viernes, 3 de mayo de 2013


“El mayor peligro de la democracia directa es la atomización de los asuntos políticos.En una democracia directa cada asunto se somete a votación popular independientemente de los demás, como si lo que se decide sobre ese asunto no tuviera consecuencias sobre el resto. Surge así el riesgo de que se produzcan colisiones entre unas decisiones y otras, es decir, que no haya una política coherente llevada a cabo con un poco de perspectiva.Por supuesto, cabría votar paquetes amplios de decisiones, pero la cuestión crucial entonces sería la de quién estará autorizado a agregar los asuntos en dichos paquetes. La agregación puede realizarse de muy diversas maneras, según los intereses políticos del “agregador”.Si se delega la agregación a ciertos agentes, nos deslizamos inevitablemente hacia el sistema representativo”.
“Los representantes cumplen la función esencial de integrar la miríada de intereses sociales en proyectos con sentido que trascienden las psoibles votaciones sobre cada asunto por separado.De ahí que haya una conexión esencial entre la representación y la ideología”
“Los representantes actúan ideológicamente:frente a la inmediatez de la democracia directa, asumen proyectos cuya realización práctica requiere un sinfín de decisiones interrelacionadas que se toman a lo largo del tiempo. Cómo y con qué fin se conecten los distintos asuntos sobre los que los representantes toman decisiones es algo que se resuelve a partir de los principios ideológicos que defienden”.

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