miércoles, 9 de febrero de 2011

Anáilis sobre el Magreb

MARTES 4 18 DE ENERO DEL 2011
Revolución social en el Magreb 3 La situación en la región Páginas 2 a 4 LLL
El contagio inevitable
del ejemplo tunecino
Lo que acaba de ocurrir en
Túnez no es una pequeña
cosa. Es la primera rebelión
con éxito de un pueblo contra
una dictadura en el mundo árabe,
en este caso, la dictadura de una
familia (la de Ben Alí y sus cuñados,
los Trabelsi), basada en un régimen
policial criminal, que ha aterrorizado
a la población durante 23 años.
¿Puede esta rebeldía extenderse
al resto del mundo árabe?
Para contestar, hay que diferenciar
entre las mentalidades y las posibilidades
políticas. En la mentalidad
colectiva, se trata de una verdadera
revolución. Ya se ha extendido
el ejemplo tunecino. ¿Su significado?
La sociedad civil puede ganar a
los dictadores. Basta con aceptar el
desafío de la muerte. Los tunecinos
lo han hecho. No se puede prever cómo
esto va a propagarse, pero sí que
el mito tunecino va a ocupar el imaginario
y a provocar, seguramente,
en los próximos meses y años, una
toma de conciencia por doquier en
el mundo árabe.
La situación política no es parecida
en cada uno de estos países. En
el Magreb, el régimen más débil era
efectivamente el de Túnez. El poder
se basaba en la policía y la gendarmería,
mientras el Ejército era
mucho más débil por razones históricas.
La familia Ben Alí utilizaba
el partido (totalitario en el sentido
más ridículo de la palabra) como
mediador con la sociedad. La base
social sobre la que se apoyaba este
partido estaba muy definida socialmente:
grupos procedentes del lumpenproletariado,
funcionarios obligados
a adherirse para tener una carrera
profesional, representantes de
la clase media alta, involucrada en
el sector privado de la economía, pero
dependiente de los trámites burocráticos
del Estado, etcétera.
En Argelia y Marruecos, la situación
es diferente: los partidos políticos
existen, hay una democracia
formal mucho más importante, el
Ejército es más fuerte y domina el
campo político, aunque de manera
más pronunciada en Argelia que
en Marruecos. Seguro que tanto los
dirigentes argelinos como marroquís
van a meditar el ejemplo. Van
a tomar medidas económicas para
los más pobres y, sobre todo, cortejarán
más a las capas medias. Podemos
prever entonces una santa alianza
entre los gobernantes del Magreb
(y probablemente del nuevo poder
en Túnez) para oponerse al contagio.
Pero lo que no podrán impedir,
es la victoria mental, la propagación
del mito tunecino.
En Oriente Próximo, los dos países
que van a padecer más el ejemplo
tunecino son Egipto y Siria. En
Egipto el poder arbitrario de la familia
Mubarak no es tan débil como lo
era el de la familia Ben Alí. Además,
el Ejército es fuerte y apoya a Mubarak
porque controla una parte importante
del tejido económico y comercial
del país. Hay que añadir que
está bajo vigilancia de Estados Unidos,
que, al contrario de en Túnez,
no quiere favorecer un cambio brutal
porque teme a los islamistas.
En Siria, también el Ejército apoya
el poder de Asad, y la situación so-
Análisis
Sami Nair
pol itólo go y ensa yista
Por fin se ha abierto el
ejemplo democrático a
medio plazo merced al
sacrificio de los pobres,
de los jóvenes y de las
clases medias
cial es un poco mejor que en Egipto o
Túnez. El régimen autoritario comparte
más y, además, está en guerra
con Israel. Pero el régimen tendrá
que contar con el mito tunecino: las
luchas democráticas se van a desarrollar
más y, probablemente, el régimen
tendrá que hacer concesiones
en el campo de la libertad de expresión
y los derechos humanos.
En los países del Golfo también el
ejemplo tunecino va a tener consecuencia,
pero allí las sociedades civiles
(salvo en Qatar) son poco movilizables,
teniendo en cuenta a la vez la
represión religioso-policial, una mejor
situación social de las capas medias
y el papel clave de los Estados
Unidos.
La conclusión final es la siguiente:
el ejemplo tunecino ya ha ganado
la batalla simbólica y se extenderá
culturalmente por doquier. Pero los
regímenes autoritarios se van a movilizar
para limitar su efecto. Nadie
puede prever lo que va ocurrir próximamente.
Pero lo seguro es que, a
medio plazo, las sociedades civiles
de estos países se van a despertar. El
horizonte democrático a medio plazo
por fin se ha abierto merced al sacrificio
de los pobres, de los jóvenes,
y de las clases medias tunecinas. H
constituye un evento de relevancia
similar a lo que fue en su día la del
Partido Comunista de España tras la
muerte de Franco.
Pero el tiempo no pasa en balde,
y dos décadas son suficientes como
para que las cosas hayan cambiado
sustancialmente, sobre todo si
se tiene en cuenta que han sido los
jóvenes quienes han llevado el pe-
33 Incidentes 8Unos jóvenes saquean un coche incendiado durante los incidentes nocturnos.
Se trata de una vivienda de pequeñas
dimensiones, modesta incluso
para lo que se estila en Ben Arús,
localidad industrial a unos seis kilómetros
al sur de Túnez, de casas
precarias y flanqueada por obsoletas
factorías. Tiene las paredes
blancas y está rodeada por un pequeño
terreno en el que se apilan
herramientas y maquinaria. Y lleva
probablemente más de dos décadas
cerrada a cal y canto, cuando su
propietario tuvo que exiliarse tras
haber permanecido en las prisiones
de Ben Alí varios años.
Se trata del hogar de Rachid
Ganuchi, líder del partido islamista
tunecino En Nahda (Renacimiento)
ilegalizado por el depuesto
régimen en 1991, quien ya ha
manifestado su intención de regresar
al país y reconstituir su formación
política para aglutinar el
sentir islamista en la transición
política tunecina. Ayer, en declaraciones
a la prensa internacional,
Ganuchi criticó los primeros pasos
del Gobierno provisional, asegurando
no percibir por el momento
una verdadera ruptura con el Túnez
de Ben Alí.
«Dicen que va a regresar», sonreía
una anciana a la puerta de la
pequeña caseta contigua donde vive
el guarda. Es en esta localidad
obrera donde hace más de 20 años
En Nahda tenía uno de sus principales
feudos, hasta que, temiendo el
contagio de la vecina Argelia, --donde
el Frente Islámico de Salvación
crecía como la espuma y se erigía como
una amenaza para el establishment
político–el derribado régimen
optó por la represión sin cuartel.
Ahora que Ben Alí ya no ocupa el
poder, la participación de En Nahda
en la transición política tunecina
MARC MARGINEDAS
TÚNEZ ENVIADO ESPECIAL
«Somos más abiertos»
ALBERT BERTRAN
Muchos jóvenes tunecinos reniegan del islamismo político en el antiguo feudo del partido
En Nahda H Su líder, exiliado desde el 1991, ya ha anunciado su intención de volver al país
so de la revuelta. Los habitantes de
Ben Arús consultados por este diario
daban la bienvenida al regreso
de Ganuchi, pero no parecían
creer que tuviera mucho que decir
en el país emergido tras la revolución
del jazmín. «¿Ganuchi? Su
concepto de libertad es diferente, y
sus ideas están anticuadas», indicó
Imad Trabulsi, de 41 años y trabajador
municipal.
Un pasado superado»
Pensamientos parecidos desgranó
Amer Asaid, licenciado en Ciencias
y en paro. «Los jóvenes ahora somos
mucho más abiertos de mentalidad;
si quieres ir a la mezquita a
rezar, tú vas, si no quieres, no vas;
todo el mundo debe ser libre de hacer
lo que quiera», indica. «Nuestro
pueblo es inteligente, y hemos
superado esto», remacha, en referencia
a los tiempos en los que los
islamistas aglutinaban la contestación
política.
Faisal Alshakimi se une al coro
de voces que cree que a Ganuchi
se le ha pasado su tiempo. «Queremos
a gente joven que sepa lo
que significa ser joven; salimos a la
calle porque Ben Alí subía los precios
y no los salarios; no estamos
politizados» subrayó. Abdelaziz al
Farzazahi, en cambio, es de los que
piensa que los islamistas aún «son
muy numerosos», aunque admitió
que, por la represión, no los conoce
«bien».
Ganuchi representa una versión
del moderada del islamismo,
que no busca la aplicación de la
sharia (ley islámica) aunque sí un
respeto general a lo que denomina
«tradición islámica del pueblo
tunecino». Fuentes diplomáticas
occidentales confirmaron en que
hasta el momento no han hecho
oír su voz en la revolución del jazmín.
H
EL SENTIR DE LA CALLE TRAS LA CAÍDA DEL RÉGIMEN
LA LIBERTAD
«Si quieres ir a la
mezquita a rezar, tú
vas, si no quieres, no
vas», afirma un joven
licenciado en paro

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