“El mayor peligro de la democracia directa es la
atomización de los asuntos políticos.En una democracia directa cada asunto se
somete a votación popular independientemente de los demás, como si lo que se
decide sobre ese asunto no tuviera consecuencias sobre el resto. Surge así el
riesgo de que se produzcan colisiones entre unas decisiones y otras, es decir,
que no haya una política coherente llevada a cabo con un poco de perspectiva.Por
supuesto, cabría votar paquetes amplios de decisiones, pero la cuestión crucial
entonces sería la de quién estará autorizado a agregar los asuntos en dichos
paquetes. La agregación puede realizarse de muy diversas maneras, según los
intereses políticos del “agregador”.Si se delega la agregación a ciertos
agentes, nos deslizamos inevitablemente hacia el sistema representativo”.
“Los representantes cumplen la función esencial de
integrar la miríada de intereses sociales en proyectos con sentido que trascienden
las psoibles votaciones sobre cada asunto por separado.De ahí que haya una
conexión esencial entre la representación y la ideología”
“Los representantes actúan ideológicamente:frente a la
inmediatez de la democracia directa, asumen proyectos cuya realización práctica
requiere un sinfín de decisiones interrelacionadas que se toman a lo largo del
tiempo. Cómo y con qué fin se conecten los distintos asuntos sobre los que los
representantes toman decisiones es algo que se resuelve a partir de los principios
ideológicos que defienden”.
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