viernes, 28 de septiembre de 2012

ASÍ EMPEZÓ TODO Hablar o escribir de emigración en Extremadura es remontarse a tiempos inmemoria-
les. El pueblo extremeño ha sido protagonista no siempre voluntario de la diáspora; fun-
damentalmente empujado por el hambre, pero también por la represión política, por el
ansia de libertad, o por el simple y natural espíritu de aventura.
El hasta ahora último gran capítulo de esa historia de migraciones tiene lugar, funda-
mentalmente, a lo largo de quince años, entre 1960 y 1975, siendo éste uno de los pe-
riodos más importantes de la emigración masiva reciente en España. Es tanto un éxodo
rural como una huida del hambre, y afecta a buena parte de las regiones españolas; pero
el pueblo extremeño sufre la sangría con particular intensidad, ante la falta de trabajo, las
pocas posibilidades de prosperar, en suma las nulas perspectivas de futuro.
La transición demográfica que se estaba operando en Extremadura desde principios
del siglo XX (con el paréntesis de la Guerra Civil y la postguerra más inmediata) llenando
los pueblos de una juventud dispuesta a todo, quedó incompleta a causa de la emigración
masiva. Tras alcanzar las más altas cotas demográficas en los años cincuenta, los pueblos
pequeños especialmente, pero en general toda la región, vieron marchar por carreteras y
ferrocarriles a miles de sus paisanos, algunos de los cuales no han vuelto y otros a pesar
de hacerlo vienen solos, como se fueron, dejando de nuevo, en otro lugar, una gran familia
detrás entre hijos, nietos, etc. que con un poco de suerte vendrán a visitarlo durante un
corto espacio vacacional, pero espaciando cada vez más esas visitas.
Es una emigración de racimo. Empiezan pocos abandonando su casa, su familia, su
tierra e incluso su oficio para adentrarse en mundos desconocidos, fundamentalmente
industriales, para los que no están preparados; aunque no les haría falta puesto que
como había establecido la Organización Científica del Trabajo, a todo hombre se le pue-
de entrenar para hacer un trabajo si se diseñan trabajos que permitan un ritmo con-
tinuado, indefinido, sin agotar al trabajador, como simple engranaje de la cadena de
producción.
La construcción fue uno de los refugios de esta mano de obra barata, y a veces clan-
destina, que subía del Sur. Y tuvieron que acostumbrarse a grúas y pisos elevados, cuando
algunos de ellos lo más alto que habían visto era la iglesia de su pueblo y los tejados de
sus casas los tenían al alcance de la mano; ellos mismos vivirán en los pueblos dormitorios
de las periferias de las grandes ciudades, que han construido otros como ellos o ellos mis-
mos, y tendrán que acostumbrarse a vivir y convivir, gran parte de las veces, con vecinos
y convecinos que no conocen, de los que en los primeros momentos recelan, pero que
con el paso del tiempo formarán parte de esa nueva comunidad que sin pretenderlo se ha
creado alrededor suyo.
23 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña En los primeros momentos, un poco sin control, la emigración se dirige a zonas indus-
triales españoles, pero a principios de la década de los sesenta, se firman convenios con
la República Federal Alemana (1960), Francia, Suiza y los Países Bajos (1961), y la salida
comienza a tener carácter institucional, en respuesta a la demanda de trabajadores que
se hacía desde el extranjero. La gente se apuntaba en la lista y a esperar. No se sabía muy
bien cómo (un poco fruto del azar, de las redes sociales, de la urgencia por hacer salir del
pueblo a alguien…), como por arte de magia, a cada uno, como en la mili, le terminaba
correspondiendo un destino (Alemania, Suiza, Francia…). Y como en la mili debía confor-
marse con el destino asignado. Los que dieron el salto de los océanos, como había ocurri-
do mayoritariamente a principios del siglo XX, fueron pocos, aunque algunos marcharon
incluso a las antípodas, Australia y Nueva Zelanda.
Había un segundo paso quizás más importante que el primero, el reconocimiento médi-
co. La mayoría de ellos gastaba los últimos ahorros en arreglarse la dentadura, cambiarse
las gafas, o en comer algo más para estar lustroso y evitar que el médico de turno le echa-
se para atrás: no pocos declarados
"inútiles" para la mili fueron luego declarados aptos para trabajar en estas naciones avanzadas e industrializadas.
Un tercer paso, no siempre considerado en toda su importancia, era el certificado de
buena conducta, competencia de la Guardia Civil y en una parte importante más referente
político que otra cosa. Fue tal en algunos pueblos que llegó a separar familias concedién-
doselo a un hermano sí y a otro no, al marido sí y a la mujer no, etc. (en algunos casos los
sobornos podían acelerar trámites y certificados). Esto obligó a muchos a marchar clan-
destinamente en la esperanza de que cuando estuvieran en el extranjero todo se resolvie-
ra; mientras que el resto, menos atrevidos, daban su primer paso a una zona española y
desde allí al extranjero.
Una vez asentados los primeros, como ocurriera en la conquista y colonización del nue-
vo mundo, cantan las excelencias de la tierra prometida y piden a los suyos (hermanos,
primos, amigos,…) que les sigan, e incluso se ofrecerán para prepararles y agenciarles
los papeles y documentación necesaria para ser aceptados en su lugar de destino. Y así
tenemos que lo que empezó como un titubeo pronto se convertiría en una progresión
geométrica que daría origen a una hemorragia demográfica. Los cantos de sirenas eran a
menudo amplificados desde las propias instancias gubernamentales y los medios de co-
municación, correa de transmisión de los servicios de propaganda.
Aunque no hacía falta que el canto fuese muy dulce: el hambre y el descontento empe-
zaba a hacer mella en una juventud que no había participado en la Guerra Civil y que es-
cuchaba la radio o miraba el NODO, el cine y (años más tarde) la televisión, con sorpresa,
porque así conocían de la existencia de otras fronteras, y la esperanza de una vida mejor
y más placentera la tenían al alcance de la mano.
Puede considerarse si un reparto más justo de la tierra, si una inversión más intensa
en infraestructuras, hubiese limitado esa sangría, pues la hostilidad del entorno físico,
24 LA DIÁSPORA aderezado con los latifundios, ofrecía un panorama desolador. Pero el hecho cierto es que
allí en donde había un más equitativo reparto de la tierra, y transformación en regadío, la
emigración era menor.
La emigración se realiza por zonas. Es fácilmente contrastable que allí en donde se asen-
taba el primero de un pueblo, era hacia donde se dirigían luego casi todos los habitantes
de ese pueblo. Muchos de ellos se marchaban a la aventura, sin cumplir los trámites exigi-
dos por el Gobierno, salían de España como turistas, con la esperanza y confianza de que
un pariente o paisano suyo le hubiese buscado trabajo. Poco después algunos se moverían
a otros sitios, supuestamente mejores. El idioma que un momento pudo ser un hándicap
para los primeros, no lo es tanto para los que se van incorporando, los veteranos les ense-
ñan las cuatros palabras (como las cuatro reglas) y con eso se bastan. Sólo los que perma-
necieron mucho tiempo en el extranjero y eran relativamente jóvenes, lo mismo que los
hijos o nacidos en el país receptor, se defienden e incluso dominan el idioma.
La emigración si no fue en pateras, como se realiza ahora del Sur al Norte, sí utilizó el
material de las mismas, es decir, la madera. En los primeros años fueron muchas las male-
tas de maderas que viajaban encima de los autobuses o trenes camino a tierras descono-
cidas, pero se pensaba que no podía ser peor que la que abandonaban. Poco a poco, con
el paso del tiempo, las maletas se fueron cambiando por otras de diseños innovadores:
plástico, sky, lona, etc.
Por lo general los emigrantes son los más aptos, jóvenes y con fuerza, siendo el porcen-
taje de emigrados de 18 a 30 el 45,1%; y si a este grupo de edad le sumamos los menores
de 18 años nos aproximamos a un 90% del total (Valadés, 1994:53). Sangre joven y nueva
para otras tierras, procedente de los pueblos pequeños y medianos, que son los que en
mayor medida sufrieron este "tsunami" que partió de Extremadura y aún no ha vuelto a
su cauce.
25 ¿DÓNDE ESTÁ LA POBLACIÓN EXTREMEÑA? Si los quince años de mayor emigración los estiramos hasta un cuarto de siglo (1955-
1980), los oriundos y descendientes de Extremadura dan para más de lo que se ha venido
a denominar
la Tercera Provincia extremeña, teniendo sin duda más población que cual- quiera de las otras dos e incluso casi como la suma de las dos. El crecimiento vegetativo
descendió en Extremadura hasta límites negativos, muchos jóvenes en edad de procrear
salieron de su tierra y anidaron en otros lugares con la esperanza de conseguir para sus
retoños algo que ellos no habían tenido: una mejor formación y educación. Mientras tanto
Extremadura languidecía y de esos 2 millones de habitantes largos con los que se podría
haber contado a principios del siglo XXI, se encuentra como en 1925.
Mientras España incrementa su densidad de población, Extremadura desde los años
60 (el censo de ese año registra el máximo de habitantes que ha tenido Extremadura, con
1.379.00) inicia un retroceso. Pese a haberse iniciado en las últimas décadas una lenta
recuperación en términos absolutos, la caída ha sido constante en términos relativos re-
presentando actualmente apenas un 2,45% la población de Extremadura respecto al total
nacional, mientras que su superficie ocupa el 8,25% del territorio español. Extensas zonas
extremeñas dibujan grandes calvas demográficas difíciles de reponer, por el poco atrac-
tivo que representan para las nuevas generaciones, siendo habitadas por una población
envejecida dedicada a una agricultura o ganadería escasamente rentable.
La región se situaba en 1975 en el primer lugar entre las regiones españolas en cuanto
a pérdida de población a causa de la emigración. Según el censo de 1981, ya entonces el
42,65% de las personas nacidas en Extremadura vivían fuera de ella. En ese mismo año, se
calculaba en torno a 750.000 la cantidad de extremeños residentes fuera de su región, de
los cuales alrededor de 50.000 residían en el extranjero (Valadés, 1992:101).
Si ampliamos el horizonte hasta el 2000, de la región extremeña habrían salido a todo
lo largo del siglo XX un total de 833.3943 (Cayetano, 2007:26). Los datos pueden oscilar de
unas fuentes a otras, entre otras cosas porque muchos de los emigrantes no solicitaban
la baja en sus municipios de origen, otros porque marchaban por temporadas, algunos
porque emigraban clandestinamente, y no faltan los que podían estar dados de alta en
dos municipios simultáneamente. En cualquier caso, es significativo – siguiendo a Caye-
tano– que de
"1956 a 1975, la pérdida es de 603.305, el 72,87% de todo el saldo del siglo XX, ¡en 20 años!".
Los movimientos migratorios interiores, en tanto que desplazamientos voluntarios y
permanentes de la población, tienen efectos sobre la estructura de la población, el desa-
rrollo económico y la complejidad social, tanto del territorio donante como del receptor.
Buena parte de su importancia depende de la magnitud del movimiento de efectivos, pero
27 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña también de las características de esta población. Las migraciones interiores en España
desde mediados de los años 50 a los 70 fueron muy importantes y siguieron claramente
un modelo desequilibrado, trasvasándose la población desde la España pobre a la rica.
Los focos de atracción están estrechamente vinculados al tamaño de la población, pero
podríamos decir que se produce un fenómeno de saturación en los núcleos principales, di-
rigiéndose a partir de esos momentos las migraciones al área de influencia de las grandes
ciudades en mayor medida que al núcleo principal.
A mediados de los años 70 las metrópolis no sólo dejan de ser los principales focos de
atracción, sino que en algunos casos pierden población debido a un saldo migratorio ne-
gativo. Son, entonces, núcleos de población de tamaño medio las poblaciones a las que se
dirigen en mayor medida las migraciones interiores. Este modelo migratorio se mantiene
hasta prácticamente finales de los años 70 y primeros años 80, momento a partir del cual
la población deja de desplazarse en masa a las regiones ricas y se va configurando uno
nuevo en el que se tiende al equilibrio en el balance migratorio entre las autonomías,
siendo las ciudades medias de las autonomías las que captan en mayor medida pobla-
ción tanto de otras autonomías como de otros municipios de la propia. Esto no implica
que las autonomías más desarrolladas pierdan capacidad de atracción, lo que realmente
encontramos es que el cambio del modelo viene acompañado de la progresiva llegada de
grandes contingentes de emigrantes extranjeros que se dirigen de forma más numerosa a
las zonas más ricas de España.
LA POBLACIÓN EN EL MARCO NACIONAL La evolución de la población que reside en España en el gráfico siguiente, nos muestra
un crecimiento constante, y dos cuestiones de interés relacionadas con los movimientos
migratorios. Por una parte, el espectacular aumento del número de extranjeros, que de
ser un número prácticamente testimonial en 1970 (algo menos de 300.000 personas que
representaban el 0,9% de la población) en el 2007 representan el 11,6% de la población y
superan los 5,2 millones de personas. Se puede observar que la mayor parte del importan-
te crecimiento entre 2001 y 2007 se debe al de los extranjeros. Por otra parte, el número
de extremeños se ha reducido tanto en valores absolutos (en 2001 hay 120.000 extreme-
ños menos que en 1970) como en participación en la población española total, pasando
de representar el 5% en 1970 al 3,9% en 2001.
28 LA DIÁSPORA Hay que señalar que, al no haber ninguna razón o estudio que nos haga pensar que los
extremeños tienen más altas tasas de mortalidad y/o menores de fecundidad, la pérdida
de peso de la población extremeña en el conjunto de la población española hay que atri-
buirla a la gran proporción de extremeños que viven desde los años 50 fuera de Extrema-
dura, lo que hace que sus hijos sean censados como naturales del lugar de nacimiento.
Esto se corrobora con el hecho de que son las comunidades receptoras de emigrantes las
que han aumentado su participación porcentual en la población de españoles.
29 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Las comunidades en las que ha aumentado la proporción de naturales en los 20 años
considerados, son aquellas que en los años anteriores recibieron emigrantes en propor-
ciones más elevadas. Aunque si atendiésemos a las variaciones provinciales veríamos al-
gunas matizaciones. Así, mientras los naturales de Andalucía mantiene su peso en la po-
blación española (variaciones inferiores al 5% en estos 20 años) sevillanos y gaditanos han
aumentado su peso en la población; en el País Vasco crecen proporcionalmente más los
alaveses; y en Cataluña y la Comunidad Valenciana, que en el año 2001 habían aumentado
su peso, vemos variaciones importantes por provincias: aumentan los naturales de Bar-
celona y disminuyen los de Lérida en Cataluña; mientras que en la Comunidad Valenciana
aumentan alicantinos y valencianos, perdiendo peso los castellonenses.
Según los datos del padrón municipal del año 2007, los españoles que residen en la
misma Comunidad en la que nacieron son, sin tener en cuenta a los extranjeros, el 82%
de la población. El 18% restante son españoles que se han trasladado a otra Comunidad
Autónoma distinta de la que nacieron. En el mapa siguiente tenemos para cada una de
las provincias la proporción de población española que ha nacido en distinta Comunidad
Autónoma (no se contempla la movilidad dentro de la misma Comunidad Autónoma, sino
solamente la de personas que proceden de otras Autonomías).
Las provincias que tienen una mayor tasa de residentes de otras comunidades, superior
al 25%, son algunas de las provincias en las que se ubican las zonas industriales, princi-
pales receptoras de emigrantes en todos los periodos en los que ha habido movimientos
30 LA DIÁSPORA masivos, como son Madrid y Barcelona, además de Baleares, que es receptora desde los
años 80. A ellas hay que añadir provincias colindantes con otras grandes receptoras de
población emigrante, como son Guadalajara (que como principal provincia
dormitorio de Madrid, es a la vez la que tiene una proporción más elevada de población de otra autono-
mías) y Toledo, que reciben a importantes contingentes desplazados en los últimos años
desde Madrid; Álava, que tiene una situación similar en relación con Vizcaya. En Alicante
la situación es distinta, ya que tiene mucha población de otras comunidades pero ninguna
en proporciones elevadas, en ningún caso por encima del 5%, con lo que parece que es
una provincia elegida para vivir independientemente de las migraciones laborales o resi-
denciales.
Considerando el siguiente escalón, en el mapa completamos el ya clásico
Arco Medite- rráneo
que marca las áreas con mayores niveles de ingresos: desde Cantabria a Alicante, al que hay que añadir las provincias ya reseñadas del centro peninsular y la provincia de
Ávila, que cuenta con un grupo importante de residentes naturales de Madrid. Las provin-
cias más homogéneas en cuanto al origen de sus habitantes son las cuatro gallegas, más
las provincias andaluzas situadas en la vega del Guadalquivir y Huelva.
La dispersión extremeña en España En España viven, de acuerdo con los datos del padrón municipal de habitantes del año
2007, un total de 1.596.025 extremeños, de los que aproximadamente un 60% viven en
31 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Extremadura. Esto hace que encontremos extremeños en todas las provincias españolas
y en número importante en buena parte de ellas como vemos en el mapa. Los principales
lugares de residencia son, además de las dos provincias extremeñas, Madrid, Cataluña, el
País Vasco, Baleares, Valencia y Alicante y las provincias limítrofes, especialmente Sevilla
y Toledo.
Los extremeños viven principalmente en Extremadura, siendo la tercera y la cuarta pro-
vincias extremeñas por número de habitantes Madrid (240.985) y algo más lejos Barcelo-
na (125.308). Es llamativo el hecho de que en la provincia de Madrid viven unos 100.000
extremeños menos que en la de Cáceres. En total hay 20 provincias en las que viven más
de 5.000 extremeños. Como decíamos anteriormente, el número de extremeños totales
ha descendido entre los años 1981 y 2007 en casi un 7%, afectando también a las provin-
cias extremeñas, especialmente a la de Cáceres. Estos descensos son más acusados en las
provincias que recibieron las migraciones industriales de los años 50 a 70, que en líneas
generales superan el 20%. Descensos menores se producen en Madrid, Sevilla, Navarra y
Huelva, entre otras que han acogido emigrantes de otros sectores además de la industria.
Pero lo que resulta importante señalar es que hay una serie de provincias en las que en
estos años ha aumentado el número de extremeños residentes, y que en unos casos son
emigrantes de Extremadura pero en otros son emigrantes en otras poblaciones desplaza-
dos a otros núcleos ya sea por razones laborales o residenciales. Estas nuevas provincias
receptoras son Toledo, Baleares, Alicante y Málaga, a las que hay que añadir Gerona y
Salamanca, como podemos ver en la Tabla siguiente, en la que tenemos los datos de las
veinte provincias en las que viven un mayor número de extremeños, distinguiendo su
provincia de nacimiento. Hemos sombreado las provincias en las que crece la emigración
extremeña.
32 LA DIÁSPORA Provincias en las que viven un mayor número de extremeños y su evolución Censo 1981
Padrón 2001
Variación
Extremeños Nacidos
Nacidos
Cáceres Extremeños
Nacidos
Nacidos
1981-
2001
Badajoz
Badajoz
Cáceres
Total
1.712.768 1.024.979 687.789 1.596.025 966.049 629.976
-6,8
Extremadura 982.346 594.401 387945 946.045 591.580 354.465
-3,7
Badajoz
598.944 586.643 12.301
595.380 582.875 12.505
-0,6
Cáceres
383.402
7.758
375.644 350.665
8.705
341.960
-8,5
Madrid
272.633 145.004 127.629 240.985 123.249 117.736 -11,6
Barcelona
157.035 107.683 49.352
125.308
84.793
40.515
-20,2
Sevilla
Vizcaya
Guipúzcoa
Valencia
Toledo
Baleares
Tarragona
Gerona
Álava
Alicante
Salamanca
Asturias
Huelva
Navarra
Zaragoza
Málaga
Cádiz
Ciudad Real
38.429
39.496
36.099
23.415
11.442
7.261
11.976
10.593
12.312
8.156
7.324
9.568
7.939
7.444
6.478
3.763
5.750
6.541
34.387
20.739
14.372
17.670
3.050
5.161
8.759
7.515
2.142
5.553
1.063
3.382
6.986
4.096
4.337
2.475
3.645
5.647
4.042
18.757
21.727
5.745
8.392
2.100
3.217
3.078
10.170
2.603
6.261
6.186
953
3.348
2.141
1.288
2.105
894
33.849
29.154
26.883
19.901
14.035
12.780
11.962
11.037
10.578
10.108
7.471
7.421
6.971
6.608
6.397
6.065
5.635
5.024
29.555
15.092
10.525
14.872
4.742
9.505
8.453
7.642
1.937
6.267
1.316
2.429
6.001
3.430
4.156
4.002
3.774
4.167
4.294
14.062
16.358
5.029
9.293
3.275
3.509
3.395
8.641
3.841
6.155
4.992
970
3.178
2.241
2.063
1.861
857
-11,9
-26,2
-25,5
-15,0
22,7
76,0
-0,1
4,2
-14,1
23,9
2,0
-22,4
-12,2
-11,2
-1,3
61,2
-2,0
-23,2
La disminución del número de extremeños va acompañada igualmente de la menor
importancia en términos relativos, tal y como veíamos a nivel nacional. Así, mientras que
en 1981 los extremeños representaban más del 2,5% de la población en el País Vasco,
Barcelona, Sevilla y Madrid (y en esta última y Guipúzcoa los extremeños suponían más
del 5% de la población) cinco lustros más tarde en ninguna provincia representan más del
5% de sus habitantes, e incluso pierden peso en las propias provincias extremeñas. Las
pérdidas de peso más importantes se dan en las provincias de Sevilla y Valencia, mientras
que el incremento de peso se produce en Toledo, Baleares.
33 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Las provincias en las que el peso de población de origen extremeño es menor, en va-
lores absolutos y en términos relativos, tanto en la actualidad como históricamente, son
las gallegas, las del Sur-Este peninsular y las provincias canarias; esto es, en las provincias
económicamente menos desarrolladas, que han padecido, igual que Extremadura, la san-
gría migratoria.
En el gráfico siguiente tenemos la pirámide de población de los extremeños según los
datos del Censo de 2001. El interior recoge la pirámide de los extremeños que viven en
Extremadura, y se han añadido, para cado tramo de edad, los que viven fuera. En una pri-
mera visión lo que llama la atención es la magnitud de la pirámide en las edades centrales
-de los 35 hasta los 70 años- y lo reducido de los grupos de edades de los más jóvenes, los
menores de 25 años. La razón fundamental está en la distorsión que provoca en la pirámi-
de el hecho de que los hijos de los emigrantes extremeños no constan como extremeños
sino como naturales de su lugar de nacimiento.
Por otro lado, la pirámide superpuesta también permite observar otro hecho impor-
tante que expresa la magnitud de la sangría migratoria en los años del milagro económico
español, y el alto precio en capital humano que tuvo que pagar Extremadura. En los gru-
pos centrales de la pirámide, los que tienen entre 40 y 64 años (es decir los nacidos entre
1937 y 1960), el número de extremeños que residen fuera es superior, en unas 100.000
mil personas, a los que viven en Extremadura.
En la tabla tenemos la proporción de personas que han emigrado por grupos de edad y
sexo. Hasta la adolescencia y primera juventud la proporción de emigrantes es baja y hay
poca diferencias entre varones y mujeres, aumenta, y mucho, en el grupo de 20 a 39 años,
34 LA DIÁSPORA en el que ya hay casi un 30% de emigrantes, pero la diferencia con los grupos siguientes es
un reflejo de la drástica reducción de las migraciones en las últimas décadas.
Entre los 40 y 64 años ha emigrado cerca del 60% de los efectivos de cada sexo. A par-
tir de ahí, la tasa de emigración desciende, pero sigue superando el 40% hasta entre los
mayores de 85 años.
Tasas de emigración por edades % emigrantes Varones % emigrantes Mujeres % emigrantes Total
de 0 a 19 años
de 20 a 39 años
de 40 a 64 años
de 65 a 84 años
más de 85 años
Total
4
27,7
56,6
45,4
41,4
39
4
29,7
59,3
47,2
44,4
41,9
4
28,7
58
46,4
43,5
40,5
Entre los extremeños también se da una mayor emigración de las mujeres, lo que su-
pone una masculinización de la población de origen. Así entre la población residente en
Extremadura en los grupos de edades hasta los 64 años la tasa de masculinidad es supe-
rior a 1, lo que indica un mayor número de hombres que de mujeres. Esta relación entre
varones y mujeres es la habitual en poblaciones no sometidas a alteraciones demográficas
hasta los 15-20 años, pero a partir de esas edades lo normal es que la relación se equilibre,
debido al mayor nacimiento de varones y también a su mayor mortalidad, lo que hace a
partir de las edades maduras sea menor que 1.
Extremeños por lugar de residencia. Censo 2001
Extremadura
Varones Mujeres V-M Emigrantes Varones Mujeres V-M 0-19 años
115.084 108.212 6.872 1,06 4.767
4.470
297 1,07
20-39 años
40-64 años
65 a 84 años
138.918 132.158 6.760 1,05 53.210 55.942 -2.732 0,95
133.966 129.047 4.919 1,04 174.709 187.906 -13.197 0,93
75.311 95.464 -20.153 0,79 62.519 85.448 -22.929 0,73
> 85 años
5.418 12.467 -7.049 0,43 3.834
9.955 -6.121 0,39
Total
468.697 477.348 -8.651 0,98 299.039 343.721 -44.682 0,87
35 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Entre la población de extremeños emigrantes la tasa de masculinidad es superior a 1
hasta los 19 años, pero en los siguientes grupos de edad la tasa es inferior a 1, y las dife-
rencias con los residentes en Extremadura son importantes, del orden del 10% hasta los
64 años, diferencias que disminuyen a medida que aumenta la edad. Esto nos indica esa
tasa de emigración femenina bastante más elevada a la que nos venimos refiriendo y que
ha afectado principalmente a la población entre 40 y 65 años.
En estos tres mapas se muestra la proporción de emigrantes para distintos tramos de
edad. En el primero tenemos la proporción de emigrantes mayores de 65 años que hay
en cada una de las provincias; son extremeños ya jubilados, que mantienen su residencia
en el lugar en el que han vivido, y podemos considerar que son los emigrantes más anti-
guos. La presencia más elevada, por encima del 25% de la población de extremeños en
la provincia, la tenemos en el norte, concentrada en Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa; en el
mediterráneo en Barcelona y Valencia, y además en provincias limítrofes con Extremadu-
ra, especialmente Huelva, Sevilla, Córdoba, Ciudad Real y Salamanca.
36 LA DIÁSPORA En el segundo mapa se representa la distribución de los que tienen entre 40 y 64 años.
Son trabajadores en activo, por lo que podemos considerar que en líneas generales son
emigrantes de las décadas de los 60 a mediados de los 80. Representan más del 55% de
los extremeños residentes en dicha provincia fundamentalmente en el norte de España:
Asturias, Cantabria, todas las provincias del País Vasco, Navarra, Lérida, Barcelona, Tarra-
gona y Valencia, además de Madrid.
En el tercer mapa tenemos a la población de menos de 40 años, son los últimos emi-
grantes, que representan más del 30% en las provincias de La Rioja, Guadalajara, Castellón
y Granada.
LA DISPERSIÓN EXTREMEÑA EN EL MUNDO Todos los estudios históricos sobre la emigración extremeña ponen de manifiesto el
escaso peso que la emigración exterior ha tenido en la región, incluso en los momentos
álgidos. El historiador Moisés Cayetano ha estimado que el contingente de extremeños
que cruzó las fronteras rondaba las 100.000 personas. En la tabla siguiente se recoge el
cálculo que el mismo autor hizo sobre los destinos de la emigración asistida.
DESTINO DE LA EMIGRACION EXTERIOR ASISTIDA EN LAS DÉCADAS DE LA DIÁSPORA
Destino Total
%
%/España
Alemania
30.203
37,7
7,8
Francia 21.630
Suiza 24.998
Holanda 2.882
Bélgica 67
27,0
31,2
3,6
0,1
8,3
6,7
7,0
1,3
G. Bretaña
40
-
0,3
Resto 6
Ultramar 265
TOTAL 80.031
FUENTE: Moisés Cayetano, 1996 -
0,3
100,0
1,4
0,1
6,1
Aunque en dicho momento álgido la emigración exterior extremeña llegó a suponer,
según el mismo autor, el 7,3% de la emigración continental española (esto es, un peso
significativamente superior al de la población extremeña sobre el conjunto nacional, que
era del 3% en dicho periodo), como podemos ver en muchas de las historias de vida reco-
lectadas, la inmensa mayoría de los emigrantes exteriores terminaban regresando pronto
a las regiones industriales españolas.
37 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña En los últimos años, si bien el conjunto de la emigración asistida prácticamente ha des-
aparecido en España como fenómeno estadístico significativo, en el caso de Extremadura
ha dejado de existir por completo. Como se observa en la tabla siguiente, 2002 fue el últi-
mo año en que algunos extremeños utilizaron este mecanismo del Ministerio de Trabajo.
Pero como puede verse, ya desde 1998 nunca llegó a alcanzar ni siquiera el 1% del total de
las migraciones asistidas realizadas desde España. Desde 1998, menos de 200 extremeños
o extremeñas han emigrado al exterior en dichas condiciones, lo que actualmente tam-
poco tiene mayor significado, por cuanto la mayor parte de los movimientos migratorios,
especialmente los intracomunitarios, no entran ya en dicha categoría.
EVOLUCIÓN RECIENTE DE LA EMIGRACIÓN ASISTIDA
AÑO
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
DESTINO
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
TOTAL
Países europeos
Países no europeos
ESPAÑA 13945
7560
6385
15148
8854
6294
13237
7488
5749
14539
8123
6416
13451
7548
5903
11777
6941
4836
9840
5869
3971
8150
4897
3253
6895
4057
2838
Extremadura 115
114
1
26
25
1
12
12
..
15
15
..
13
13
..
..
..
..
..
..
..
..
..
..
..
..
..
% Extrem/España 0,82
1,51
0,02
0,17
0,28
0,02
0,09
0,16
0
0,1
0,18
0
0,1
0,17
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
Fuente: INE/Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 38 LA DIÁSPORA Por su parte los datos sobre Variaciones Residenciales del INE ponen de manifiesto que,
en los últimos años, apenas una media de 200 personas emigran desde Extremadura al
extranjero cada año. Pero si tenemos en cuenta que aproximadamente un 20% de ésas,
cada año, son nacidas fuera de España, debemos suponer que la mayor parte de dichos
movimientos corresponde a familias de inmigrantes que retornan, en muchos casos con
hijos nacidos en España. Podemos decir, por tanto, que la emigración al exterior, si en sí
no fue muy importante en los años más duros de la emigración, en la actualidad es prácti-
camente inexistente, y supone menos de un 1% del conjunto nacional.
La mejor prueba de que la mayor parte de aquella emigración exterior producida en
las décadas de la diáspora retornó a España, aunque normalmente a otros puntos fuera
de Extremadura, es el escaso peso que supone la población de origen extremeño entre la
población española en el exterior. Actualmente un 2,4% de la población española reside
en Extremadura; pero, como hemos visto, el conjunto de la población nacida en Extrema-
dura, 1.596.025 en el padrón de 2007, supone un 3,5% de la población española total.
Pues, como podemos ver en el siguiente gráfico, tan sólo un 1,6% de la ciudadanía espa-
ñola en el exterior es extremeña, según el Censo Electoral: poco más de 20.000 sobre 1,2
millones.
Otro dato altamente significativo es el de españoles beneficiarios en el extranjero de la
Prestación Económica por Ancianidad. Aunque es poco representativo (se presta a ciuda-
danos españoles de más de 65 años en situación de pobreza o exclusión social), sí lo es en
cuanto al poco peso que, también en este caso, tienen los españoles de origen extreme-
39 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña ño. Como puede verse en el gráfico siguiente, algo menos de un 0,6% de los beneficiarios
(poco más de 200) lo son; podríamos interpretar este dato en un sentido ciertamente
positivo para con nuestra particular diáspora, en el sentido de que los emigrantes extre-
meños al exterior que no retornaron, bien a ciudades españolas bien a su propia región,
han conseguido en mayor medida alcanzar los logros perseguidos, en la medida en que no
se ven necesitados de solicitar este tipo de ayudas.
QUÉ ESTÁ OCURRIENDO EN ESTE MOMENTO Los datos son evidentes: sigue existiendo emigración en Extremadura. Si bien, como
comentábamos, y los datos nos confirman, la mayor parte de los que salen de la región no
son extremeños de origen, sino población móvil que ha pasado un periodo de tiempo en
la región; tanto inmigrantes extranjeros como trabajadores, profesionales o funcionarios
procedentes de otras regiones que vinieron a Extremadura por razón de destino, y por la
misma razón salen ahora.
En el gráfico siguiente se puede ver con suma claridad dicho proceso: si consideramos
a toda la población que abandona la región, observamos cómo hay una tendencia soste-
nida, y creciente, a lo largo de las últimas dos décadas; en la actualidad, en torno a 30.000
personas salen anualmente de la región. Sin embargo, si atendemos a aquellas personas
40 LA DIÁSPORA que son originarias de la región, nacidas en ella, podemos ver como la tendencia de salida
es estable, incluso a la baja.
Según nuestra hipótesis, sin descartar la salida de emigrantes en el sentido clásico, por
cuanto Extremadura sigue estando en una posición débil en cuanto a capacidad de gene-
ración de empleo, sobre todo cualificado, lo que está ocurriendo más bien es que la re-
gión se está insertando en el modelo global de movilidad geográfica que caracteriza a las
economías modernas como la española. De hecho, esa percepción ha abierto en el equipo
investigador una línea de trabajo extremadamente interesante a desarrollar, con el fin de
analizar dichas tendencias a nivel nacional y europeo. Las facilidades que existen hoy en
día para la movilidad geográfica, el intenso contacto telemático que es posible mantener
con la familia, amigos y seres queridos en general, hace la salida, normalmente provisio-
nal, mucho más fácil que antaño.
En cuanto a los destinos actuales, han cambiado como lo ha hecho la economía es-
pañola. Destaca sobre todo la pérdida de atractivo del País Vasco (aunque todavía atrae
emigración), mientras que el entorno de la comunidad se muestra mucho más atractivo
(esta movilidad entre regiones vecinas apoya la hipótesis de tendencia hacia la movilidad
global a que hemos hecho referencia). Madrid se consolida en el principal punto de atrac-
ción, seguido por el entorno de la región y el Arco Mediterráneo (ya no sólo Cataluña o
Valencia; también Alicante, y sobre todo Mallorca adquieren atractivo). Si atendemos a la
mapificación por provincias, vemos dicha tendencia más perfilada.
41 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña 42 ETIOLOGÍA DE LA EMIGRACIÓN Más allá de la constatación y contabilización de los flujos humanos sobre el territorio en
términos demográficos, y de los correspondientes saldos, es necesario preguntarse, desde
un punto de vista sociológico qué lleva a una persona a abandonar su hogar, su gente y su
tierra para establecerse en otros espacios más o menos lejanos. Qué duda cabe, además,
que la o las respuestas tienen un valor añadido cuando son los propios actores los que
señalan las razones.
Indagar en la etiología de la más reciente diáspora extremeña ha requerido, por tanto,
un ineludible acercamiento a ella para que se expresara, para tenerla como fuente prima-
ria y primera de su propia experiencia. Porque hay argumentos íntimos que no siempre
son suficiente o convenientemente explicitados o, simplemente, se obvian.
En los siguientes apartados nos ocupados de estas cuestiones, tanto a partir de la en-
cuesta realizada a nivel nacional, como de las informaciones extraídas de los grupos de
discusión realizados dentro y fuera de España.
QUIÉNES Y CUÁNDO MARCHAN El grueso de los emigrantes extremeños de la muestra (tres de cada cuatro), tanto hom-
bres como mujeres, abandonó su tierra con edades comprendidas entre 17 y 32 años. Más
de un 40 por ciento, además, entre los años 60 y 70. De hecho, el año medio de salida
sería 1976.
La juventud es un denominador común de la diáspora representada en la muestra. La
distribución de frecuencias por edad de la misma junto con el tipo de familiares que el
encuestado manifiesta permanecieron a su marcha en su lugar de origen desvelan los 14
años como la edad umbral más temprana para una emigración autónoma (por lo que es
desde esos años que distinguimos entre el emigrante y el hijo del mismo) aunque es a
partir de los 18 cuando el ritmo migratorio se incrementa.
Algo menos de la mitad (45 por ciento) de los emigrados lo fueran con no más de 21
años y uno de cada tres con edades comprendidas entre esos años y los 17 (intervalo en el
que muchos varones debían haber prestado el servicio militar). El 44 por ciento de los ex-
tremeños que emigraron lo hicieron con edades comprendidas entre los 22 y los 32 años,
si bien los 27 marcan la inflexión en la frecuencia migratoria (tres de cada cuatro emigró
antes de los 28 años). Por otra parte, la edad media de salida, lo mismo para varones que
para mujeres, puede fijarse en 24 años, mientras la más frecuente observada es entre los
17 y los 18 años.
43 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña La salida de los emigrantes más jóvenes es algo más elevada entre quienes marcharon
en los años sesenta y los setenta. También la de los emigrados con edades entre 22 y
32 años, si bien, a diferencia de aquéllos su número no mengua progresivamente hasta
reducirse drásticamente en los últimos años, sino que, por el contrario, se describe un
importante repunte en lo que llevamos de siglo. De igual manera, entre los que emigraron
habiendo superado la treintena el pico más alto de salida tiene lugar en estos tiempos.
LAS EDADES DE LA EMIGRACIÓN Edad de emigración
Década de emigración
14 a 21 años 22 a 32
33 o más
Total
Hasta los años 60
Años 60
Años 70
Años 80
Años 90
S. XXI
Total Emigración
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
1,5
3,5
5,0
7,3
8,0
15,3
4,5
7,8
12,3
2,0
2,8
4,8
2,3
3,0
5,3
1,3
1,3
2,5
18,8
26,3
45,1
años
1,5
2,5
4,0
4,5
9,0
13,5
4,0
6,5
10,5
0,8
3,3
4,0
0,3
2,0
2,3
6,3
3,3
9,5
17,3
26,6
43,9
años
0,3
0,5
0,8
0,3
2,0
2,3
1,0
1,5
2,5
0,5
1,3
1,8
0,5
0,5
1,0
1,8
1,0
2,8
4,3
6,8
11,0
3,3
6,5
9,8
12,0
19,0
31,1
9,5
15,8
25,3
3,3
7,3
10,5
3,0
5,5
8,5
9,3
5,5
14,8
40,4
59,6
100,0
El cambio en el perfil del emigrante estudiado se percibe claramente cuando, precisa-
mente, observamos que, en estos últimos años, se dan dos circunstancias destacables.
La primera de ellas tiene que ver, otra vez, con la edad ya que la media de la muestra se
eleva hasta los 29 años siguiendo una tendencia sólo interrumpida en los años noventa y
que, sin duda, está asociada a la extensión de la placenta social; esto es, a la cada vez más
44 LA DIÁSPORA tardía salida de los jóvenes del sistema educativo y el progresivo retraso en su incorpora-
ción al mercado de trabajo.
La segunda, en cambio, se refiere a la composición de la muestra en términos de sexo.
La relación final de la diáspora es de seis mujeres por cada cuatro hombres. Esa dispari-
dad de la emigración con referencia a sus sexos se observa en todos los grupos de edad
y en todos los intervalos de tiempo con una única excepción, los emigrantes mayores de
22 años (y especialmente los más jóvenes) salidos, precisamente, en lo que llevamos de
siglo. Con excepción de ese período, está claro que, para nuestro universo de estudio,
la mujer extremeña ha recurrido a la emigración de manera más intensa que el varón
extremeño.
Un apunte más a éste perfil básico del emigrante extremeño de nuestra muestra. A la
par con la distribución provincial de la población de Extremadura, casi seis de cada diez
de ellos son originarios de la provincia de Badajoz frente a los algo más de cuatro que lo
son de la de Cáceres. A excepción de la emigración masculina anterior a los sesenta, la
mayor salida de pacenses es una tendencia general que se repite en el tiempo, unas veces
de manera más acusada (últimos años) y otras menos (años 60). Entre los años sesenta y
setenta así como en los noventa, dicha tendencia fue mayor en los varones, mientras que
lo fue en las mujeres en los otros intervalos temporales.
CON QUIENES MARCHAN, A QUIENES DEJAN ATRÁS Veamos quiénes, para los emigrantes extremeños, quedaron atrás en el momento de
su marcha.
45 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña El 85 por ciento de los encuestados salió de Extremadura sin sus padres, mientras un
12 por ciento dice que éstos no permanecieron en su lugar de origen en el momento
de su marcha. La salida al tiempo o posterior que la de los progenitores es casi el doble
entre aquéllos que emigraron a partir de los 33 años (23 por ciento) y la permanencia de
los primeros bastante menor (66 por ciento). Ahora bien, las sucesivas generaciones de
emigrantes nos muestran salidas cada vez más desconectadas de la de los padres. Así, por
ejemplo, el 18 por ciento de los emigrados con anterioridad a los años sesenta manifiesta
que sus progenitores o, al menos uno de ellos, emigró al tiempo o antes de hacerlo él,
porcentaje que se va reduciendo gradualmente hasta el 3 por ciento en los tiempos más
recientes.
En el caso de los hijos el panorama es otro. En su marcha, los emigrantes dejan atrás,
por lo general, a padres, hermanos, parientes y amigos, pero raramente a los hijos. En el
momento de emigrar eran madres el 41 por ciento de las emigrantes y padres el 31 por
ciento de los emigrantes de la muestra (el 63 por ciento de los encuestados). Casi nueve
de cada diez (88 por ciento) de todos ellos, madres y padres, manifiestan que sus hijos los
acompañaron en su salidas de Extremadura desde un primer momento (lo contrario se
presenta como algo más anecdótico, dada la franja de edad en que se mueve la emigra-
ción), algo más entre ellas (91 por ciento) que entre ellos (82 por ciento). A diferencia de
lo que ha podido ocurrir con los padres, los emigrantes que más han llevado consigo a sus
hijos han sido, en mayor medida, los más jóvenes (90 por ciento de casos hasta los 32 años
y 79 por ciento en adelante), cabe suponer que con vástagos, también, de menor edad, y
los que salieron antes de los años sesenta y durante los ochenta (92 por ciento, frente al
71 por ciento de los emigrados en los noventa).
46 LA DIÁSPORA Ocho de cada diez encuestados indican, por último, que sus hermanos, cuando los te-
nían, permanecieron en su lugar de origen o, contemplado desde otra perspectiva, dos
de cada diez señalan que esos hermanos salieron bien antes o bien al tiempo que ellos
mismos. En el caso de otros familiares y parientes el número de los que afirman que éstos
permanecieron en la tierra de origen se eleva a nueve de cada diez y al 94 por ciento en el
caso de los amigos. Es decir, los emigrantes de la muestra, además de abandonar la tierra
parecen dejar atrás, por lo general, hondas relaciones de arraigo familiar y social.
Con todo y de una manera u otra, es posible afirmar que casi la mitad de los encues-
tados, además de su propia experiencia, vivió la emigración de algún familiar o pariente
o, incluso, de algún amigo, con anterioridad o al tiempo que la suya, más las mujeres (53
por ciento) que los varones (43 por ciento), e, incluso, a posteriori, tal como indica que
algunos de ellos señalen esa posterior salida de algún hermano (26 por ciento), algún otro
familiar o pariente (9 por ciento) o algún amigo (8 por ciento).
Atendiendo a las diferencias de género en estas variables, podríamos decir que la mujer
extremeña, según la muestra, no sólo emigra más que el varón extremeño, sino que, en
términos relativos, "arrastra" a más familiares con ella.
CAUSAS SUBJETIVAS DE LA EMIGRACIÓN En este apartado prestaremos especial atención, antes que a la encuesta, a lo que nos
dicen los grupos de discusión, que en este sentido han aportado un material muy rico.
La migración es un proceso complejo, siendo sus causas también complejas y heterogé-
neas aun cuando podamos entrever pautas relativamente estables que han sido maneja-
das por los diferentes integrantes de los grupos de discusión en sus procesos migratorios,
y que guardan relación con el contexto histórico y socioeconómico de referencia.
Aún así, éstas han sido las pautas generales de emigración que categorizan a los emi-
grantes extremeños en las siguientes tipologías, tal y como se desprende de las historias
de vida consideradas:
Emigrantes de subsistencia, que salen empujados por el hambre física, la exclusión o la persecución política.
Emigrantes emprendedores, originarios de familias con recursos para sobrevivir, pero cuya orientación hacia la movilidad social vertical les empuja a emigrar en busca de mejo-
res condiciones de trabajo, formación, etc.
Emigrantes aventureros: a menudo procedentes de familias con recursos suficientes , pero que tras una primera salida, normalmente por el servicio militar, se ven impelidos a
la búsqueda de espacios nuevos, de una vida distinta, de culturas desconocidas. No son
los más abundantes entre nuestros emigrantes, pero tampoco son pocos.
47 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Emigrantes involuntarios: normalmente familiares directos de otros emigrantes a quie- nes ha ido bien, o que simplemente necesitan apoyo familiar en el lugar de destino. Mu-
chos padres y sobre todo madres de emigrantes y hermanos pequeños se dieron en esa
tesitura.
Emigrantes por designio superior: son aquellos que simplemente en razón de su pro- fesión (ejército, guardia civil, funcionarios, religiosos, etc.) emigran no en respuesta nece-
sariamente a un impulso propio (en muchos casos también es así, buscando un ascenso),
sino por necesidades del servicio en la institución u organización a la que pertenecen.
Emigrantes Absentistas: era el destino tradicional de los hijos de los grandes propieta- rios; al salir a estudiar fuera, en muchos casos iniciaban ya un camino de no retorno.
En las épocas de mayor flujo migratorio, en la década de los sesenta y setenta, pode-
mos entrever pautas migratorias derivadas de causas económicas estructurales, siendo
lo común la escasez de trabajo en su localidad de origen extremeña y la búsqueda de
perspectivas laborales alejadas de las tareas agrícolas y
mal pagadas. Se ha tratado ma- yoritariamente de una
emigración de subsistencia. Resulta evidente también, que aque- llos emigrantes que tenían oficios artesanos o pequeños negocios en sus localidades de
origen, también daban el salto migratorio debido, no a la insuficiencia de ventas, sino de
pago en efectivo por parte de sus clientes y la búsqueda evidente de mejores oportunida-
des, siendo lo que hemos denominado
emigrantes emprendedores. Los propios emigrantes extremeños hablan de una especie de conciencia en Extrema-
dura relacionada con lo que ellos califican como una
sangría humana llevada a cabo en Extremadura en las épocas de mayor flujo migratorio
: "En Extremadura es donde más hay conciencia de la sangría y todo el problema que hubo en los 60 y 70, esa conciencia
no la tendrán ni los gallegos... los andaluces quizá sí tengan conciencia de ello, eso sí, es
imposible que tengan todo el nivel de conciencia que tienen los extremeños. Es que de
Extremadura, en aquella época, se fue el 50% de la población" (Grupo de Inchaurrondo),
achacando este problema a los que gobernaban y a los terratenientes en Extremadura , tal
y como comenta en el grupo de Sant Feliu de Guíxols: "
Señores míos, esas personas que han tenido tanto poder, no políticamente sino de dinero, que eran los dueños de aquellas
fincas, tenían que haber hecho algo por Extremadura y la juventud como yo estuviera allí,
hubiera estado allí, no aquí".
Los destinos principales de este flujo migratorio masivo, que en la mayoría de los casos
pertenecen a la categoría que hemos definido como
Emigrantes de subsistencia, fueron el País Vasco, y localidades de Cataluña Madrid y Navarra, principalmente, pero también
a Alemania, Suiza y Francia, encontrándonos también casos en los que se han realizado
tanto dobles y hasta triples procesos migratorios en el exterior y en el interior.
En estos casos, se perfila una pauta migratoria que podemos considerar, por tanto, co-
mún, y es el hecho del contacto y arrastre entre unos y otros, incluso de familias comple-
tas (
emigrantes involuntarios). Muchos de los emigrantes extremeños ya tenían contactos 48 LA DIÁSPORA en las tierras de acogida, sobre todo, otros familiares que ya se habían ido de Extremadura
a esas regiones y que había emigrado por los motivos fundamentales explicitados rela-
cionados con la escasez de perspectivas laborales y económicas, y que al mismo tiempo
arrastraban a sus familiares. Nos encontramos con muy pocas referencias sobre al espíritu
aventurero, el
emigrante aventurero y bastantes relacionadas con una emigración por designio superior
, bien porque trabajan para empresas privadas o para la Administración y Cuerpos de Seguridad, que han tenido destinos preferentemente en las capitales (Bar-
celona Centro, La Coruña o Sevilla). De hecho, en estas zonas no consideran que se haya
realizado una
emigración al uso, siendo las causas diferentes o las situaciones de partida diferentes. Emigrar p
or necesidad, por subsistencia, y en esa época de flujo migratorio ma- sivo, lo hemos encontrado como se ha comentado en el País Vasco, en pueblos de Catalu-
ña, de Madrid y de Navarra, en mayor medida, en el exterior: Alemania, Francia y Suiza.
¿Qué nos dice al respecto la encuesta? Hay bastante coincidencia con lo que hemos ana-
lizado en los grupos de discusión e historias de vida. Pues los dos principales motivos por
lo que los emigrantes extremeños de la muestra decidieron emigrar, independientemente
del momento en que lo hicieron, son de naturaleza laboral: la mejora en las condiciones
de trabajo y la falta del mismo. En una escala de puntuación de 0 a 10, representado O
una nula influencia y 10 una influencia decisiva, la media obtenida para la primera de las
variables es de 6,5 y de 6,4 para la segunda. Un tercer motivo en orden al peso atribuido a
la decisión de abandonar Extremadura es seguir los pasos de otra persona, sea ésta pareja
o cónyuge, familiar o amigo (4,1). Otra razón ligada al trabajo, el destino laboral (2,4), así
como los deseos de conocer mundo (2,3) aparecen como razones secundarias, mientras
las políticas (0,4), cuando se esgrimen (un 84 por ciento afirma que no influyeron en modo
alguno en su decisión) lo son de manera discreta y, además, menguante en la medida que
el tiempo y la consolidación del sistema de democracia parlamentaria contribuye a diluir-
las. Con todo, no deja de ser llamativo que el argumento político tenga una consideración
mayor entre los más jóvenes, básicamente varones, que entre los emigrados con algunos
años más, si bien son éstos (algo más de uno de cada cuatro) los que más lo mencionan.
Además de las apuntadas, los encuestados se refieren a otros motivos para explicar su
decisión de salir, razones como los estudios, que, para quienes las señalan (menos de un
8 por ciento), son bastante decisivas (8,4).
Si nos fijamos, en efecto, en este último criterio, es decir, si se discriminan las razones
que no influyeron en modo alguno en la decisión de emigrar (las variables puntuadas con
valor 0) ponderamos, realmente, el peso medio de dichas razones cuando éstas apare-
cen.
Así, para aquellas personas que señalan que entre sus motivos para emigrar se encuen-
tran la falta de trabajo o el deseo de mejora laboral, estos motivos aparecen como muy
significativos (ambos con 7,8 y 7,7 de media, respectivamente). La atracción ejercida por
otra persona (6,4), el destino laboral (5,4) y el deseo de conocer (5,2), son cuando se indi-
can, motivos menos importantes y los políticos son argumentos menores.
49 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña En general, cabe señalar que la emigración que representa la muestra no apunta a una
única causa. Únicamente el 8% de los encuestados señala un solo motivo en su decisión
de emigrar y para casi la mitad de ellos ése obedece a la atracción ejercida por otra u otras
personas, ya sea familiares, parejas o amigos. Las distintas posibles motivaciones que tie-
nen que ver con el mercado de trabajo o la movilidad laboral muy raramente aparecen
como razón exclusiva que justifique la decisión de emigrar. Es más, únicamente un 13 por
ciento de los encuestados explica esa decisión aludiendo conjuntamente a la falta de tra-
bajo y a la mejora de las condiciones de trabajo y un 5 por ciento añadiendo, además, la
obligatoriedad del destino laboral.
No obstante esto último, la emigración extremeña obedece, como cabría esperar y se
acaba de apuntar, a una lógica principal que tiene que ver con el mercado de trabajo
local o regional: la escasez de empleos o las condiciones de los existentes. Sirvan como
ejemplo estos datos: para el 83 por ciento de los emigrantes la falta de trabajo es uno de
motivos que los impulsaron a abandonar Extremadura, para el 84 por ciento la mejora de
las condiciones laborales y para el 86 por ciento uno u otro de esos motivos. Si a la com-
binación se le añade, además, la obligatoriedad del destino laboral como causa de salida
(44 por ciento) y todo ello lo comparamos con las puntuaciones otorgadas, en términos
de influencia, a los distintos motivos señalados nos encontramos con que nueve de cada
diez emigrantes extremeños centra prioritariamente su decisión de emigrar en el trabajo.
Eso no quita para que, en cada lógica individual pluricausal, el efecto de atracción ejercido
por otras personas (65 por ciento de los casos) e incluso los deseos de conocer mundo (44
por ciento) aparezcan a menudo entre las motivaciones de los encuestados si bien, como
ya se ha señalado, con una menor intensidad.
50
IMPORTANCIA DE LOS MOTIVOS PARA LA EMIGRACIÓN
TODOS (Porcentajes)
MUY LA DIÁSPORA
Falta de trabajo
Mejora condiciones de
trabajo
NADA 17,3
15,4
POCO POCO BASTANTE MUCHO DECISIVA TOTAL 6,7 8,9 11,8 26,5 28,7 100,0
33,5 7,5 16,9 26,7 100,0
Destino Obligatorio
Atraído familiares,
pareja, amigos
Deseos de Cambiar
Razones Políticas
Otras
54,7
34,5
54,7
82,7
92,8
16,1
29,2
21,9
15,2
3,9
6,3
7,5
11,1
1,0
1,0
6,3
15,9
7,2
0,5
0,2
8,4
13,0
5,1
0,7
2,2
8,2
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Falta de trabajo
Mejora condiciones de
trabajo
18,1
13,3
6,0
33,7
HOMBRES (Porcentajes) 10,2 12,0 26,5
6,0 19,9 27,1
27,1 100,0
100,0
Destino Obligatorio
Atraído familiares,
pareja, amigos
Deseos de Cambiar
Razones Políticas
Otras
60,8
42,2
21,9
81,9
6,0
15,7
25,9
11,1
15,1
1,2
4,2
8,4
7,2
1,2
0,6
5,4
13,3
5,1
1,2
1,2
7,2
10,2
0,6
6,6
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Falta de trabajo
Mejora condiciones de
trabajo
17,3
15,4
6,7
33,5
MUJERES(Porcentajes) 8,9 11,8 26,5
7,5 16,9 26,7
28,7 100,0
100,0
Destino Obligatorio
Atraído familiares,
pareja, amigos
Deseos de Cambiar
Razones Políticas
Otras
54,7
34,5
54,7
82,7
92,8
16,1
29,2
21,9
15,2
3,9
6,3
7,5
11,1
1,0
1,0
6,3
15,9
7,2
0,5
0,2
8,4
13,0
5,1
0,7
2,2
8,2
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
El autorretrato del emigrante extremeño es, pues, el de un emigrante laboral, un emi-
grante de trabajo, con independencia del periodo que consideremos. Aunque ese perfil es
mucho más nítido hasta los años setenta, no obstante en los últimos años tienden a ganar
peso de nuevo ese motivo.
51 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Motivos señalados de la emigración (% de los casos) Total < Años Años Años
Años
Años
60’
60’
70’
80’
90’
Falta de trabajo
Mejora en las condiciones laborales
Falta de trabajo o mejora condiciones
laborales
Destino laboral obligatorio Falta de trabajo o mejora condiciones
laborales o destino laboral obligatorio
Atracción por otros
Deseos de conocer
82,5 92,3 83,1 78,2 71,4 85,3
84,2 94,9 86,3 79,2 73,8 88,2
86,2 94,9 87,1 83,2 73,8 88,2 44,1 48,7 46,8 45,5 50,0 32,4 90,0 94,9 91,1 89,1 81,0 91,2 64,7 64,1 66,9 79,2 64,3 44,1
43,9 43,6 44,4 48,5 31,0 38,2
Razones políticas
16,5 23,1 17,7 18,8 7,1
8,8
Otras
7,5
2,6
5,6
4,0 16,7 20,6
Esa tendencia no se contradice, sin embargo, con el hecho de que para el conjunto de
los encuestados las razones principales de su salida de Extremadura tengan que ver con
el trabajo. Con toda probabilidad, el trabajo es un factor cuya importancia (siempre muy
elevada) varía a la hora de explicar la emigración extremeña y el cambio en el perfil del
emigrante según qué tiempo, pero con sus respuestas el colectivo de encuestados deja
claro su significado fundamental a la hora de argumentar las decisiones individuales de
salida y que ese carácter fundamental no varía sustancialmente entre emigrantes de dis-
tintas generaciones más allá de que al móvil laboral se agreguen en distintos momentos
otras motivaciones relevantes.
Por ejemplo, los extremeños emigrados en los años sesenta atribuyen, cuando se ar-
gumentan, a la falta de trabajo (8,1) o la mejora de las condiciones de trabajo (8,2) una
mayor influencia a la hora de explicar su salida que los emigrados en los ochenta (7,2) y
para éstos, a su vez, resulta más decisivo un destino laboral obligatorio (6,6) o la atracción
ejercida por otros (6,8) que para los emigrados en la década siguiente (4,3 y 4,9, respecti-
vamente). Por el contrario, para los emigrados en los noventa el deseo de conocer mundo,
cuando esto se pone de manifiesto, resulta un motivo bastante influyente (6,7) a la hora
de explicar su salida y no tanto para los emigrados con anterioridad a los sesenta (4,5).
52 LA DIÁSPORA Otro ejemplo. Seleccionando únicamente el nivel de respuesta que señala una elevada
influencia a la hora de tomar la decisión de emigrar (puntuación igual o mayor que 7),
observamos, además de la escasa influencia relativa del resto de motivos, que la falta de
trabajo y la mejora de las condiciones laborales habrían sido determinantes para tres de
cada cuatro emigrantes de la muestra. La falta de trabajo es algo más influyente hasta
finales de los setenta y más entre las mujeres que entre los hombres. La mejora de las con-
diciones de trabajo también tiene mayor peso entre la emigración anterior a los ochenta,
pero su influencia es algo mayor entre los varones y entre los emigrados una vez superada
la treintena. Para un 36 por ciento de nuestros emigrantes, la atracción ejercida por otras
personas sería un motivo bastante influyente en su decisión de emigrar, sobre todo entre
las mujeres (casi el doble que los hombres) y sobre todo hasta finales de los setenta. Por
su parte, el destino obligatorio sería causa muy influyente para casi uno de cada cuatro
emigrantes de la muestra, más entre las mujeres y progresivamente más a medida que
aumenta la edad de salida (casi uno de cada tres mayores de 32 años), mientras el deseo
de conocer mundo sólo sería muy influyente para el 16 por ciento de los casos.
53 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Si contemplamos las causas que influyen en la decisión de emigrar a través de la varia-
ble sexo se observa que los hombres puntúan algo más alto de lo que lo hacen las mujeres
la mejora de las condiciones de trabajo, al deseo de conocer y a otras razones, entre ellas,
las políticas y, al contrario, los mujeres atribuyen algo más de peso que los hombre a la
influencia de la falta de trabajo, el destino laboral obligatorio y, sobre todo, la atracción
ejercida sobre ellas por otras personas. Precisamente es en estas dos últimas variables
donde se aprecia una mayor diferencia entre los motivos que han podido animar la emi-
gración de unos y otras. Así, por un lado, la obligatoriedad del destino laboral influyó en
la decisión de salir de Extremadura en el 48 por ciento de mujeres y en el 38 por ciento
de los hombres. De igual forma, la atracción por otros, ya sean éstos pareja, familiares o
amigos, es un motivo que contemplan bastante más las mujeres (siete de cada diez) que
los hombres (56 por ciento).
Como se señaló con anterioridad, el emigrante extremeño de la muestra ha ido retar-
dando cada vez más su salida respecto de las primeras generaciones de la diáspora. Las
razones, como también se ha apuntado, han sido siempre las mismas, como tampoco ha
cambiado la jerarquía en términos de influencia de unas y otras. No obstante, el número
de casos que valoran como influyentes los distintos motivos para emigrar varía según la
edad con que se emigró. Así, la falta de trabajo o la mejora de las condiciones de trabajo
han influido en la decisión de emigrar del 87 por ciento de aquéllos que salieron más jó-
venes (hasta los 21 años), pero se reduce al 79 por ciento de los demás, en el caso de la
primera de las razones, y al 81 por ciento para los de edades comprendidas entre 22 y 32
años, en el caso de la segunda de ellas. La obligatoriedad del destino laboral, la atracción
54 LA DIÁSPORA ejercida por otros y, en menor media, los deseos de conocer mundo son motivos que
explican la decisión de emigrar con mayor frecuencia a medida que se retrasa la edad de
salida: entre los que salieron más jóvenes el 42, el 59 y el 44 por ciento, respectivamente,
mientras entre los que salieron con 33 años o más, el 54, 75 y 47 por ciento, respectiva-
mente.
Con el fin de profundizar en el análisis y triangular las conclusiones, se han interrela-
cionado las respuestas de los motivos para la emigración mediante un análisis factorial,
lo que permite sacar a la luz las características que estén latentes detrás de las variables
observadas y de sus correlaciones. Sintetizando el peso de los distintos factores ya anali-
zados, vemos que el factorial identifica las siguientes variables subyacentes:
COMPONENTE 1 Mejora condiciones de trabajo
Atraído por familiares, pareja, amigos...
COMPONENTE 2 Deseos de Cambiar
Razones Políticas
COMPONENTE 3 Otras COMPONENTE 4 Destino Obligatorio Lo que nos reafirma en la idea básica de que la subsistencia fue la razón fundamental
por la que los extremeños tomaron la iniciativa de emigrar, más allá de cualquier otra
causa considerada. Una vez iniciado el proceso una cosa llevó a la otra y el reunirse con
familiares, amigos o pareja se convirtió en otra razón importante para emigrar; en menor
medida, el deseo de cambiar de vida, (conocer mundo u otras formas de vida, espíritu de
aventura), también influyó en la decisión de emigrar. Así, la situación socioeconómica y las
circunstancias del momento contribuyeron a favorecer un proceso en el que no sólo las
razones económicas, también las afectivas y las emocionales potenciaron el proceso.
Por tanto, y para terminar este apartado, puede afirmarse que, en general, la movilidad
geográfica de las distintas generaciones de extremeños que han dejado y siguen saliendo
de Extremadura es de carácter laboral. La falta de trabajo o unas condiciones poco satis-
factorias en el mismo no sólo son los motivos a los que más se refieren los encuestados,
sino, con mucho, los más influyentes. Ni el tiempo en que se hizo efectiva la marcha, ni la
edad o el sexo del emigrante, ni el lugar de salida alteran el perfil de la diáspora extremeña
que representa nuestra muestra.
55 EL PROCESO MIGRATORIO Si prestamos detenida atención a lo que nos cuentan los emigrantes respecto de su
vida, en esas microhistorias que hemos compuesto a partir de los grupos de discusión, y
en esas historias de vida recopiladas escritas por ellos mismos, o a partir de sus narracio-
nes, podremos entender la verdadera naturaleza de la emigración y sus consecuencias,
para el migrante, su entorno familiar y su entorno social. Haciendo un ejercicio de síntesis
extrema, podríamos señalar los siguientes aspectos como los más significativos. Y a conti-
nuación lo contrastaremos con lo que nos dice la encuesta.
LA EMIGRACIÓN NO ES UN JUEGO Aunque como hemos visto encontramos tipologías muy variadas entre los emigrantes,
y veremos cómo aparecen algunos pocos casos en los que se pone de manifiesto una
pulsión de salida a la ventura, la inmensa mayoría de quienes han emigrado lo han hecho
porque no les quedaba otro remedio. La emigración no es un juego; se emigra porque se
necesita hacerlo. Incluso entre aquellos que lo han hecho por sed de aventura, en reali-
dad también lo hacían de forma forzada porque no encontraban aquí las posibilidades de
realización personal o de crecimiento cultural que precisaban.
El proceso migratorio es duro desde el momento mismo en que se toma la
decisión
Muchas de las historias nos muestran esa dureza: la dificultad del acuerdo con los pa-
dres en ocasiones, el miedo a lo desconocido, las complicaciones administrativas, el mal-
trato desde algunas de estas instancias, etc. Los emigrantes o hijos de emigrantes más an-
tiguos a América nos hablarán por ejemplo de largos meses navegando por el océano, tras
recorrer miles de kilómetros, a menudo sin ni siquiera saber leer. Malas condiciones en los
viajes, malas condiciones en el alojamiento en muchos de los destinos... y a veces, como
ocurría sobre todo en algunos casos de la emigración transoceánica, una expectativas que
tenían poco que ver con lo esperado, pero ya sin posibilidad de vuelta atrás.
Casi nunca el primer destino es el destino definitivo del emigrante Ya se ha comentado y vemos en muchas de las historias cómo (sobre todo en el caso
de salidas hacia Europa) el primer destino se hacía a veces demasiado duro, o las barreras
lingüísticas asustaban demasiado. Otras veces simplemente ocurría que una vez fuera,
llegaba la noticia de un hermano, un primo, un amigo del pueblo informando de mejores
posibilidades de trabajo en otra ciudad, y cuando uno ha empezado la ruta, poco importa
modificar el rumbo.
57 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña La emigración implica un choque cultural Con independencia de que hayan sido mejor o peor aceptados, casi todos los emigran-
tes han sufrido choques culturales muy intensos, normalmente más intensos cuando ha
existido de por medio una barrera lingüística, y más intensos aún cuando la emigración
era al extranjero. Muy a menudo ese choque ha ido más allá, y los emigrantes se han sen-
tido agredidos o al menos estigmatizados por su condición de emigrantes, o de españoles,
o de extremeños... o simplemente de castellanoparlantes. Han pasado los años y casi na-
die insiste en ello, pero a poco que se ahonde los rescoldos se encienden, porque hubo
mucha gente que sufrió mucho.
Se emigra en familia Las más de las veces, la emigración se produce con la familia al completo, aunque es-
calonadamente. Tarde o temprano todos terminan reuniéndose, aunque normalmente
ese reagrupamiento se produce de forma escalonada. El padre o el hermano mayor son
los que realizan el primer viaje; y si encuentran buena acogida y posibilidades de em-
pleo van llamando al resto de la familia. Precisamente el impacto de la emigración en
las familias explica las dificultades actuales para el retorno: las familias se quebraban,
también los grupos de amigos, cuando sus miembros partían a la emigración; los que se
quedaban partían para reunirse con sus seres queridos… Hoy consideran que el retorno es
muy difícil:
"ya rompimos la familia al emigrar, no la queremos romper de nuevo aunque tengamos deseos de volver a nuestra tierra"
, decía un emigrante extremeño, jubilado en Valencia, con hijos y nietos ya de allí.
El efecto llamada es una constante en los procesos migratorios Y ese hoy denostado efecto llamada no parece depender, a la luz de las historias, tanto de las normativas o mayor o menor permeabilidad de las fronteras, como el hecho simple
y manifiesto de que haya posibilidades de empleo.
Por duro que haya sido, al final se consigue La mayoría de los emigrantes consiguieron superar las dificultades de la partida, la cru-
deza de los viajes, los choques culturales, el desprecio a menudo, y se han integrado en su
destino definitivo. Les haya ido mejor o peor, pocos se arrepienten de haber emigrado.
El que se va, se va Aquellos emigrantes que han establecido lazos familiares en el lugar de destino, y tie-
nen descendencia, es improbable que se planteen el retorno. Pero sobre este tema nos
extenderemos más adelante.
58 LO QUE MEDIMOS EN LA ENCUESTA LA DIÁSPORA Echando la mirada atrás, el emigrante de la muestra encuentra que la principal contra-
riedad con la que tuvo que enfrentarse a su marcha de Extremadura no tiene que ver tanto
con la tierra de acogida sino como con lo que dejaba atrás: familia, casa, pueblo. Nostalgia.
Aunque como veremos, también la tierra de acogida fue causa de algunos sinsabores.
Dificultades en el proceso migratorio Atendiendo a las puntuaciones medias de valoración de las dificultades o sentimientos
hipotéticamente más probables (en una escala del 0 al 10), puede concluirse que esa
nostalgia (7,9) ha sido, para la mayoría, el principal obstáculo, o si no obstáculo, que no
tiene porqué serlo, el factor que más ha podido verdaderamente marcar su experiencia
migratoria en otra área geográfica de España. Los otros, la integración laboral (2,3), la
obtención de una vivienda digna (2,3), la adaptación a las costumbres (1,6) o al idioma
de la región (1,5) o la aceptación (1,3) han sido circunstancias, por lo general, claramente
menos relevantes para el conjunto.
Un 77% ha sentido intensamente la nostalgia en su proceso migratorio y no llegan a un
8% los ajenos a este sentimiento. Las mujeres manifiestan haberla sentido de manera algo
más aguda que los hombres y bastante menos los emigrados en lo que llevamos de siglo,
en particular si se compara con los salidos una década antes. El sentimiento de nostalgia
está algo más presente entre los que emigraron una vez superada la treintena. De hecho,
existe una correlación de carácter negativo entre la edad de salida y el grado de nostalgia
manifestado, de tal manera que los que emigraron más jóvenes, con independencia de los
años de nacimiento o de salida, se declaran más nostálgicos.
59 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña No se observa la existencia de correlación significativa entre el grado de nostalgia expe-
rimentado y el hecho de permanecieran en el lugar de origen familiares o amigos, salvo,
levemente, para el caso de que éstos sean los padres.
En cambio, sí parece que pueda apuntarse un mayor sentimiento de nostalgia entre
aquellos emigrantes que más se identifican con la localidad de nacimiento o, en menor
medida, con Extremadura, lo cual suele traducirse, por ejemplo, en una defensa de las cua-
lidades de la tierra (incluidos sus productos) o en una transmisión del sentimiento de iden-
tidad con la misma mayor que en los menos nostálgicos pero no, en cambio, en una mayor
frecuencia de visitas a la región, en la propiedad de una segunda vivienda (únicamente uno
de cada cuatro) o en un mayor gasto medio anual en productos de denominación extreme-
ña (aunque ese gasto, 728 €, se observa mayor entre el grupo de los más nostálgicos).
Pero la nostalgia, como acabamos de indicar, no es un obstáculo en sí mismo ni su esen-
cia es necesariamente negativa. Observemos, entonces, aquello que sí lo es.
Un 29% refiere haber tenido dificultades de integración laboral. Un 11 por ciento de los
emigrantes encuestados señala su mucha dificultad y un 18 por ciento más refiere cierta
dificultad. La integración laboral parece que ha sido algo más complicada para las mujeres,
para los emigrados a edades más tardías (a partir de los 32 años) y para los emigrados du-
rante los años sesenta y en los años que llevamos de siglo. Se observa además una cierta
correlación positiva entre la variable dificultad de integración laboral y las variables falta
de trabajo y mejora en las condiciones de trabajo ligadas a los posibles motivos que influ-
yen en la decisión de emigrar. Es decir, aquellos que emigraron por su escasa empleabi-
lidad en el mercado extremeño son los que han tenido más dificultades de integración
laboral en destino.
60 LA DIÁSPORA La consecución de una vivienda digna ha resultado ser una importante dificultad para
el 13 por ciento de los encuestados y una dificultad algo menor para el 16 por ciento. Eso
sin que las biografías geográficas o domiciliares se revelen influyentes. En este caso la
misión es percibida como más complicada por los hombres, los emigrados a partir de la
treintena y, sobre todo, la emigración más reciente. En efecto, la elevación exponencial
de los precios de la vivienda libre, especialmente en las grandes capitales y áreas metro-
politanas, principales espacios de destino de la emigración, en general, ha elevado, a su
vez, la percepción de que acceder a una de ellas sea ahora más complicado. Un dato. La
valoración media de la diáspora más reciente (a partir de 2000) en términos de dificultad
de obtención de vivienda aumenta hasta 2,9 (desde 2,1), lo que desvela que éste se ha
convertido en el principal problema para esta generación de emigrantes. De hecho, la
correlación de signo negativo que se observa entre la dificultad para obtener una vivienda
y el año de emigración, lógica en un contexto de constante mejora salarial y de desarrollo
del mercado inmobiliario, se esfuma con la incorporación al análisis de los emigrados du-
rante la expansión de la burbuja inmobiliaria.
La adaptación a las nuevas costumbres y, en su caso, al idioma de la región de acogida,
representa una dificultad aparentemente menor. Al menos así lo perciben el 80 por cien-
to, mientras que para el 7 y 8 por ciento, respectivamente, esa adaptación entraña una
dificultad importante.
Si nos referimos a nuevas costumbres son las mujeres las que expresan una mayor di-
ficultad de adaptación. Junto a ellas los emigrados a una mayor edad. No se ha hallado
relación entre el grado de dificultad para adaptarse a las nuevas costumbres y la edad del
emigrante al tiempo de su marcha o su generación. Tampoco con otras variables como el
sentimiento de nostalgia o la movilidad geográfica del individuo. La asunción de nuevas
costumbres sí que parece asociada a otras circunstancias como son la aceptación de la
población autóctona, la existencia de una segunda lengua en la región o, de manera, más
débil y anecdótica, los deseos de conocer mundo como factor influyente en la decisión de
emigrar.
La correlación observada entre las variables dificultad de adaptación a las nuevas cos-
tumbres, dificultad para ser aceptado y dificultad con el idioma es bastante significativa y de
carácter positivo, de tal manera que todas contribuyen a una explicación recíproca. Así, los
emigrantes que declaran tener más dificultades de adaptación a las costumbres vernáculas
son los que más dificultades presentan con la otra lengua de la región, la que le es ajena, y
que, a su vez, perciben mayores obstáculos para ser aceptado en la tierra de acogida.
Centrémonos en el factor idiomático considerando únicamente aquellos emigrantes
de la muestra residentes en las dos regiones bilingües con políticas de normalización lin-
güística más importantes
1: Cataluña (20 por ciento) y País Vasco (8 por ciento). El grado de 1 La emigración extremeña a Galicia ha sido tradicionalmente menor y aparece, por tanto, poco representada
en la muestra.
61 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña dificultad medio que presenta el idioma se eleva de 1,5 hasta 2,6; 2 en el caso del euskera
y 2,8 para el catalán, algo lógico estando como está más asentado el bilingüismo en Ca-
taluña. Se eleva también la percepción de las dificultades para ser aceptado de 1,3 a 1,7,
pero, en este caso, de manera muy singular en el País Vasco; y no hay alteración sustancial
en la puntuación media respecto de la dificultad de adaptación a las nuevas costumbre del
emigrante extremeño en estas dos regiones.
Frente a contextos sociolaborales en los que el castellano convive con el catalán o el
euskera, son los varones y, en general, los emigrados a una menor edad (hasta 21 años)
los que declaran presentar menos problemas. Las dificultades para los encuestados se
manifiestan de manera proporcional a la intensificación de las políticas de normalización
lingüística en las citadas comunidades autónomas.
La aceptación como un igual en la tierra de acogida, por último, no se presenta como
una dificultad en el proceso migratorio para el 86 por ciento de los encuestados, y sólo
un 6 por ciento lo considera un problema importante. El obstáculo que puede suponer
dicha aceptación no muestra diferencias entre varones y mujeres y es percibido menos
intensamente como tal por quienes han emigrado más jóvenes. De hecho, se aprecia una
pequeña correlación de carácter positivo entre la dificultad para ser aceptado y la edad
de salida de Extremadura, además de con la edad del emigrante. No menos interesante,
resulta igualmente, observar ese tipo de correlación con el hecho haberse sentido discri-
minado alguna vez en la tierra de acogida o con haberse sentido extraño en la misma (va-
riables que, a su vez correlacionan significativamente), de tal manera que no sería difícil
identificar un pequeño grupo no muy numeroso de emigrantes (en torno al 3 por ciento, la
mitad de los que interpretan la aceptación como una dificultad importante en su proceso
migratorio) en el que se aprecie claramente esas tres circunstancias: sentimiento de no
aceptación, de discriminación y de extrañeza.
La discriminación percibida por los extremeños en la diáspora Hay que ampliar ese aspecto, sobre el que la mayoría de los emigrantes consultados en
los grupos de discusión intenta pasar página, pero que evidentemente ha existido. Es un
aspecto importante, además de por los impactos psicosociales que hubo de tener en su
día entre los propios emigrantes, porque el hecho de sentirse discriminado en la tierra de
acogida puede incidir directamente en la imagen que se conserva de la tierra de origen,
además de contribuir a formar una imagen negativa de la tierra que acoge. En este punto
nos referiremos únicamente a los emigrantes de primera generación.
En general, apenas uno de cada diez emigrantes se ha sentido en alguna ocasión discri-
minado, más del 90% asegura no haber sentido nunca discriminación en la tierra que los
acogió.
62 LA DIÁSPORA No son significativas las diferencias en la percepción de hombres y mujeres, el porcen-
taje de varones que nunca se ha sentido discriminado es sólo unas décimas inferior al de
mujeres (90,4 frente a 90,8). Con respecto a la edad, son los comprendidos entre 35 y
59 años quienes se manifiestan más discriminados, un 14% así se ha sentido en alguna
ocasión, pero también los jóvenes comprendidos entre 14 y 34 años son los que en mayor
medida aseguran sentirse discriminados en bastantes ocasiones (6,2%).
Atendiendo al nivel de estudios podemos afirmar que a medida que se incrementa el
nivel alcanzado la percepción de la discriminación es mayor, entre los que cuentan con es-
tudios universitarios el porcentaje de aquéllos que sienten la discriminación en la mayoría
de las ocasiones, está próximo al 7%, mientras que aquellos sin estudios o con estudios
primarios son los que en mayor medida manifiestan no haberse sentido discriminados en
ninguna ocasión (95%).
Finalmente, por comunidades autónomas saltan las sorpresas. Pues no encabezan el
ranking las regiones en las que popularmente se considera que, por razones idiomáticas, y
por el peso del nacionalismo, la discriminación es mayor de regiones. Por el contrario, sólo
una de éstas (y a la que el saber popular no atribuye una carga nacionalista muy fuerte,
como son las Baleares) aparece entre las primeras. Son, efectivamente, los dos archipiéla-
gos, balear y canario, las comunidades en las que en mayor medida se han sentido discri-
63 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña minados los emigrantes, un 13% siempre, y un 17% especialmente al principio, seguidas
de Castilla-La Mancha, donde un 17% se ha sentido en alguna ocasión discriminado, y un
poco menos, en el País Vasco, Madrid y Valencia. En sentido contrario están las comunida-
des de Navarra, La Rioja, Aragón, Galicia, Asturias y Cantabria, en donde los emigrantes no
han reconocido en ninguna medida discriminación hacia ellos.
A menudo los emigrantes, aun sin sentirse especialmente discriminados, se perciben
como extraños en la tierra que los acoge, especialmente en aquellos casos en los que el
choque cultural es más fuerte, y las costumbres, la gastronomía o la propia cosmovisión
de los autóctonos dista mucho de las propias. Así ocurre en comunidades como Baleares
y Canarias, donde casi cuatro de cada diez extremeños se han sentido como extraños en
alguna ocasión, especialmente al principio, seguidas de Valencia (un 18%), el País Vasco (un
15%), y Cataluña (un 12%). Al contrario, y en coherencia con lo que apuntábamos más arri-
ba, es en Navarra, La Rioja, Aragón, Galicia, Cantabria y Asturias, donde más extremeños se
han sentido integrados. No observándose diferencias reseñables al cruzar otras variables
como el sexo, la edad, el nivel de estudios o la renta de los emigrantes. Así, las mujeres se
integran algo mejor que los hombres, y son los mayores los que en mayor número aseguran
no haberse sentido nunca como extraños en la tierra que los ha acogido, como igualmente
encontramos los más altos porcentajes de emigrantes que se han sentido extraños en algu-
na o muchas ocasiones, aquéllos que mayor nivel de estudios han alcanzado.
64 LA EXPERIENCIA MIGRATORIA: HACIENDO BALANCE Finalmente, los emigrantes de la muestra autoevalúan su propia experiencia migratoria
a través de tres variables categóricas: arrepentimiento por haber emigrado, emigración en
otras circunstancias y necesidad actual de emigrar. Preguntados de manera muy directa y
de forma dicotómica, afirmación o negación, acerca de si se arrepienten de haber emigra-
do, nueve de cada diez (91 por ciento) de los encuestados declara que no.
La pregunta es pues obligada, ¿quiénes son los que se arrepienten? No puede estable-
cerse un perfil de emigrante arrepentido de serlo, pero sí puede señalarse que, en general,
se arrepienten algo más los hombres que las mujeres y se observa un mayor número entre
los emigrados a mayor edad, si bien es preciso advertir que no puede establecerse ningu-
na relación entre el arrepentimiento con la variable tiempo, ya sea medida en años como
emigrante, la propia edad de la persona o el período en que ésta emigró.
El arrepentimiento se apoya sobre el hecho real del abandono de la tierra de origen.
Ahora bien, sobre la ficción de unas condiciones de partida distintas a las que se daban en
el momento de consumarse la marcha de Extremadura, en concreto, sobre la base de una
extrapolación de la realidad actual en el lugar de origen, resulta interesante saber que el
42 por ciento de los encuestados no hubiese, sin embargo, emigrado. Un 39 por ciento sí
y el 19 por ciento no parece tener una opinión clara formada. Si se excluye del análisis a
los que manifiestan arrepentirse de emigrar (apenas se dan unos pocos casos de arrepen-
tidos que en las actuales condiciones habría emigrado igualmente), las cifras se invertirían
65 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña levemente: el 38 por ciento no hubiese emigrado y el 42 por ciento sí. Podría concluirse,
por tanto, que alrededor de cuatro de cada diez emigrantes de la muestra está satisfecho
con su propia experiencia migratoria, o bien que la alternativa que se le plantea como
hipótesis sobre el lugar de origen no supera o iguala lo que le ofrece la tierra de acogida.
O ambas circunstancias.
Tanto la reafirmación como la reconsideración de la decisión de emigrar se aprecian
algo más entre los varones, dado que ellas parecen más dubitativas. También se observa
(más visible entre las mujeres) una ligera tendencia a decantarse más hacia un replantea-
miento de la decisión ligada a la edad con la que se emigró, de tal manera que los que sa-
lieron con más de treinta años hubiesen emigrado algo menos en las actuales circunstan-
cias y los que salieron antes, con todo, se reafirman más. Esa misma tendencia se observa
entre las distintas generaciones de emigrantes y respecto de la duración de la experiencia
migratoria. Por una parte, y es lógico, los emigrantes de generaciones anteriores, salidos
en tiempos más difíciles, emigrarían hoy menos. Por otra parte y en consonancia con lo
anterior, los más veteranos en la diáspora (más treinta años), se muestran más revisionis-
tas de su decisión que los más recientes.
Una cosa es plantear un nuevo escenario sobre el que enjuiciar la decisión de salida pro-
pia y otro muy distinto valorar si la Extremadura actual tiene el suficiente potencial y atrac-
tivo como para retener o no a los suyos. En este sentido, el 56 por ciento de los emigrantes
de la muestra considera que, a día de hoy, no es necesario emigrar de Extremadura para
tener una vida mejor, mientras que uno de cada tres opina lo contrario y un 12 por ciento
no tiene una opinión clara al respecto. Esto confirma, en parte, lo concluido anteriormente,
en el sentido de que hay un número importante de emigrantes (al menos un tercio) al que
seduce más su propia experiencia migratoria y la oferta que, en términos vitales le brinda
la tierra de acogida, que la opción de Extremadura representada por su localidad de origen,
aún cuando la situación de la región no empuje hoy a la emigración masiva.
66 LA DIÁSPORA ¿Quiénes son los más críticos con el potencial de la región a la hora de retener a su gen-
te? Nuevamente se aprecia una tendencia ascendente: los emigrados antes de cumplir los
22 años apuntan menos a la necesidad de emigrar (31 por ciento) que los emigrados con
más de 32 años (39 por ciento), tendencia que no se reproduce entre las distintas gene-
raciones de emigrantes ni puede asociarse a la duración de la experiencia migratoria. No
obstante esto, apuntar un dato que, por obvio, no deja de ser interesante por la cifra: casi
la mitad de la emigración más reciente, la de los últimos años, la que se solapa con la que
lleva menos de diez años fuera, es la que, con mucho, más incide en la necesidad de salir
de Extremadura para lograr una vida mejor.
Trasladada la misma pregunta a los hijos de los emigrantes que conforman la muestra
observamos dos circunstancias que deben comentarse. En primer lugar, la elevada pro-
porción de los que no tienen una opinión formada acerca de si es o no necesario emigrar
de Extremadura para tener una vida mejor (uno de cada cuatro). En buena lógica el me-
nor grado de conocimiento de la tierra de sus progenitores puede explicarlo. En segundo
lugar, con su nivel de respuesta, los hijos de los emigrantes, y aún en mayor medida los
nacidos fuera de Extremadura, parecen querer conceder más crédito al potencial de la
región que sus propios padres.
Planteamos ahora a los emigrantes de primera generación entrevistados una última
consideración: sobre la relación con la tierra de acogida, y si ésta ha aportado más a los
emigrantes, o por el contrario ha recibido más de ellos. Tres de cada cuatro entrevistados
se manifiestan aquí claramente a favor del equilibrio, si bien hay un 12% que asegura que
ha aportado más a la tierra de acogida de lo que ésta le ha aportado, y un 16% que asegura
que ha recibido más de la tierra en la que se ha instalado. Veamos quiénes son éstos.
67 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Como se ha indicado ya, el equilibrio entre ambas cuestiones es la consideración más
aceptada por los emigrantes extremeños. Sin embargo, es curioso observar cómo en el
caso de la comunidad navarra todos los emigrantes se decantan hacia uno u otro lado, y
en exacta proporción (aunque hay que tener en cuenta la reducida muestra que corres-
ponde a Navarra, con el consiguiente margen de error incrementado). Los que en mayor
medida piensan que han aportado a la tierra de acogida son, además de los navarros
(50%), los que residen en las comunidades de Baleares, Canarias y Cataluña. En sentido
contrario, son, además de los navarros (el otro 50%), los residentes en Galicia, Asturias
y Cantabria, Aragón o Valencia y Murcia, quienes consideran que han recibido más de la
tierra en la que residen de lo que ellos le han dado. En Valencia y Aragón, además, ningún
emigrante ha considerado que ha dado más a la tierra que lo acogió.
Por último, señalar que las mujeres son más tendentes a pensar que han recibido de la
tierra de acogida más de lo que ellas han aportado. Atendiendo a la edad, son los jóvenes
quienes más tienden a pensar que aportan más de lo que reciben. Y curiosamente, no
son aquéllos a quienes ha ido mejor los que piensan que han recibido más de la tierra de
acogida, sino quienes tienen niveles de ingresos más bajos.
BENEFICIOS DE LA EMIGRACIÓN ¿En qué se concretan esos beneficios obtenidos? Se observa cómo además de por sus
dificultades, el proceso migratorio puede evaluarse por sus posibles beneficios personales.
Para ello se plantea a los encuestados una batería de posibles beneficios para su identifi-
cación y posterior categorización y se tratan, para su análisis, como respuesta múltiple.
68 LA DIÁSPORA En principio, las respuestas muestran que para casi cuatro de cada cinco emigrantes en-
cuestados su propio proceso migratorio ha supuesto una mejora en la calidad del trabajo,
además de un acceso a más y mejores puestos de trabajo, para alrededor de cuatro de
cada diez una vida con más libertad y una mejor educación para sus hijos, para casi uno de
cada tres la posibilidad de adquisición de una vivienda en propiedad y, finalmente, para
uno de cada cinco la posibilidad de mantener a la familia que permanece en origen con
las remesas enviadas.
El agrupamiento de las opiniones de los encuestados como respuesta múltiple permite
priorizar ese catálogo de beneficios que se atribuyen a la emigración mostrando que el 28
por ciento pone el acento en la mejoría laboral, el 14 por ciento en la ganancia de libertad,
el 13 por ciento en la mejor educación de los hijos, el 10 por ciento en el acceso a una
vivienda en propiedad y el 7 por ciento en el mantenimiento de familiares en origen. La
jerarquización directa por parte de los encuestados de ese catálogo de beneficios atribui-
bles a su proceso migratorio confirma la priorización obtenida de la respuesta múltiple.
Las respuestas obtenidas no permiten establecer distinciones relevantes entre varones
y mujeres respecto de la identificación y jerarquización de los beneficios del proceso mi-
gratorio que sí se aprecian levemente entre grupos de edad y entre las distintas genera-
ciones de emigrados. Así, por ejemplo, los emigrados a edades mayores destacan más que
los emigrados más jóvenes la mejor educación de los hijos, y relativizan más los beneficios
asociados al trabajo. Por el contrario, los emigrados a partir de los años noventa, y sobre
todo en esa década, realzan más los beneficios laborales que otras generaciones de emi-
grados al tiempo que valoran menos los efectos sobre el mantenimiento de la familia en
origen o la posibilidad adquirir una vivienda en propiedad, en tanto que, por ejemplo, los
emigrados en los años sesenta valoran más que aquéllos la mejor educación de los hijos o
el mantenimiento de la familia en origen con las remesas por ellos enviadas.
EMIGRACIÓN Y MOVILIDAD SOCIAL En los epígrafes anteriores se han percibido mejoras tanto en el nivel de estudios como
en el nivel de ingresos de los emigrantes. Es lógico que estas mejoras se traduzcan en
mejoras del estatus socioeconómico, y en las siguientes páginas comprobaremos si estas
mejoras se reflejan en la consideración que los entrevistados hacen de su propio estatus
(estatus subjetivo).
69 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Comparación de estatus según género ESTATUS DE SU PADRE
ESTATUS DE SU PADRE
Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Hombre
3,2
22,5
57,6
16,7
100,0
Hombre
3,5
46,6
45,7
4,2
100,0
Mujer
1,6
18,8
58,1
21,4
100,0
ESTATUS PROPIO
Mujer
1,4
36,9
56,3
5,4
100,0
Media
2,2
20,2
57,9
19,6
100,0
Media
2,2
40,6
52,2
4,9
100,0
Hombre
1,7
32,2
52,8
13,3
100,0
Hombre
1,1
43,9
48,9
6,1
100,0
Mujer
0,8
21,8
58,4
18,9
100,0
ESTATUS PROPIO
Mujer
1,3
38,7
49,6
10,5
100,0
Media
1,2
26,3
56,0
16,5
100,0
Media
1,2
40,9
49,3
8,6
100,0
ESTATUS DEL HIJO MAYOR
ESTATUS DEL HIJO MAYOR
Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Hombre
3,3
51,1
43,3
2,2
100,0
Mujer
4,3
44,5
47,1
4,0
100,0
Media
4,0
46,8
45,8
3,4
100,0
Hombre
5,8
49,3
42,0
2,9
100,0
Mujer
4,3
42,4
42,4
10,8
100,0
Media
4,8
44,7
42,3
8,2
100,0
El estatus social de los emigrantes e hijos nacidos en la región extremeña tiene diferen-
te comportamiento según el sexo. Así, los hombres se sitúan en una posición media-alta
fundamentalmente, mientras que las mujeres lo hacen en la media baja. Comparados con
sus vecinos, los emigrantes hombres presentan estatus superiores a los de sus vecinos. Las
mujeres muestran similar comportamiento en ambos grupos.
Dentro de su grupo de referencia, se aprecia una movilidad social positiva entre los
emigrantes e hijos nacidos en Extremadura, la primera generación de emigrantes, y sus
ascendentes y descendientes, tanto hombres como mujeres, según se puede observar en
el gráfico adjunto.
70 LA DIÁSPORA Comparados con sus vecinos, que también han experimentado una evolución social
positiva, los emigrantes extremeños, que partían de una situación de clase más baja, se
han puesto al mismo nivel e incluso han mejorado ligeramente.
71 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña En cuanto a sus descendientes, comparados con sus padres, muestran una evolución
positiva de su estatus social, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres.
Sin embargo, en los hijos de éstos se aprecian dos resultados bien diferentes entre
hombres y mujeres. Mientras que los primeros mejoran notablemente su estatus compa-
rado con el de sus padres y el de sus vecinos, las mujeres –hijas mayores- lo empeoran,
a pesar de que se ha observado que han mejorado su cualificación profesional y el nivel
de estudios de manera notable, hasta ponerse al nivel de sus compañeros de grupo. No
obstante, también se ha detectado entre las mujeres de este grupo el mayor peso relativo
de parados al estudiar la condición socioeconómica. Es muy posible que este dato esté
reflejando este hecho.
ESTATUS DE SU PADRE 72 Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Alta
Media Alta
Media Baja
Baja
Hombre
3,6
32,8
56,2
7,3
100,0
Hombre
3,6
48,2
44,5
3,6
100,0
Hombre
4,8
61,9
28,6
4,8
100,0
Mujer
2,5
30,6
60,0
6,9
100,0
ESTATUS PROPIO
Mujer
0,6
45,0
51,9
2,5
100,0
ESTATUS DEL HIJO MAYOR
Mujer
3,1
40,6
56,3
0,0
100,0
Media
3,0
31,6
58,2
7,1
100,0
Media
2,0
46,5
48,5
3,0
100,0
Media
3,8
49,1
45,3
1,9
100,0
LAS FAMILIAS EMIGRANTES Forma y tamaño de la familia LA DIÁSPORA El estado civil de la mayor parte de los emigrantes es el de casado o de pareja de hecho.
Comparados con sus ‘vecinos’ muestran similares proporciones en ésta categoría y en la
de solteros, no es así en la de separados o divorciados y la de viudos.
Se han observado diferencias significativas en el comportamiento de los hombres y las
mujeres: los hombres presentan la modalidad de solteros con más intensidad y las mu-
jeres la de ‘viuda’. Los más jóvenes, muestran una importante proporción de individuos
solteros, siendo similar en este grupo la situación de hombres y mujeres.
El promedio de hijos de las familias de emigrantes extremeños es de 1,91, ligeramente
por encima del de sus vecinos y dos veces el de sus hijos.
73 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Y en cuanto al número de personas por hogar oscila entre dos y cuatro personas en la
mayor parte de los casos.
El nivel de estudios Los primeros emigrantes e hijos nacidos en Extremadura tienen estudios primarios
fundamentalmente, las mujeres con bastante más intensidad. En sus vecinos se observa
esta misma característica, si bien estos revelan mucha más importancia en las categorías
académicas de estudios secundarios y formación profesional y, también pero en menor
medida, en educación universitaria.
DISTRIBUCIÓN DEL NIVEL DE ESTUDIOS EMIGRANTES
HIJOS DE EMIGRANTES
VECINOS
Sin estudios Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
6,4 12,0 9,9 0,0 1,3 0,7 1,7 2,5 2,2
Primarios
Secundarios
Formación
profesional
Universitarios
medios
36,0
16,1
12,5
12,2
44,5 41,2 13,9 16,9 15,5 21,7 35,7 29,7
13,4 14,4 22,6 19,4 20,9 25,6 20,2 22,5
10,0 11,0 29,9 20,0 24,6 21,7 14,3 17,5
11,6 11,9 16,1 16,9 16,5 11,1 16,4 14,1
Licenciados 16,7
8,4
11,6 17,5 25,6 21,9 18,3 10,9 14,1
Total 74 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 LA DIÁSPORA La formación académica de los hijos de emigrantes es considerablemente mejor que la
de sus padres y la de sus vecinos, particularmente la de las mujeres, que muestran mayor
peso en los estudios más avanzados. De manera que los hijos de los emigrantes presentan
mayor nivel de cualificación que la de sus padres o incluso que la de los vecinos de su
edad.
Condición socioeconómica Una parte importante de los emigrados e hijos nacidos en Extremadura está jubilada o
es pensionista (33,8 por ciento para los hombres y 22,2 por ciento para las mujeres) Los
que continúan en activo muestran diferencias importantes por razón de sexo, estadística-
mente significativas.
Atendiendo justamente a la población ocupada (lo que nos permite discernir elemen-
tos de estratificación), vemos que los hombres se dedican fundamentalmente a trabajos
de obreros cualificados, empleados de oficinas y servicios, técnicos de cuadros medios,
directores-profesionales y pequeños empresarios, seguidos de todos los demás; mientras
que una parte importante de las mujeres no ha accedido al mercado de trabajo –el 25
por ciento–; y el resto trabaja como empleadas de oficinas y servicios, o también como
técnicos de grado medio u obreras cualificadas o directoras o pequeñas empresarias en
proporciones mucho más pequeñas que los hombres.
75 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Los vecinos de los emigrantes muestran una estructura de condición socioeconómica
similar a la de los emigrantes, si bien con menor proporción de jubilados y una importan-
cia relativa algo mayor en los empleos más cualificados más acentuada para el caso de las
mujeres.
Al igual que ocurre con el nivel de estudios, los hijos de emigrantes nacidos fuera de la
región, muestran una estructura de condición socioeconómica muy superior a la de sus
76 LA DIÁSPORA padres y los vecinos de estos tanto por el nivel de cualificación como por el nivel de res-
ponsabilidad requeridos para sus trabajos. Este grupo muestra el mayor peso relativo en
la profesión de técnicos y cuadros medios o directores o pequeños empresarios, incluso
comparado con vecinos en su intervalo de edades.
Las mujeres de este grupo presentan mejoras significativas respecto a sus padres y sus
vecinos; así se comprueba que este grupo posee la mayor proporción de directores y pro-
fesionales. No obstante, también presenta la proporción de parados más elevada.
En el Cuadro siguiente se resumen los datos de los tres grupos respecto a la condición
socioeconómica a fin de facilitar las comparaciones.
DISTRIBUCIÓN DE LA CONDICIÓN SOCIOECONÓMICA HIJOS DE
EMIGRANTES
EMIGRANTES
VECINOS
Hombres Mujeres
Media Hombres Mujeres Media Hombres Mujeres Media Directores y profesionales 9,2 5,2 6,8 6,2 10,4 8,5 6,2 10,4 8,5
Técnicos y cuadros medios 13,7 9,5 11,1 19,2 11,0 14,8 19,2 11,0 14,8
Pequeños empresarios
Agricultores
Empleados oficinas y
servicios
Obreros cualificados
Obreros no cualificados
Jubilados y pensionistas
Parados
Estudiantes
Trabajo doméstico no
remunerado
No clasificables
El nivel de ingresos 8,8 4,9 6,4 10,0 3,2 6,3 10,0 3,2 6,3
0,4 0,0 0,2 1,5 0,0 0,7 1,5 0,0 0,7
15,3 19,1 17,6 17,7 33,8 26,4 17,7 33,8 26,4
14,9 7,2 10,2 22,3 6,5 13,7 22,3 6,5 13,7
2,8 3,1 3,0 1,5 1,9 1,8 1,5 1,9 1,8
20,9 10,8 14,8 2,3 0,6 1,4 2,3 0,6 1,4
7,6 13,7 11,3 10,0 16,2 13,4 10,0 16,2 13,4
0,8 1,3 1,1 4,6 5,8 5,3 4,6 5,8 5,3
1,2 22,9 14,4 0,8 7,1 4,2 0,8 7,1 4,2
4,4 2,3 3,1 3,8 3,2 3,5 3,8 3,2 3,5
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
La distribución de ingresos mensuales de las familias encuestadas podemos verla en el
siguiente gráfico. Vemos cómo tanto los emigrantes como sus hijos están significativamen-
te mejor en cuanto a ingresos se refiere que sus vecinos. Es evidente que la emigración
genera mejoras en los niveles de bienestar económico. Pero llama la atención sobre todo
la ostensible mejora en la situación económica de los hijos, en un 16,5% de cuyas familias
se ingresan más de 3.000 euros mensuales, y entre las que apenas un 2,7% ingresa por
debajo del salario mínimo.
77 DIÁSPORA Y RETORNO. Estudio sociológico sobre la emigración extremeña Si convertimos los ingresos mensuales en anuales podemos hacer una comparación
con el conjunto de las familias españolas, siguiendo la más reciente Encuesta de Condicio-
nes de Vida del INE, publicada en el 2007 (aunque los datos corresponden a 2006). Hemos
construido la siguiente tabla, asimilando y acercando unos y otros valores para establecer
tres escalas: de ingresos bajos (que estarían por debajo de 18.000 euros en nuestra en-
cuesta y 19.000 en la de Condiciones de Vida), ingresos medios (se estarían entre 18.000 y
36.000 euros en nuestra encuesta, y entre 19.000 y 35.000 en la del INE, e ingresos altos,
por encima de esas cifras.
78 LA DIÁSPORA Como vemos, sólo los hijos de los emigrantes consiguen tener porcentajes de familias
con bajos ingresos por debajo de la media nacional. Pero en ninguna de las tres categorías
de nuestra encuesta (emigrantes, hijos y vecinos) presentan porcentajes de familias con
ingresos altos por encima de la media nacional.
Por tanto, la emigración mejora la situación económica, en términos generales, pero no
por encima de la media nacional, aunque la siguiente generación mejora sus posiciones.
Pero lo que puede resultar más sorprendente es que también es la segunda genera-
ción la que únicamente mejora las condiciones de la propia región de origen. Es decir, el
porcentaje de familias de emigrantes con ingresos bajos es superior a la de la media de
Extremadura, y levemente inferior el porcentaje de familias con ingresos altos.
79

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