cataluña posteriormente, que no era posible con el mismo discurso intentar reinar en España y ser príncipe de Cataluña. Fue entonces el momento de la consolidación del anarquismo, en este caso claramente ya a partir de una propuesta de clase, como principal opción de la clase obrera catalana. No tenía, además, competencia posible en la forma de consolidación de un partido socialista al que el lerrouxismo había cortado todos los caminos. El lerrouxismo propiamente catalán como tal desapareció convirtiéndose ya durante los años treinta en una opción española republicana de derechas, con Lerroux como Presidente del gobierno de la República, momento en el que la Lliga ya no tendrá ningún problema para pactar con él, con los carlistas y la CEDA para articular el Front Català d’Ordre en las elecciones de febrero de 1936.
El primer lerrouxismo pervivió de todos modos en forma de mito. Un mito que sirve para disciplinar y negar parte de la historia de las clases populares catalanas hasta convertirla en extraña a ellas mismas, caso del lerrouxismo, o que hace parte de su historia sólo relevante en la medida en que confirma su carácter "nacional", caso de Seguí o de la lectura de sólo una parte de la historia del anarquismo. Como juego de espejos y contraespejos funciona, para comprender las dinámicas sociales y políticas encubre, más que descubre. Finalmente hasta el propio catalanismo se convierte incomprensible, si no es de forma puramente autorreferencial, y subordinando su articulación en proyectos de emancipación social y nacional a pulsiones que vienen de otras latitudes que poco que ver tienen con el color de la libertad de Alomar..
Salvador Pastor Blasco
Periodista
www.convivenciaysolidaridad.blogspot.com

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