miércoles, 22 de junio de 2016

 PERONISMO. Reflexiones del Instituto Real El Cano 22 de junio 2016
Esto nos lleva directamente al futuro del peronismo y a sus opciones para recomponerse. En los últimos 12 años el peronismo era sólo un adjetivo calificativo del kirchnerismo. No sólo eso, su deriva bolivariana impregnó prácticamente todas las estructuras partidarias, como ocurrió con el menemismo en la década de 1990. Por eso, los principales referentes políticos del peronismo concentrado en su recomposición interna intentan distanciarse de la corrupción sistémica de raíz kirchnerista. Y para ello insisten en los verdaderos valores del movimiento nacional y popular y en la anormalidad de la deriva reciente.
La cuestión principal es si el peronismo se reconstruirá en torno a un liderazgo fuerte, capaz de convertirse en un referente social. Es posible, aunque deberá afrontar serios desafíos. Para comenzar, ha perdido algunos resortes importantes de poder, como la provincia de Buenos Aires, pese a seguir controlando importantes núcleos territoriales, como la mayoría de las provincias y numerosos ayuntamientos. También se nota la falta de un líder carismático, aunque esto se puede remediar con cierta facilidad.
El peronismo de 2016 no es el mismo de 1989 o de 2002, lo que complica algo las cosas. La aventura de Sergio Massa se ha prolongado demasiado y ha cobrado cierta autonomía, lo que complica su regreso tranquilo al redil. Por eso habrá que ver si la recomposición del peronismo es rápida y pacífica o producto de un proceso más atribulado. Nada está escrito.
Queda finalmente el futuro del macrismo. La afirmación más frecuente es que para el gobierno y la coalición Cambiemos la polarización con el kirchnerismo era funcional y favorable. Y que si el kirchnerismo entra en fase de descomposición tendrá que enfrentarse a un peronismo fortalecido que le complicará las cosas, comenzando por las elecciones de 2017. Pero, esta teoría presenta el declive del kirchnerismo y la recomposición del peronismo como vasos comunicantes, en un proceso automático y rápido, lo que está por ver.

El fuerte rechazo del kirchnerismo entre vastos sectores sociales es un hecho. Esto explica, en buena medida, el triunfo de Macri en las elecciones presidenciales de 2015. En principio, el peronismo, especialmente si se desprende de todas las adherencias kirchneristas/camporistas, no genera tanto rechazo, lo que debería perjudicar al gobierno. Sin embargo, no sabemos cuál será la estrategia de la nueva conducción y si apuesta por la confrontación o por algún tipo de diálogo/colaboración con el gobierno. La respuesta a esta última cuestión no la dará únicamente la voluntad de los nuevos mandos peronistas, sino la evolución de la propia coyuntura argentina. Conjugar el futuro político argentino es más difícil de lo que parece.

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